Por: Shaij Ahmed Bermejo
Estamos ya cerca de completar la primera semana del mes de Ramadán; esta primera semana es la semana de acostumbrarse al ayuno, es una semana para muchos complicada, la semana de cambiar los horarios y habituarse; probablemente uno de los aspectos mas complejos sea la falta de sueño o el tener el sueño trastocado; pero por eso, por la dificultad que encierra, es por lo que el primer tercio de Ramadán, los primeros diez días son los días de la Rahma, los días de la Misericordia.
Sin esta Misericordia proveniente de Allah serían mucho mas complicados estos primeros días, se nos harían mas duros y difíciles, pero a pesar de la dificultad que parecen encerrar, cuando nos ponemos con sinceridad, los recorremos con facilidad, lo cual nos lleva, a reflexionar sobre la sabiduría de Allah, a darnos cuentas de Su inmensa generosidad y por último, a reconocer la grandeza de Allah, subahanhu wa ta’la.
Y es que el mes de Ramadán no es únicamente abstenerse de comer, beber y mantener relaciones desde el amanecer hasta la puesta del sol, va mucho mas allá, es todo un proceso de purificación tanto interior como exterior, es dhahir y batin, es un proceso de profunda consciencia de Allah en todo momento y situación, es un proceso de contención, en el que nuestra lengua, nuestros oídos, nuestros ojos y el resto de los miembros del cuerpo también participan, los contenemos ante todo mal, los refrenamos ante cualquier obscenidad o aspecto que nos pueda alejar del estado de entrega y cercanía a Allah del cual nos imbuimos en el ayuno.
Y es que, y este es un aspecto maravilloso de este noble mes, Allah quiere que nos acerquemos a Él, nos brinda esa oportunidad, desea que demos un paso hacia Él, para que Él de diez hacia nosotros, desea que vayamos a Él andando para que venga Él a nosotros corriendo y para ello, para facilitarnos esta tarea, encadena en este mes a los shayatin, como dijo el Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, en un hadiz sahih.
Esos enemigos del hombre que constantemente nos susurran y nos incitan al mal, esos enemigos que nos embellecen las cosas apetecibles y deseables para nuestro nafs de las que está rodeado el Fuego; esos enemigos están encadenados, están atados y apresados, y Allah lo hace así porque Su Generosidad hacia nosotros es inmensa, para facilitarnos el camino, para allanarnos los obstáculos que encontramos a menudo en nuestro transitar, para facilitarnos el medio de acercarnos a Él.
Esos enemigos ya no están, Allah los ha encadenado, no quiere que interfieran en nuestro recorrido de acercamiento a Él, pero debemos ser conscientes de una cosa y es que el mayor enemigo del hombre si está, el enemigo que no se separa ni un instante de nosotros si está, nuestro nafs, nuestro ego, siempre permanece.
Un enemigo al que no ves, un enemigo que está constantemente contigo, que es parte de tu propio ser y que para vencerlo hace falta una gran dosis, una dosis enorme de sinceridad. Por eso Ramadán es conocido como el mes de la sinceridad, pues no hay acto de adoración mas sincero que el ayuno, y por eso el Mensajero Muhammad, salla allahu alaihi wa sallam, dijo en un hadiz qudsi transmitiendo de Su Señor: “Todas las acciones del hijo de Adam son para sí mismo excepto el ayuno. Es Mío y Yo lo recompenso”.
Pero el nafs del ser humano, ese enemigo que todos poseemos en nuestro interior, ese enemigo que el Imam Al Busairi en su poema del Burdah asemeja a un niño de pecho, que está siempre enganchado al pecho de su madre; nos tienta con la comida y la bebida. Así como también nos tienta con cosas deseables para la mirada y nuestros mas bajos instintos, e incluso para nuestros oídos.
¿Cómo lo vencemos? ¿Cómo vencemos a este enemigo? Con sinceridad, con sinceridad hacia nuestro Creador, y sobretodo, con Taqwa de Allah, sabiendo que Él está más cerca de nosotros que nuestra propia vena yugular, sabiendo que Él es testigo de todas nuestras acciones. Y al hacerlo, al vencer nuestro instinto más natural, que es la comida y la bebida, ese instinto que lleva al recién nacido a buscar el pecho de su madre para alimentarse, estaremos alcanzado una recompensa que no tiene límites, una recompensa que desconocemos, una recompensa que solo Allah conoce, ¿por qué? Porque el ayuno es de Allah y Él lo recompensa, Él lo retribuye.
Son numerosas las ocasiones en las que no nos damos cuenta de esto, restringimos el mes de Ramadán a dejar de comer y beber desde fayr hasta magrib, y bien, si lo hacemos estaremos cumpliendo el grado obligatorio y mas básico del ayuno, alhamdulillah y Allah, en Su inmensa Generosidad nos recompensará por ello.
Pero… podemos ir más allá, podemos ir ascendiendo, podemos ir acercándonos cada vez mas a Allah, tenemos una oportunidad maravillosa, Allah nos brinda esta oportunidad durante los días y las noches de este noble mes, nos brinda la oportunidad de, si somos capaces de cumplir con todo el proceso tanto interno como externo del ayuno, de alcanzar uno de los regalos mas grandes a los que podemos aspirar, estaremos alcanzando la complacencia, no solo eso, estaremos, inshallah, alcanzando el amor de Allah. Y todos sabemos lo que alcanza el que es amado por Allah ¿no es cierto? Cuando alguien alcanza el amor de Allah, Allah es para él la mano con la que agarra, los pies con los que camina, los ojos con los que ve y los oídos con los que escucha.
Y esto, hermanos y hermanas, es lo que podemos alcanzar en el mes de la sinceridad, en el mes de la paciencia, en el mes del Corán, en el mes de Ramadán. Lo haremos si somos capaces de cumplir con todo el proceso del ayuno, si somos capaces de ser generosos con nuestro tiempo y nuestra riqueza hacia los más necesitados, si ayunamos durante el día y hacemos oración durante la noche, si dedicamos nuestro tiempo al aumento y la adquisición del conocimiento, si dedicamos sus horas a la reflexión y a la súplica, si vencemos a nuestros nufus y nos acercamos a Allah.
¿Vamos a ser capaces de aprovechar esta oportunidad que Allah nos brinda con Su inmensa Generosidad y Misericordia? ¿Vamos a ser de aquellos que ayunan el mes con anhelo y esperanza y por eso nuestras faltas serán perdonadas? ¿O vamos a ser de aquellos que el Mensajero de Allah describe como esos que del ayuno sólo obtienen hambre y sed por no reconocer lo que es Ramadán y por no comprender todo el proceso que abarca?
La decisión es de cada uno de nosotros, obtendremos del Ramadán aquello que queramos obtener: o cercanía a Allah y una inmensa recompensa, o hambre, sed y dificultad.
Y Allah le pido que nos haga ser de los que aprovechan este noble mes y entran en el Jardín por la puerta de Ar-Rayyan, la puerta del Jardín por lo que entrarán los ayunantes sinceros.
Fuente: http://ahmedbermejo.com/