Autor: Shayj Abdalhaqq Bewley
La necesaria e interna del acto de entrada en el ihram adquiere la forma de esa intención, de la que depende la validez del Hayy de la persona, y que debe proyectarse hacia todos los ritos que se esperan realizar; de esta forma, todo el Hayy está impregnado en ella. Tras el ihram, Imam al Yunaid pregunta por el tawaf, el acto de circunvalar la Casa de Allah que es otro de los componentes esenciales del viaje.
Cuando se entra en la gran rueda que gira noche y día en torno a la Kaaba, es muy fácil distraerse con el asombroso espectáculo y los empujones y apreturas que son el acompañamiento inevitable de la multitud que se mueve en un espacio reducido y que se incrementa de forma considerable al llegar cerca de la Piedra Negra. Esta es la razón de que sea muy importante concentrarse en el propio corazón; una manera de hacerlo, es elegir una sencilla invocación y repetirla constantemente, recordando cambiarla por la súplica coránica que el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, recomendó decir entre la esquina Yemení y la Piedra Negra. El círculo del tawaf es probablemente el lugar del Hayy en el que se es más consciente de ser un ciudadano del mundo. Todo continente, raza y nación están representados, y las características específicas de cada uno son evidentes en la forma en que cumplen el rito.
A otro nivel, el acto del tawaf puede verse como el reflejo de nuestra vida como un todo. Si nos fijamos con detalle veremos que, más que una progresión continua desde el principio hasta el final, la vida es una serie de ciclos que tienden a llevarnos una y otra vez al mismo punto en una especie de patrón repetitivo. Este patrón tiene un punto alto y otro bajo, parecido al cometa cuya órbita de acerca al sol y luego regresa a las oscuras profundidades del espacio antes de regresar de nuevo a la luz. Esto se refleja en el tawaf al pasar junto a la Piedra Negra y la energía que se genera en esa zona. Lo que se desea en el tawaf, y en nuestras vidas como un todo, es que nuestras circunvalaciones o ciclos no se queden siempre al mismo nivel, sino que adopten la forma de una espiral ascendente para que así, cada vez que pasemos por el mismo punto, nos habremos acercado más a Allah que en la vuelta anterior.
El tawaf finaliza, en lo que es un ejercicio que contiene un gran significado para nuestras vidas, con dos rak’ats en el Maqam de Ibrahim. De alguna manera, en medio de todo el bullicio y ajetreo del Haram y justo al borde, e incluso a veces dentro del radio de acción, de la rotación incesante de la multitud que hace el tawaf, tenemos que conquistar un espacio para nosotros y establecer unos instantes de quietud y concentración para permanecer en pie, inclinarnos, postrarnos y entregarnos a la adoración del nuestro Señor.
Fuente: Libro ‘Islam: creencias y prácticas básicas‘