Por: Nurulain Wolhuter
Sentir enfado es normal y sano cuando este es controlado por el intelecto pero ¿cómo canalizar el enfado para que nos sirva cómo energía para hacer el bien?
La ira es una de las enfermedades más graves del corazón. El Profeta, que Allah le bendiga y le dé paz, enfatizó su severidad en numerosos hadices. Por ejemplo, Abu Huraira,que Allah esté complacido con él, narra que un hombre le dijo al Profeta, que Allah le bendiga y le conceda paz: “Aconséjeme“. Él dijo: “No te enfades“. Entonces él (el hombre) reiteró (la pregunta) una y otra vez. Él (el Profeta) dijo: “No te enfades” [al-Bujari]. Y Anas, que Allah esté complacido con él, le preguntó al Profeta acerca de aquello que nos aleja de la ira de Allah, y dijo: “No te enfades” [Ahmad].
Pero, ¿significa esto que uno nunca debe sentir enfado? ¿Cómo debemos sentirnos, por ejemplo, cuando experimentamos o presenciamos la opresión, la crueldad o la injusticia? ¿O cuando alguien insulta nuestra religión o nuestro amado Profeta, que Allah le bendiga y le dé paz? El Imam al-Ghazali opina que el enfado excesivo, así como la incapacidad de enfadarse en absoluto, son reprobables. Sin embargo, estar enfadado con moderación es permisible, siempre y cuando sea controlado por el intelecto. Esto está de acuerdo con las instrucciones de nuestro Profeta de seguir siempre el camino del medio en todo.
A modo de ilustración, consideremos el caso de la islamofobia. Como musulmanes que viven en Occidente, nos hemos familiarizado demasiado con sus sutilezas (comentarios velados sobre portadores de bombas, descripciones de mujeres en niqab como buzones de correo), así como con sus formas más abiertas: los pañuelos de cabeza de las mujeres son arrancados o se derrama sangre de cerdo en mezquitas. ¿Pero cómo debemos lidiar con la ira que evocan estas experiencias?
La cura de Imam al-Ghazali para la ira son tan perspicaces a este respecto como lo son con respecto a la ira en general. Él nos exhorta a la humildad y la paciencia, y a no vernos a nosotros mismos como mejores que los demás. En lugar de dar un paso adelante para enfrentar a los perpetradores, insistir en nuestros derechos por encima de todo lo demás, o retirarnos a un asedio de separatista, debemos pensar en cómo nuestra respuesta puede demostrar la verdad y la belleza del Islam. Y cómo mejor hacer esto que emular el ejemplo del Amado de Allah, que Allah le bendiga y le dé paz. De esta manera, nuestra enfado moderado se mantendrá bajo el control de nuestro intelecto. Porque él, cuando la gente lo reprendió y lo lastimó, respondió con el mejor carácter. En lugar de buscar la destrucción de la gente de Ta’if, que le había hecho tanto daño, expresó la esperanza de que surgieran creyentes de entre sus descendientes. Y en lugar de ser severo con Abu Jahl, le pidió a Allah que honrara al Islam con quien Él más amara: Abu Jahl o Umar ibn al-Jattab [Tirmidhi].
Por lo tanto, la ira que sentimos cuando experimentamos o presenciamos cosas que nos dañan o nos ofenden en nuestra religión está justificada, siempre que sea moderada y controlada. Pero si vamos más allá y hacemos todo lo posible por transformar el enfado en perdón, amabilidad y bondad con los que nos han dañado o nos han ofendido, los llamaremos a la verdad y la realidad del Islam. Tratemos de imitar a nuestro Amado en esto, como tratamos de imitarle en todo lo demás.
Fuente: https://www.seekersguidance.org Traducido y editado por NewMuslim.net