Por: Daliah Merzaban
Antes de empezar a cultivar y nutrir mi relación con Dios, consideraba las cinco oraciones diarias que el Islam ordena a los musulmanes como laboriosas. Parecía impráctico esperar que podría parar lo que estaba haciendo durante mi apretada agenda para sacar tiempo para hacer la oración.
Trabajando como periodista de noticias, solía pasar más de diez horas al día en la oficina, o en conferencias, entrevistas y reuniones, y casi sin tiempo para un descanso para comer. Si no estaba trabajando, mi tiempo se dividía entre las tareas caseras, mandados, la familia y amigos y el ejercicio. Era puntual con todo en mi vida -excepto que iba tarde cinco veces al día-.
En mi mente, no era viable esperar que podría levantarme a la salida del sol para hacer la oración de la mañana, el fajr, porque sino estaría muy cansada más tarde para trabajar de forma eficiente. También me parecía ineficiente interrumpir mis reuniones al medio día para hacer la oración de duhur, y de la tarde, asr.
Hacer la oración de la tarde solía ser un desafío porque el tiempo para ello es muy corto y coincidía con la hora de salir del trabajo, cenar y volver a casa. Por lo que, en efecto, la única oración que era viable para mi hacer a su hora era la de la noche, isha. Por lo tanto, durante un largo periodo de mi vida, solía, o hacer todos las oraciones por la noche, o saltarme algunas oraciones aquí y allí para acomodar mis compromisos inmediatos.
Sin darme cuenta, mi inconsistencia y enfoque hacia la oración trivializaba el principio tras hacer las oraciones a lo largo del día. Creía en Dios y le amaba, pero en en mis términos, no en los términos establecidos en el Corán y las enseñanzas proféticas.
Y aún así, hacer las cinco oraciones diarias, en sus tiempos prescritos, es la columna vertebral de ser musulmán; no podemos mantenernos de una forma correcta en nuestra creencia sin ellos. Es una de las prácticas esenciales que Dios ha establecido para aquellos que quieren vivir dentro del Islam, una estado de existencia en el que el ser humano se esfuerza en vivir de acuerdo a Dios.
Cuando llegué a entender la importancia de la oración, la realización fue rápida y sobrecogedora. Se me hizo claro que, si no cumplía con esta condición, entonces no podía pretender ser musulmán. Incluso si quería tener una conexión sólida con el Creador, no estaba dando los pasos necesarios para ello. Reorienté mi vida y ha pasado un año y medio en el que no he perdido una oración intencionadamente, ya esté en la oficina, el centro comercial, en el supermercado, con amigos o viajando.
En retrospectiva, me doy cuenta de cuan equivocada estaba sobre la impracticabilidad de las oraciones islámicas, que son algo claro, directo y fácil, sin menospreciar su impacto. Cuando pasé de intentar encajar las oraciones en mi vida a organizar mi vida alrededor de las oraciones, instantáneamente quité una gran cantidad de desorden de mi rutina diaria. Dado que las oraciones regulares facilitan la constancia emocional y la tranquilidad, empecé a quitar negatividad y disminuir la cháchara innecesaria, ayudándome a estar más centrada, ser más productiva y paciente.
En un corto periodo de tiempo, lo que me sorprendió fue lo fácil y fluidos que se hicieron las oraciones. Hacer la oración de la mañana me dio una subida de energía durante el día y, gradualmente, las oraciones que inicialmente me parecían incómodas, se convirtieron en un parte esencial de mi rutina. Con la ayuda de Dios, encontraba ocasión de hacer la oración a pesar de las dificultades. Mientras estaba en Canadá durante el verano, solía hacer la oración de de duhur en el probador de una tienda, con la ayuda de una aplicación de brújula islámica para mi iphone.
“Ciertamente, el alma se acostumbra a aquello que la acostumbras”, esto es, aquello con lo que primero cargas a tu alma se convierte en algo natural al final.
Este frase la he sacado de un libro que estoy en proceso de leer del gran pensador islámico Al Ghazali titulado Invocaciones y súplicas: Libro IX del restablecimiento de la ciencias religiosas. Al Ghazali describe una serie de fórmulas, sacadas del Corán y la Sunnah, que podemos repetir para que nos ayuden a obtener mayor proximidad con lo Divino y purificar nuestros corazones.
En cada viraje en mi búsqueda para enriquecer mi creencia, he encontrado que lo que en un principio parece ser algo difícil se vuelve algo fácil cuando se hace con una intención sincera. Poco después de reorientar mi vida para que girase entorno a las oraciones, las cinco oraciones me parecieron insuficiente para expresar mi devoción. Examiné los Hadith, las tradiciones transmitidas del Profeta Muhammad, que la paz sea con él, y descubrí que hay muchas oraciones opcionales que podía añadir a mi rutina diaria. Desde entonces, no he dejado que pase un día sin hacerlas.
Para complementar mis oraciones, he integrado varios dikrs, o recuerdo y mención de Dios, a mis días. El Dikr, incluida la repetición de frases como “La ilaha il-la Al-lah” (no hay Dios sino Dios), habitualmente lleva nuestra atención de vuelta a Dios.
De entre las muchas y ricas invocaciones mencionadas por Al Gazali en su libro, hay una que he empezado a incorporar. Cuando dejamos nuestra casa cada día, si decimos “en el nombre de Dios” (Bismillah), Dios no guiará; si añadimos “en Dios me confío” (tawakalt al Allah), Dios nos protegerá; y si concluimos con “no hay fuerza ni poder excepto por Dios” (la hawla wa la quwata illa billah), Dios nos guardará.
Supongo que para alguien de fuera estos actos de devoción les pueden parecer un poco obsesivos, y ha habido un par de personas que me han dicho esto. Pero es un obsesión con las posibilidades más grandes cuyas consecuencias son de mejorar y no empeorar nuestra disposición. Cuanto más tiempo dedicó a Dios, mayor es la tranquilidad de espíritu que encuentro en mi vida y más me centro en lo que es importante -como es tratar a mi familia y amigos de forma honorable, trabajar duro en mi trabajo, dar caridad con compasión y generosidad y mantener mi integridad.
Recordar a Dios durante el día, mediante la oración y la invocación, realmente pule el corazón como nos enseña el Hadiz; borras las obstrucciones que impiden la creencia en su forma más pura.
“Realmente cuando el hombre ama algo, lo menciona repetidamente; y cuando menciona repetidamente una cosa, incluso aunque eso sea pesado, lo ama”, escribe Al Ghazali.
Fuente: http://www.huffingtonpost.com Traducido y editado por Nuevos M