Por: Abu Amina Elias
El mindfulness en el Islam (muraqabah), el estado de atención y conciencia plena, es el estado de ser consciente de uno mismo en relación con Allah. Es lo opuesto a la falta de atención, negligencia y olvido (ghaflah). Todos sabemos que debemos ser más conscientes en nuestras oraciones, actos de adoración y vida cotidiana, pero ¿qué podemos hacer exactamente para cultivar este estado positivo de ser?
La atención y conciencia plena es una habilidad como cualquier otra habilidad, por lo que requiere práctica y autodisciplina para fortalecerla a largo plazo. La herramienta principal para cultivar el mindfulness son ejercicios de meditación específicos diseñados para entrenarnos para captar nuestra mente errante y devolverla a Allah. Pero esta práctica debe combinarse con el conocimiento de la naturaleza del pensamiento, para así aumentar nuestra conciencia de cómo funcionan los pensamientos y qué podemos hacer para controlar mejor nuestra reacción a ellos.
Al-Ghazali explica esta meditación tal como se practicaba en el Islam clásico:
Dejad, por lo tanto, que se encierre en su rincón privado, limitándose a las obligaciones religiosas y los actos supererogatorios. Permitirle sentarse y vaciar su corazón de toda preocupación: ni pensamientos dispersos de recitar el Corán, ni reflexionar sobre su explicación, ni los libros de tradiciones proféticas, ni ninguna otra cosa. Permitirle esforzarse por no pensar en nada relacionado con sus asuntos, excepto pensar en Allah, Todopoderoso; que continue sentado en reclusión mientras repite el nombre de Allah constantemente, con presencia de corazón.. Sobre esto, si sus intenciones son ciertas, sus preocupaciones están en orden, y mejora su diligencia, entonces no gravitará a sus deseos básicos ni estará preocupaado por su diálogo interno ocioso (hadiz al-nafs) relacionado con el mundo. La realidad de la verdad brillará en su corazón. (Iḥyā ’Ulūm al-Dīn 19/3)
En otras palabras, un musulmán debe retirarse a su habitación en soledad con la intención de silenciar la mente de los pensamientos aleatorios y el diálogo interno. Esto se puede hacer en tan solo 5-10 minutos al día. Uno debe centrarse en Allah como el objeto de su atención, siendo consciente de si mismo en relación con Él y acostumbrándonos a sentir este estado de atención plena. Este ejercicio no solo enriquecerá nuestras vidas espirituales, sino que también beneficiará nuestro bienestar físico, mental y emocional.
Los pensamientos comenzarán a surgir durante la meditación en un proceso de cinco pasos:
1) Hayis, un repentino pensamiento fugaz.
2) Jatir, un pensamiento al que damos nuestra atención.
3) Hadiz al-Nafs, hablar con uno mismo sobre el pensamiento.
4) Ham, decisión de actuar sobre el pensamiento.
5) ‘Amz, determinación de actuar sobre el pensamiento.
Mientras meditamos, observamos nuestros pensamientos desde una perspectiva neutral a medida que se desarrollan durante este proceso. Idealmente, nos gustaría poder percibir nuestros pensamientos en las etapas iniciales de hayis y jatir, antes de que se desarrollen más y comencemos a hablar con nosotros mismos. Una vez que la mente comienza a vagar de esta manera, como lo hará naturalmente, uno debe regresar a un estado de atención plena diciendo el nombre de Allah u otra súplica de la Sunnah.
A veces, el Profeta, que la paz sea con él, se distraía y olvidaba a Allah por un breve momento, por lo que le pedía perdón a Allah como una forma de anclar su atención y restaurar su recuerdo.
Al-Aghar al-Muzani transmitió que el Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:
Verdaderamente, a veces hay niebla sobre mi corazón, así que busco el perdón de Allah cien veces en un día. (Ṣaḥīḥ Muslim 2702, Grado: Sahih)
Al-Nawawi comentó sobre esta tradición, escribiendo:
Se dice que significa que el Profeta, que la paz sea con él, tenía intervalos de distracción del recuerdo de Allah, ya que recordar era su estado normal. Cuando tenía un período de inatención o distracción, lo consideraba una faltany buscaba el perdón por ello. (Sharḥ al-Nawawī ‘alá Ṣaḥīḥ Muslim 2702)
Cuando estamos en una meditación con atención y conciencia plena, podemos usar frases similares de la Sunnah, un nombre de Allah, una súplica, etc., para devolver nuestra atención a Allah tan pronto como notemos que nuestra mente vaga. Esto se llama anclar nuestra atención, porque con el tiempo nuestras mentes asociarán estas frases con la sensación de estar atentos. Cada vez que recuperamos nuestra mente errante a través del anclaje, es como hacer una flexión mental. Fortalece nuestra atención como si fuera un músculo en el cerebro. Es tan simple como eso.
El propósito de la meditación no es suprimir nuestros pensamientos, ya que esto es imposible y contraproducente. Más bien, el objetivo es tomar conciencia de nuestros pensamientos a medida que surgen, observarlos y permitir que se alejen mientras volvemos nuestra atención a Allah. Los pensamientos son como olas. Inevitablemente aparecerán, pero desaparecerán si los dejas en paz. Una vez que los entretienes o intentas alejarlos, solo hace que las olas sean más turbulentas.
Ibn al-Qayyim comparaba pensamientos aleatorios en la mente errante con los peatones que eventualmente desaparecerán si los ignora:
Sepan que los pensamientos que pasan no son dañinos; de hecho, solo son perjudiciales si son buscados y entretenidos. Porque un pensamiento es como un transeúnte en el camino; si lo ignoras, pasará y se alejará de ti. (al-Jawāb al-Kāfī 1/157)
En este sentido, no estamos definidos por nuestros pensamientos y no debemos identificarnos con nuestros pensamientos, una realización que los psicólogos llaman defusión cognitiva. Los pensamientos surgen naturalmente, a veces de las profundidades del ego (nafs) pero otras veces de la inspiración de los ángeles o Shaytan.
Allah dice:
Hemos creado al hombre y sabemos lo que su alma le susurra. Estamos más cerca de él que su propia vena yugular. (Corán, 50:16)
Abdullah ibn Mas’ud transmitió que el Mensajero de Allah, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:
En verdad, Shaytan tiene influencia con el hijo de Adán y el ángel tiene influencia. En cuanto a la influencia de Shaytan, él promete el mal y niega la verdad. En cuanto a la influencia del ángel, él promete bondad y afirma la verdad. Quien encuentre esta bondad, que sepa que viene de Allah y que alabe a Allah. Quien encuentre algo más, que busque refugio en Allah del maldito Shaytan.
Entonces, el Profeta, que la paz sea con él, recitó el verso:
El Shaytán os infunde temor con la miseria y os manda la avaricia, pero Allah os promete perdón de Su parte y favor. (Corán, 2:268) (Sunan al-Tirmidhī 2988, Grado: Sahih)
Muchos de nuestros pensamientos se originan en fuentes externas en el sentido más literal. Los malos pensamientos que nos animan a cometer malas acciones o que nos aterrorizan provienen de los Yinn diabólicos. Por lo tanto, no debemos verlos como provenientes de nuestra esencia, ni debemos juzgarnos negativamente simplemente por experimentarlos.
En base a esta idea, nuestra meditación mindfulness -con atención y conciencia plena- nos entrena para poner distancia entre nosotros y nuestros pensamientos, para que podamos observarlos mejor y controlar nuestra reacción a ellos. Esto se llama encontrar el espacio de reacción. Si un pensamiento es de beneficio, podemos perseguirlo en nuestros propios términos. Si un pensamiento es dañino, podemos ignorarlo volviendo nuestra atención a Allah a través del anclaje.
Tener acceso al espacio de reacción es una bendición de Allah, mientras que la falta de este espacio le da a Shaytan una ventaja sobre nosotros.
Anas ibn Malik transmitió que el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:
La deliberación es de Allah, y la imprudencia es de Satanás. (al-Sunan al-Kubrá 18651, Grado: Hasan)
Ta’anni (deliberación) significa ser cuidadoso y tomarse el tiempo para reaccionar adecuadamente. ‘Ayalah (imprudencia) significa reaccionar de manera descuidada, imprudente y avasalladora. A medida que nos entrenamos para observar nuestros pensamientos en la meditación con atención y conciencia plena, esto nos ayudará a expandir el espacio de reacción y, por lo tanto, a aplicar la deliberación adecuada antes de actuar. Nos impedirá reaccionar de manera extrema a estados emocionales fuertes como la ira o el dolor.
Según algunos de los primeros musulmanes, aprender a ser mindfull de Allah -tener conciencia de Él- con respecto a nuestros pensamientos más íntimos es la clave para obtener su protección contra el mal en el mundo y en el Más Allá.
Al-Qushayri escribe: Algunos de los predecesores dijeron: Quien tenga en cuenta a Allah Todopoderoso en sus pensamientos, Allah lo protegerá en sus extremidades. (al-Risālat al-Qushayrīyah 1/330)
En resumen, la atención y conciencia plena de Allah, o mindfulness en el Islam, se puede cultivar a través de una meditación específica diseñada para ayudarnos a controlar cómo reaccionamos a nuestros pensamientos. Las ideas centrales de esta práctica incluyen el conocimiento de cómo se desarrollan los pensamientos, anclar la atención y conciencia plena mediante el uso de súplicas para devolver nuestra atención a Allah, la defusión cognitiva o la disociación de nuestra identidad de nuestros pensamientos, y expandir el espacio de reacción o la cantidad de tiempo entre el pensamiento y la reacción. Esta práctica puede enriquecer nuestras vidas espirituales, así como beneficiar nuestro bienestar físico, mental y emocional.
Fuente: Abu Amina Elias / Traducido con ligeras modificaciones editoriales por newmuslim.net