Por: Imad-ad-Dean Ahmad, Ph.D
Se está librando una guerra, con extremistas a ambos lados, sobre el tema de la circuncisión. Por un lado, fanáticos laicos cuya antipatía hacia la religión los ha inducido a llevar a cabo una cruzada contra todas las formas de circuncisión, incluida la circuncisión masculina, como una forma de abuso infantil. Por otro lado, hay tradicionalistas ignorantes que han atribuido a las creencias del Islam tradiciones culturales que implican formas horribles de mutilación genital femenina (MGF, que defienden como una forma de “circuncisión femenina”). Entre los extremos hay muchas personas bienintencionadas confundidas acerca de la naturaleza real de la evidencia científica y las prescripciones religiosas con respecto a todo tipo de prácticas que involucran cualquier forma de corte en las áreas genitales.
En este artículo nos concentramos en la mutilación genital femenina. La circuncisión masculina es claramente una tradición musulmana. Aunque no está prescrito en el Corán, fue aprobada por el Profeta y él mismo fue circuncidado. Las consecuencias beneficiosas para la salud de la circuncisión masculina son ampliamente conocidas, aunque algunos grupos médicos han empezado a dudar si son lo suficientemente grandes como para justificar el hecho de que los bebés sean circuncidados “contra su voluntad”. Dejamos este debate para otro momento y lugar y lo mencionamos aquí solo para que el lector no especializado sepa que existe un contexto más amplio en el debate sobre la mutilación genital femenina, que es el debate sobre si toda circuncisión, incluida la de los hombres, constituye abuso infantil. Nos limitamos aquí al tema de la mutilación genital femenina y dejamos los debates sobre la circuncisión masculina.
Una discusión concisa del tema principal requiere un prólogo detallado para aclarar algunos asuntos relacionados con la naturaleza de la ley islámica y los términos médicos utilizados para identificar las diversas formas de mutilación genital femenina. Comprender los antecedentes del asunto permitirá al lector comprender la posición islámica sobre esta cuestión.
Debe entenderse que la ley islámica tiene una tradición bien definida de jurisprudencia. Las fuentes de la ley islámica incluyen tanto la revelación como la razón. Los esfuerzos de los estudiosos para lograr la comprensión del sharia (es decir, la Ley Divina) a través de varias herramientas (que no detallaremos aquí) se llama iytihâd.
Un aspecto fundamental de la ley islámica es que lo que no está prohibido está permitido. Esto genera una gran tolerancia en la ley religiosa. Como resultado de esta tolerancia, muchas prácticas pre-islámicas no fueron inmediatamente erradicadas por el Islam. Cuando tales prácticas llegaron a ser impopulares (o pasadas de moda) en siglos futuros, la tolerancia de la jurisprudencia islámica fue descrita erróneamente por los enemigos del Islam como “atrasada”. Esto es como si alguien de una clase alta de la sociedad condenara la tolerancia de los Estados Unidos a que entre sus jóvenes haya quien decida ponerse piercings como prueba de la “barbarie” de la ley estadounidense. Sería sabio recordar que hay una gran carga de pruebas que el Islam impone a quienes desean prohibir una práctica, y que el requisito de tal prueba es una fortaleza de la ley islámica. La tolerancia es una fortaleza, no una debilidad.
Aunque no hay ninguna referencia a la circuncisión en el Corán, existe una tradición bien establecida de la circuncisión masculina en el Islam como parte de la Sunnah. En la tradición abrahámica, este acto se entiende como el cumplimiento de un pacto con Dios, pero además también existen muchas razones de salud para hacerlo. Sin embargo, no hay ningún mandato para la circuncisión femenina, ni en el Corán, ni en la Sunna y las transmisiones tradicionales (llamadas hadices), ni en la teoría médica.
Aunque la circuncisión femenina no es obligatoria, una tradición de autenticidad cuestionada permite (pero no fomenta) la extracción de un segmento minúsculo de piel del prepucio femenino, siempre que no se haga daño:
Una mujer solía realizar la circuncisión en Medina. El Profeta, la paz sea con él, le dijo: ‘No cortes con severidad, ya que es mejor para una mujer y más deseable para su marido’. (Sunan Abu Dawûd, Libro 41, n. ° 5251).
No debemos tomar muy en cuenta esta transmisión, ya que Abu Dawud (el compilador) la clasifica como “débil”. No obstante, claramente prohíbe la severidad en la circuncisión y basa tal limitación tanto en el potencial de dañar a la mujer como en el potencial para que disfrute menos con su esposo. Sin embargo, a pesar de la restricción contra la severidad, el Profeta no prohibió aquí la circuncisión por completo.
Permitir tal ritual constituye un acto de tolerancia por parte de la ley islámica para prácticas pre-islámicas, y puede ser anulado por la prohibición islámica contra los actos que causan daño. Considere, por ejemplo, que la ley islámica protege el derecho de la mujer al disfrute sexual, como lo demuestra el hecho de que una mujer tiene derecho a divorciarse con el argumento de que su marido no le brinda satisfacción sexual. De ello se desprende que la ley islámica prohíbe la clitoridectomía (extirpación parcial o completa del clítoris) o la infibulación (extirpación parcial o total de los genitales externos y la sutura/estrechamiento de la abertura vaginal) o cualquier mutilación genital que afecte la capacidad de la mujer de disfrutar de relaciones sexuales relaciones. Tales prohibiciones son consistentes con la advertencia del Hadiz contra la severidad en la circuncisión femenina.
De hecho este es el caso, y el consenso de la gente de conocimiento es que la mutilación genital femenina está prohibida en el Islam.
Si la ley islámica no exige ni fomenta, sino que prohíba la mutilación genital femenina y solo tolera la forma más leve de circuncisión (y solo si no producen efectos adversos en la niña), entonces ¿cómo es posible que tantas personas de ciertos países con gran cantidad de musulmanes insisten en que los actos salvajes que exceden estos límites no solo están permitidos, sino que también lo exigen las leyes islámicas? La respuesta es obvia cuando uno se da cuenta de que los cristianos de muchos de estos países también insisten en que esta práctica también es un mandato de su religión. La gente a menudo confunde las tradiciones enraizadas en la cultura local con los requisitos religiosos.
Para los musulmanes, la cliterodectomía y la infibulación deben considerarse prácticas prohibidas y su oposición debe ser parte de nuestro mandato continuo de luchar contra la superstición y la opresión. En cuanto a la forma más leve de circuncisión femenina, los riesgos para la capacidad futura de la niña de disfrutar de relaciones sexuales con su marido deben ubicarse en el mejor de los casos en la categoría de prácticas de makrûh (no recomendadas). Como no tiene ningún valor higiénico ni religioso, no hay justificación para que los musulmanes participen en esta práctica dolorosa y potencialmente dañina, y sería mejor evitarla por completo.
Fuente: http://www.minaret.org/ Traducido y editado por NewMuslim.net