Por: Hiba Khan
Desde nuestra infancia hasta que dejamos esta vida estamos condicionados a pensar en las formas de este mundo. Un mundo que se caracteriza por sus límites, que es finito por naturaleza. Desde la colosal estrella que da luz a nuestro días, nos provee con las condiciones necesarias para la vida y nos mantiene en órbita a las células que constituyen los cuerpos que habitamos, todo a nuestro alrededor es limitado. Llegará un día en el que el sol se apagará, así como la materia de la que están hechos nuestros cuerpos volverá a ser polvo. Vemos límites, fronteras y espacios que lo abarcan todo, desde los residuos fósiles al concepto del tiempo y a nuestros estructuras auto-impuestas. Solo es posible, físicamente, para un número de nosotros entrar en la universidad o conseguir un trabajo determinado, independientemente de la aptitudes personales y el potencial.
En este mundo de límites donde todo tiene una fecha de final; es sorprendente que el único lugar donde no hay límite, donde no hay competición, que no está definido por un número, un espacio o una posición, es el jannah, el Jardín. Aquí no habrá decepciones porque no has entrado dentro del cupo de los 60,000 elegidos; no competimos unas contra otros porque los espacios en él son limitados. Junto a Allah, exaltado sea, no hay límites, porque Él es el Ilimitado.
No hay fronteras o límites en lo que Le concierne; un concepto que a nuestras mentes les cuesta entender puesto que han sido creadas con límites. A pesar de esto, lo que solemos olvidar es que nuestras almas y nuestros corazones espirituales, la esencia de lo que somos, pertence a otro reino: el reino de su Señor, quien es Infinito, Absoluto, Eterno e Ilimitado. Nuestro atributos no físicos no pueden ser categorizados y condenados a la naturaleza de este mundo. El amor de Allah hacia nosotros no tiene límites, Su misericordia no tiene principio ni final, y es de esta naturaleza de la que el concepto de lo incondicional emerge. Nuestras almas, es su esencia, pueden ser recipientes de esta misericordia ilimitada y este amor, si Él así lo desea.
Imagina un grifo cuya fuente es un lago. El agua saldrá del grifo mientrs allá agua en el lago, puede que por días, quizás durantes semanas, hasta que el lago se seque. Ahora imagina un grifo conectado a un océano. El agua saldrá del grifo durante años, pero, evetualmente, hasta el más inmenso de los océanos se secará. Pero, si hubiese una fuente de agua infinita, en la que cada gota que sale del grifo no hace que disminuya la cantidad de agua, entonces el agua fluiría para siempre. Sabemos que la producción depende directamente de la fuente. Sin duda, las características de lo que provee se ven reflejadas en lo proveído.
Nosotros somos como el grifo: si nos conectamos a una fuente limitada, independientemente de cuán grande o vasta sea esta, un día no quedaremos secos. Nuestro amor y nuestra misericordia dejarán de fluir mientras nos cansamos y nos desgastamos. Pero si nuestra fuente es infinita y sin final, sin necesidad de ser rellenada o renovada porque es perfecta y completa, nuestras almas podrán realmente cumplir con su más elevado cometido. Nuestras almas podrán actuar como recipientes del fenómeno más puro y hermoso en la existencia física y espiritual. Si nos conectamos y abandonamos totalmente a Allah, exaltado sea, solo entonces seremos capaces de canalizar amor y misericordia de forma incondicional hacia otros.
Debemos liberarnos de las ataduras con las que se nos ha programado acerca de cómo hemos de pensar en este mundo. Dejemos de aplicar estrechas e imperfectas limitaciones y restricciones a aquello que está por encima de todo límite, y entonces no tendremos miedo, ni necesitaremos ser cautos, ni tendremos razón para para no dar a aquellos que nos encontramos en el camino. Porque todo es de Él y para Él, ya sea bondad con un miembro de nuestra familia o compasión con un extraño que nos encontramos en la calle; nuestros corazones estarán plenos y contentos. Es Él quien recompensa, quie da sin mesura, cuya bondad y sutileza lo envuelva todo.
Incluso cuando nuestros cuerpos se conviertan en uno con la tierra de la que vienen, incluso cuando el brillo del sol de apague, todo lo que dimos de amor y misericordia permanecerá.
Fuente: www.virtualmosque.com Traducido con ligeras modificaciones editoriales por New Muslims