Nuestra relación con el Corán y cómo lo entendemos (4/4)

Por: Spahic Omar

Enfatizar e insistir, en el actual clima intelectual y espiritual musulmán, en tratar con el Corán solo en términos del número de secciones recitadas (juz’) o capítulos (surah) al día, o los números de khatm al-Qur’an (recitación de todo el Corán) en un mes o un año, especialmente para el público en general y en las sociedades no árabes, es totalmente inadecuado. Todas las tradiciones y relatos que se refieren a los magníficos actos de leer, recitar e incluso memorizar la totalidad o partes sustanciales del Corán, apuntan a la importancia de la correcta comprensión, apreciación e implementación del Corán en la vida, actividades e interacciones de las personas. Leer, recitar y memorizar constantemente el Corán, además de imprimirlo, promocionarlo y distribuirlo, debe representar meros medios, métodos y estrategias adecuads para alentar y facilitar objetivos aún más dignos y justos: la relfexión, entendimiento e implementación, en la medidad de las capacidades de cada uno, del Corán.

El objetivo final de cada musulmán debería ser convertirse en un “Corán andante”, como lo fue el Profeta (es decir, que debe personificar en su comportamiento y costumbres generales la cosmovisión, los valores y las enseñanzas del Corán). De esta manera, el modelo ejemplar del Corán se transportará al mundo de los sistemas de vida y realidades corporales. Así el Corán cobrará vida y abordará de frente y resolverá los mayores desafíos y los enigmas a los que se enfrenta el hombre y sus sistemas de vida y organizaciones. Al no reducirse a solo una teoría, el Corán también sera visto a como un milagro viviente y un plan viable para todas las empresas civilizacionales posibles del hombre.

No obstante, es la naturaleza del Corán como el milagro final y eterno de Allah para las personas, que ofrece a sus lectores y estudiantes solo lo que realmente desean y están preparados para obtener. Por lo tanto, hay personas que leen mucho el Corán, pero no reciben nada o muy poco. Eso es así porque en realidad nunca quisieron más del Corán. Algunas personas, por otro lado, obtienen mucho del Corán solo porque es lo que querían desde el principio. En resumen, es justo que las personas obtengan lo que desean sinceramente y para lo que están equipadas.

De ello se deduce que, dado que los corazones humanos son los recipientes del Corán (al-Shu’ara ‘,194; al-Baqarah,97), solo aquellos cuyos corazones se han purificado pudien captar y acomodar la pureza y la inviolabilidad del Corán, la sabiduría divina y los mensajes. Los beneficios que obtiene una persona a partir del Corán siempre serán proporcionales a la pureza de su corazón. La lengua y la mente no son los recipientes del Corán. No son más que estaciones o grados a través de los cuales el Corán pasa es su viaje hacia su destino final, el corazón, dejando su impacto y marcas en cada una de esas estaciones. Eso es una implicación de los siguientes versos del Corán:

Que es una Recitación noble en un Libro oculto que no tocan sino los purificados. Revelación descendida por el Señor de todos los mundos. (al-Waqi’ah, 77-80).

Allah también dice, vinculando la contemplación del Corán con los corazones humanos:

¿Acaso no meditan el Corán o es que tienen cerrojos en el corazón?. (Muhammad, 24).

Al leer o estudiar el Corán, toda persona debe tener en cuenta que el Corán ha sido revelado a través del Profeta Muhammad, que la paz sea con él, directamente a él. Cada palabra es el discurso directo de Allah (comunicación), o revelación, a él. Por lo tanto, toda persona debe prepararse para este modo de comunicación, principalmente eliminando cualquier obstáculo espiritual y mental que pueda interponerse entre él y el Corán y, por lo tanto, impedir la recepción. Puede tratar de imaginarse a sí mismo solo en la cueva de Hira (el lugar de la primera y más dramática revelación al Profeta) como telón de fondo de la comunicación. También necesita desconectarse de este mundo físico y tratar de conectarse con el plano metafísico, un mundo de un orden superior de cosas y significados, tanto como sea posible.

Después de cada verso, o conjuntos de versos más cortos, la persona debe detenerse e intentar comprender qué es exactamente lo que Allah le estaba transmitiendo, en particular, utilizando traducciones, comentarios del Corán e incluso libros secundarios y referencias apropiados como ayuda. La ayuda de eruditos de confianza también puede ser buscada. Sin lugar a dudas, aparte de los mensajes generales, hay mensajes coránicos específicos para todos y cada uno de nosotros. Debemos buscarnos a nosotros mismos y a nuestros casos existenciales específicos en el mar infinito de la sabiduría coránica. No hay que apresurarse a pasar a los versos subsiguientes hasta que los anteriores se hayan entendido y actuado adecuadamente. Mientras tanto, sin embargo, la persona puede embarcarse en lecturas ocasionales y superficiales esporádicas, para gratificar su impulso interno, el cual se verá obligado a intensificarse por algunas tendencias religiosas ubicuas, pero el primer enfoque debe de seguir siendo su prioridad sin importar cuán lento, prolongado y desafiante puede ser. Esto puede y debe convertirse en parte integral de la misión de la vida, ya que no hay nada mejor y más gratificante que ser un estudiante eterno del Corán.

Por las razones anteriores, los versos del Corán se llaman ayat – plural de ayah – que significa “signos”. Entonces, como un libro de signos revelados, el Corán debe leerse, explorarse, contemplarse y ponerse en práctica meticulosamente. Junto con la lectura y exploración de los signos (ayat) del mundo natural y físico, un musulmán armado con el Corán en su corazón tiene a su disposición cuanto necesita para desentrañar algunos de los misterios más grandes de la vida y para avanzar con confianza hacia la realización final de su misión y propósito de vida. Esta integración entre los ayat (signos) del Corán y los ayat (signos) de la existencia física ha servido a los musulmanes en el pasado como un marco conceptual para su despertar y progreso cultural y civilizacional. Durante este proceso se escribieron algunos de los capítulos más espléndidos en la historia de la producción de la civilización humana y el ingenio.

Y, sin duda, también para los musulmanes contemporáneos y sus crecientes desafíos sin precedentes, los métodos de integración entre la revelación y la razón, la ciencia y la religión, la materia y el espíritu, el cuerpo y el alma, los cielos y la tierra, es decir, entre los ayat (signos) del Corán revelado (al-qur’an al-tadwini) y los ayat (signos) de la existencia física o el “qur’an” ontológico o cósmico (al-qur’an al-takwini) -siempre será lo mas efectivo Sin embargo, no hay modelos prescritos de integración. Lo que en todo momento será necesario es la voluntad, motivación, apertura mental, dedicación, trabajo duro, liderazgo y una cultura de excelencia integral de las personas, en cada tiempo produciendo sus propios protagonistas y modus operandi.

La noción anterior está encapsulada en la siguiente tradición:

‘A’ishah, la esposa del Profeta, narró que una noche el Profeta, que la paz sea con él, se puso de pie en oración y lloró hasta que su barba se mojó. Se postró y lloró hasta humedecer el suelo. Luego se acostó de lado y lloró. Cuando Bilal vino a alertar al Profeta, que la paz sea con él, por la oración del Amanecer (Fajr), dijo: “¡Oh Mensajero de Allah! ¿Qué te hace llorar, cuando que Allah te ha perdonado tus faltas anteriores y posteriores?” Él dijo: “¡Oh Bilal! Qué me impide llorar, cuando esta noche, esta ayah (verso coránico) me fue revelada:

Es cierto que en la creación de los cielos y la tierra y en la sucesión del día y la noche, hay signos para los que saben reconocer la esencia de las cosas. (Alu’ Imran, 190)

El Profeta, que la paz sea con él, luego dijo: “¡Ay de quien lo recita pero no lo contempla!”. (Tafsir Ibn Kathir)


Fuente: https://medinanet.org Traducido y editado por NewMuslim.net

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