Cuando Heraclio preguntó acerca del Profeta Muhammad

Heraclio, el Emperador bizantino.

Heraclio, el Emperador bizantino.

Por: Equipo Editorial

Abu Sufián bin Harb fue uno de los hombres más poderosos en Meca. Tras la Batalla de Badr, se convirtió en el líder de los Quraish, y era el marido de la famosa Hind bint Utbah, quien ordenó a su esclavo etíope matar a Hamza, el tío del Profeta, en la Batalla de Uhud. Fue un fervoroso oponente del Profeta Muhammad (la paz sea con él), sin embargo aceptó Islam libremente tras la pacífica conquista de Meca. Fue un hombre talentoso, que tuvo un papel muy importante en varias campañas militares tras la muerte del Profeta.

El siguiente hadiz (Sahih Al-Bujari, Libro de la Revelación, número 7) cuenta la historia de cuando Abu Sufián fue citado por Heraclio, el Emperador bizantino, para que contestase a una serie de preguntas acerca del Profeta Muhammad (la paz sea con él), con motivo de una carta que el Profeta le había enviado invitando al Emperador a abrazar el Islam. En el momento que ocurrió este encuentro, Abu Sufián era todavía enemigo del Profeta, y coincidió que se encontraba en tierras bizantinas por negocios.

El hadiz acerca del Encuentro entre Heraclio y Abu Sufián

Y de Ibn ‘Abbas también, que Allah esté complacido con ambos que Abu Sufián bin Harb le contó que Heraclio lo mandó llamar cuando se encontraba en una caravana de los Quraish que estaban comerciando en las tierras de Sham durante la tregua concedida a Abu Sufián y los incrédulos de Quraish por parte del Mensajero de Allah, que Allah le dé Su gracia y paz. Y así acudieron a Iliyá (Jerusalén) donde estaban.

Entonces los llamó y a su alrededor tenía a los más nobles de los romanos, y llamó también a un traductor y dijo: “¿Cuál es de vosotros es el más cercano en linaje de ese hombre que dice ser Profeta?”. Dijo Abu Sufián: “Y dije: Yo soy el más próximo”. Dijo (Heraclio): “Traedlo cerca de mí, acercad a sus compañeros y ponedlos detrás de él”. Luego dijo a su traductor: “Diles que yo le preguntaré acerca de ese hombre y que si me miente, que ellos lo desmientan”. “¡Juro por Allah!”, dijo Abu Sufián, “que de no haber sido por la vergüenza de que me dejaran por mentiroso habría mentido sobre él”. Luego lo primero que preguntó sobre él, al que Allah le dé su gracia y paz, fue: “¿Cómo se considera su linaje entre vosotros?”. Dije: “Él es de buen linaje entre nosotros”. Dijo: “¿Y alguno de vosotros había dicho antes lo mismo que dijo él?”. Dije: “No”. Dijo: “¿Ha habido algún rey entre sus antepasados?”. Dije: “No”. Dijo: “¿Lo siguieron los más nobles o los más humildes de la gente?”. Dije: “Los más humildes”. Dijo: “¿Y van aumentando o disminuyendo?”. Dije: “Van aumentando”. Dijo: “¿Hay alguno que haya apostatado por descontento con su religión después de haber entrado en ella?”. Dije: “No”. Dijo: “¿Lo acusaban de mentir antes de decir lo que dijo?”. Dije: “No”. Dijo: “¿Ha traicionado?”. Dije: “No, nosotros estamos en tregua con él y no sabemos que hará”. Prosiguió Abu Sufián diciendo: “Y no me fue posible decir nada donde poder introducir algo (en su contra) excepto esto último”.

Dijo: “¿Y le habéis combatido?”. Dije: “Sí”. Dijo: “¿Y cómo ha sido vuestra lucha contra él?”. Dije: “La guerra tiene variada fortuna entre nosotros, unas veces gana él, otras nosotros”. Dijo: “¿Y qué os ordena?”. Dije: “Dice: ‘Adorad a Allah, Él Solo sin asociar nada con Él, y dejad lo que adoraban vuestros padres’; y nos ordena practicar la oración (la salat), ser veraces, honestos y mantener los lazos de consanguinidad”.

Y le dijo (Heraclio) al traductor: “Dile: ‘Te he preguntado acerca de su linaje y has mencionado que es de buen linaje entre vosotros, y de igual modo los Mensajeros son enviados dentro del linaje de su gente. Te he preguntado si alguno de vosotros había dicho antes lo mismo que él, y dijiste que no. Y yo digo que si hubiera habido alguien que hubiera dicho lo mismo antes que él, yo diría que es un hombre que copia algo que se ha dicho antes. Y te pregunté si había habido algún rey entre sus antepasados y dijiste que no. Y digo que si hubiera habido entre sus antepasados algún rey, diría que es un hombre que busca el reinado de su antepasado. Y te pregunté si lo acusabais de mentir antes de haber dicho que lo ha dicho y me dijiste que no; por lo que he sabido que alguien que no difunde la mentira sobre la gente no iba a mentir sobre Allah.  Y te he preguntado si lo seguían los más nobles de la gente o los más humildes y has respondido que lo siguen los más humildes; y, en efecto, ellos son los seguidores de los Mensajeros. Y te pregunté si aumentaban o decrecían y contestaste que aumentaban y así ocurre con la creencia hasta que se completa. Y te pregunté su alguno apostata por descontento con su religión  después de haber entrado en ella, y contestaste que no; y así ocurre con la creencia cuando su deleite cala en los corazones. Y te pregunté si traicionaba y dijiste que no, y del mismo modo los Mensajeros no traicionan. Y te pregunté qué os ordenaba, y dijiste que os ordena adorar a Allah, Él Solo sin asociar nada con Él, y os prohíbe la adoración de los ídolos y os ordena la oración (la salat), ser veraces y honestos. Y si lo que dices es verdad, él tomara posesión sobre el lugar en el que están mis pies. Yo tenía conocimiento de su advenimiento, pero no podía imaginar que era de los vuestros. Y si supiera que llegaría hasta él, iría directamente a su encuentro, y si estuviera junto a él le lavaría los pies’”.

Luego pidió la carta del Mensajero de Allah, al que Allah le dé su gracia y paz, con la que fue enviado Dihia al gobernador de Basora; y se la entregaron a Heraclio que la leyó y decía lo siguiente: “En el nombre Allah, el misericordioso, el compasivo. De Muhammad, el siervo de Allah y Su Mensajero a Heraclio, soberano de los romanos: Paz para quien sigue la guía. Te invito con la palabra del Islam, sométete (hazte musulmán) y estarás a salvo y Allah te dará tu recompensa dos veces. Pero si das la espalda sobre ti recaerá el delito de tus súbditos.

“Di: ¡Gente del Libro! Venid a una palabra común para todos: Adoremos únicamente a Allah, sin asociarle nada y no nos tomemos unos a otros por señores en vez de Allah. Y si vuelven la espalda, decid: ¡Sed testigos de que somos musulmanes!”. (Aal ‘Imran 3:64).

Dijo Abu Sufián: “Y cuando dijo esto y hubo acabado de leer la carta; se originó en torno a él un gran tumulto, empezaron a vocear y nos sacaron de allí y le dije a mis compañeros: ‘Realmente el caso de Ibn Abi Kabshah (es decir, el Profeta Muhammad, al que Allah le dé su gracia y paz) está cobrando importancia, pues el rey de los Banul-Asfar, le teme’. Y no dejé de estar seguro de que vencería hasta que Allah hizo entrar en mí el Islam”.

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