Autor: Wardy Firdaws
Conocí – o mejor dicho, vi – al señor Knut por primera vez en la terraza de un café del centro de ciudad. Era primavera en Larache, una ciudad costera del norte de Marruecos, tranquila y sin grandes novedades. En realidad, yo no sabía quién era el señor Knut. Simplemente pasaba por ahí, cuando vi a un hombre de aspecto extranjero, rodeado por un grupo de chavales larachenses. Entre éstos, se sentaba un compañero mío de clase quien, al verme, me hizo señal que me acercara a la mesa. Todos los componentes del grupo nos conocíamos, más o menos: pertenecíamos a la misma ciudad, a la misma generación, a la misma problemática juvenil y al mismo “mal” de la edad adulta. Eran los últimos años de los sesenta, y mi compañero me presentó al extranjero como señor Knut, embajador de Suecia en Marruecos. Pero como yo tenía que irme a otros sitios, no podía quedarme mucho en la tertulia. Recuerdo que hablaban de los hippies y sus largos cabellos. Y sólo conservé en mi memoria una frase del señor Knut: ” A mi lo que me interesa de los hippies no son sus largas melenas, sino lo que tienen debajo de ellas”. Y eso fue todo. Me despedí casi apenas llegar.
Tuvieron que pasar más de treinta años antes de que volviera a encontrarme con el señor Knut. Yo me había trasladado a Europa, donde fijé mi residencia en España. Recuerdo que al final de una de mis conferencias sobre el mundo árabo-islámico, se me acercó un asistente y empezó a hacerme muchas y profundas preguntas acerca del tema de la conferencia. Como no disponía de suficiente tiempo para contestar a todas sus dudas, le invité a que me acompañara en mi próximo viaje a Marruecos. Ahí – en Larache, mi ciudad natal – le presentaría al Haj Mohamed Knut, exembajador de Suecia en Marruecos y uno de los millones de conversos al Islam que hay por el mundo. Él le hablaría y explicaría el camino que siguen los cristianos que se convierten a la religión musulmana. Y así fue cómo volví a ver al señor knut, ahora llamado Haj Mohamed Knut después de abrazar el Islam.
De aquel segundo encuentro, conservo dos datos que se desprendieron de nuestra conversación :
– el Hajj Knut estaba traduciendo el Corán a la lengua sueca;
– el Hajj Knut encontró en el Corán la respuesta a la gran pregunta – dilema que le había atormentado durante largos años : el origen del Mal.
No volví a tener noticias del Haj Knut hasta que me enteré de su fallecimiento y su entierro en el cementerio municipal de Larache.
De Allah somos y a Él hemos de volver (Sura de la Vaca, 2:156)