Autor: Aisha Stacey
El Profeta Muhammad, que la paz y las bendiciones de Dios sean con él, es un hombre amado por todos los musulmanes. Es honrado y respetado por muchos otros, y considerado influyente en asuntos tanto religiosos como seculares. Mahatma Ghandi lo describió como alguien escrupuloso respecto a las promesas, intenso en su devoción a sus amigos y seguidores, intrépido, audaz y con confianza absoluta en Dios y en su propia misión. Los musulmanes de todo el mundo lo consideran un ejemplo a seguir en su adoración a Dios y en sus relaciones con los demás.
La religión del Islam, como nos la enseñó el Profeta Muhammad, insta al trato amable y considerado hacia nuestros vecinos. Ellos merecen nuestro respeto y buen trato independientemente de su religión, raza o color. En un dicho narrado por Aisha (Sahih Al Bujari), esposa del Profeta Muhammad, se reporta que el ángel Gabriel insistió en que el Profeta Muhammad comprendiera la importancia del buen trato hacia los vecinos. El Profeta Muhammad dijo que en un momento llegó a pensar que el ángel Gabriel les otorgaría derechos de herencia a los vecinos, ya que tanta fue su insistencia en un trato amable y justo.
La misión del Profeta Muhammad fue simplemente transmitir el mensaje de Dios, Quien ordenó claramente el buen trato a los vecinos en el Corán.
“Adorad a Allah y no Le asociéis nada. Sed benevolentes con vuestros padres, parientes, con los huérfanos, pobres, vecinos parientes y no parientes, el compañero, el viajero insolvente y con vuestros esclavos. Allah no ama a todo arrogante jactancioso”. (Sura de las Mujeres, 4:36)
A los hombres y mujeres alrededor del Profeta Muhammad se les recordaban constantemente sus obligaciones con Dios y con los demás. El Profeta Muhammad fue escuchado con frecuencia exhortándolos a hacer el bien y a recordar sus obligaciones. Dijo: “Quien crea en Dios y en el Último Día, que no dañe ni moleste a su vecino…”. También recordó, no sólo a sus compañeros sino a todos los que lo seguimos, que un creyente en Dios no permite que su hermano o hermana tenga hambre o viva en condiciones lamentables. Hoy día, en una época en la que los ancianos mueren solos y olvidados, y cuando nuestros vecinos cercanos y lejanos sufren hambre, haríamos bien en recordar los ejemplos de nuestros predecesores rectos.
Cuando uno entiende realmente las enseñanzas del Islam, comienza a ver que si un miembro de una comunidad sufre, toda la comunidad está en conflicto. Después de la familia, los vecinos son las personas de las que dependemos en muchos casos de conflicto y calamidad, y en tiempos de necesidad. Una mala relación con los vecinos puede hacer la vida miserable. Es importante que la gente que comparte un vecindario sea capaz de confiar y depender unos de otros, sin importar su religión o etnia. Los vecinos deben sentirse seguros de que su honor y posesiones están a salvo. El Profeta Muhammad describió a un buen vecino como una de las alegrías en la vida de un musulmán. Él dijo: “Entre las cosas que traen felicidad a un creyente en esta vida están: un vecino justo, una casa espaciosa y un buen caballo” (Reportado con un Isnad Sahih por Al Hakim). Un buen vecino es uno que garantiza comodidad, seguridad y confianza. Por esta razón es importante que aquel que cree en la obediencia a Dios no escatime esfuerzos para ser un vecino considerado y generoso. El Profeta Muhammad advirtió a sus compañeros contra dañar o molestar a los vecinos.
En un dicho (hadiz) (Sahih Al Bujari.) que sigue vigente hoy tanto como hace 1 432 años, el Profeta Muhammad fue consultado respecto a una mujer que oró y ayunó más de lo obligatorio, y dio caridad con generosidad, pero que desafortunadamente no se abstuvo de hablar con dureza a sus vecinos. Él la describió como una de las moradoras del Infierno, quien sería castigada por esto. En el mismo dicho, se le preguntó sobre otra mujer que sólo cumplió con sus obligaciones y dio poca caridad, pero cuyos vecinos estaban a salvo de su lengua áspera y ella nunca ofendió a ninguno de ellos. El Profeta Muhammad la describió como una de las moradoras del Paraíso. La religión del Islam enfatiza mucho sobre la solidaridad de las familias, los vecinos y la comunidad en general.
El Islam insta continuamente a los creyentes a ser amables y considerados con los vecinos. ¿Qué sucede, sin embargo, si uno tiene un vecino que se comporta mal y que no muestra el respeto inherente a las enseñanzas del Islam? Un musulmán es paciente y tolerante y no guarda rencor. Un creyente se esfuerza por mejorar las relaciones rotas a través de la buena moral y los buenos modales, y con una actitud de perdón con la esperanza de que esto le traerá una gran recompensa de Dios. Un creyente soporta las molestias con tanta paciencia como es capaz. Si la situación se hace intolerable, hacer público el mal comportamiento puede ser un último recurso.
El Profeta Muhammad aconsejó una vez a un hombre que reuniera sus pertenencias en la mitad de la calle para indicar que no podía seguir viviendo junto a su vecino. El “mal vecino” se disculpó de inmediato y le pidió a su vecino que volviera (Sahih Al Bujari, Ibn Habban y Abu Dawud.). A nadie le gusta que su mal comportamiento se haga público, y esto es especialmente cierto en un musulmán, cuya religión le obliga a tener los más altos estándares morales. El Islam hace mucho énfasis en las cualidades del respeto, la tolerancia y el perdón, y estas cualidades mostradas a los vecinos son una demostración de los valores morales y las virtudes inherentes de la adoración al Único Dios Verdadero.
Fuente: http://www.islamreligion.com/es/articles/1775/