Autor: Profesor Dr. M. Selim Arik Funcionario del Directorio de Asuntos Religiosos de la República de Turquía.
Aunque la palabra “na-ka-ha” significa “añadir, unirse” o “establecer un contrato”, se emplea como un término que simboliza el “contrato de matrimonio” en la Jurisprudencia Islámica. Para que este contrato sea válido, en primer lugar, las dos partes (ambas o su representante) tienen que estar presentes. El matrimonio es imprescindible para la continuidad de una generación sana. De este modo, el matrimonio, siendo reconocido como un contrato civil en la Ley Islámica, también se considera como un acto de veneración. Según algunos eruditos, contraer matrimonio, realizar los deberes de una vida de matrimonio, servir para la felicidad de la casa, evitar los actos prohibidos que conducen a una vida decente y criar los hijos dándoles una educación religiosa y moral se considera más digno de alabanza que realizar actos supererogatorios de devoción aislándose de la sociedad(Ibn Abidin, 3:3).
Habiéndose iniciado con el profeta Adán, el matrimonio continuará hasta el Día del Juicio Final e incluso perdurará en el Paraíso. Si el matrimonio es una forma de adoración o no, este es un asunto que discutirán los eruditos religiosos. Mientras los Shafíes lo consideran como una tarea ordinaria; muchos eruditos, entre quienes está el Imán Abu Hanifa —uno de los alfaquíes más importantes—, consideran el matrimonio como una forma de veneración por sí mismo; e incluso señalaron que es más beneficioso que un acto supererogatorio de devoción. Mientras los Shafíes justifican su opinión indicando que “si el matrimonio fuera un acto de adoración, entonces los matrimonios de los no musulmanes no serían válidos” los Hanafíes lo objetan ya que los matrimonios de no los musulmanes son válidos para asegurar la continuidad de la vida en este mundo. Por lo tanto, hasta cierto punto, el matrimonio se puede considerar como un acto de veneración desde el punto de vista ya que proporciona un progreso adecuado para educar y encumbrar una generación excelente además de proteger nuestro nafs (ego) (Zuhayli, 9:32).
Cuando el Profeta comparó el acto de mantener a la mujer de forma legítima con dar limosna, (Bujari, Nikah, 15) indicó que el matrimonio es equivalente a un acto de veneración.
Por supuesto hay asuntos importantes que deben ser considerados al establecer este hogar sagrado basado en el matrimonio. El siguiente consejo del Profeta, dirigido especialmente a los jóvenes, sobre la elección del cónyuge es el principio fundamental de los matrimonios establecidos por motivos religiosos: “Contraemos matrimonio con una mujer por cuatro motivos distintos: su riqueza, su nobleza, su belleza o su religiosidad; elige el religioso para que te traiga prosperidad”(Bujari, Nikah, 15). En otro hadiz el Profeta dijo: “Tener cuidado con jadra-i diman“, a lo que sus compañeros preguntaron: “¿Qué es jadra-i diman, oh Mensajero de Dios?” y él respondió: “Es una hermosa mujer criada en el pantano (en un ambiente enrarecido y lejos de las virtudes islámicas)”(Ayluni, Nikah, 1:319-320). Por lo tanto, no se puede negar la influencia del ambiente donde se crece, así que los jóvenes que piensen en casarse deben averiguar y escrutar bien la familia del futuro esposo o esposa y las condiciones en las que creció, si quieren establecer una vida mejor tanto en este mundo como en el Más Allá. No deben pensar solamente en la riqueza, ni en el linaje de familia, ni tan siquiera en la belleza sino que deben seguir el consejo del Profeta en la elección de una mujer, y dar prioridad a la devoción religiosa. De este modo deben ser capaces de transformar su matrimonio en la felicidad de este mundo y del Más Allá.
El Profeta también dijo: “La condición más importante que ha de ser honrada es aquella en la que debéis hacer de vuestras mujeres legitimas esposas” (Bujari, Nikah, 52). Los eruditos islámicos consideraron estas condiciones como exigencias del matrimonio, tal y como tratar bien a las mujeres, proveer su subsistencia, su ropa y sus necesidades, y no privarla de ninguno de sus derechos. De la misma manera, los requisitos que debe cumplir la mujer y que también se encuentran dentro de estas condiciones son: tener el consentimiento del marido a la hora de salir de casa, no rechazar al marido cuando quiere estar con ella y no tener visitas las cuales no son aprobadas por el marido. Estas exigencias, aunque no sean mencionadas en el contrato de matrimonio se consideran aceptadas por ambas partes.
El Mensajero de Dios también animó a la gente a que se casara diciendo: “¡Oh jóvenes! aquellos de vosotros que alcanzáis la edad del matrimonio (que podéis permitiros contraer nupcias), casaros; ya que el matrimonio es el que protege los ojos de las cosas prohibidas y la decencia de la mejor manera”(Bujari, Nikah, 3). Los eruditos explicaron que el estado de alcanzar el matrimonio significa ser capaz de solucionar las dificultades y realizar los deberes de una vida de matrimonio. En cuanto a importancia se refiere la dote prometida en el contrato de matrimonio y los medios de subsistencia que han de mantenerse de por vida ocupan los primeros lugares de esta lista de requisitos.
Fuente: http://www.svida.com/