Por: Karen Amstrong
Hay 1.6 mil millones de musulmanes en el mundo y el Islam es la religión que más rápido crece. Si los malignos atentados que hemos presenciado desde el 11 de septiembre de 2001 fueran algo normal de esta creencia, y el Islam realmente inspirara y justificara tal violencia, su crecimiento y la creciente presencia de musulmanes en Europa y los Estados Unidos sería una perspectiva aterradora. Afortunadamente, este no es el caso.
La misma palabra Islam, que significa “entrega”, está relacionada con la palabra árabe “salam”, o paz. Cuando el Profeta Muhammad trajo la escritura que se le había inspirado, conocida como el Corán, a los árabes a principios del siglo VII A.D., una parte importante de su misión fue dedicada precisamente a poner fin a la clase de terror en masa que hemos venido presenciando. La Arabia Pre-islámica estaba atrapada en un círculo vicioso de guerra, en la que las tribus luchaban entre sí siguiendo un patrón de vendetta y contra-vendetta. Muhammad mismo sobrevivió a varios intentos de asesinato, y la primera comunidad musulmana escapó por poco del exterminio de la poderosa ciudad de La Meca. El Profeta tuvo que luchar una guerra mortal para sobrevivir, pero tan pronto como sintió que su pueblo estaba mínimamente seguro, dedicó su atención a la construcción de una coalición pacífica de tribus y logró la victoria mediante una ingeniosa e inspiradora campaña de no violencia. Cuando murió en 632, había llevado de forma única la paz a una Arabia antes devastada por la guerra.
Debido a que el Corán fue revelado en el contexto de una guerra constante, varios pasajes se refieren a la conducta que se debe tener cuando hay lucha armada. La guerra era un asunto extremo en la Península Arábiga. No se esperaba que un cacique perdonara a los supervivientes después de una batalla, y algunos de los mandamientos del Corán parecen compartir este espíritu. Los musulmanes son ordenados por Dios a “matadlos donde quiera que los encontréis” (4:89). A los extremistas como Osama bin Laden y compañia les gusta citar tales versos, pero lo hacen de manera selectiva. No incluyen las exhortaciones a la paz que en todos los casos siguen inmediatamente estos pasajes:
Y si se retiran y no os combaten y os ofrecen la paz… Allah no os da ningún medio de ir contra ellos. (4:90).
En el Corán, por lo tanto, la única guerra permisible es la de autodefensa. Los musulmanes no pueden comenzar las hostilidades (2:190). La guerra siempre es maligna, pero a veces hay que luchar para evitar el tipo de persecución que La Meca infligió a los musulmanes (2:191, 2:217) o para la preservación de valores (4:75, 22:40). El Corán cita la Torá, las Escrituras judías, que permite a las personas retaliar ojo por ojo, diente por diente, pero al igual que los Evangelios, el Corán sugiere que es meritorio renunciar a la venganza en un espíritu de caridad (5:45). Las hostilidades deben ser llevadas a su fin tan pronto como sea posible y deben cesar en el minuto que el enemigo demanda por la paz (2:192-3).
El Islam no es adicto a la guerra, y la yihad no es uno de sus “pilares”, o prácticas esenciales. El significado primario de la palabra yihad no es “guerra santa” sino “esfuerzo”. Se refiere al difícil esfuerzo que se necesita para poner en práctica la voluntad de Dios en todos los niveles -tanto personal como social y político. Hay un Hadiz -dicho- muy importante y muy citado, en el que Muhammad, la paz sea con él, dice a sus compañeros cuando vuelven a casa después de una batalla,
Estamos volviendo de la yihad menor [la batalla] a la yihad grande
La tarea mucho más urgente y trascendental de extirpar el mal de uno mismo, de su corazón y de su propia sociedad.
El Islam no se impuso por la espada. En una declaración en la que el árabe es extremadamente enfático, el Corán insiste:
No hay coacción en la práctica de Adoración (2:256).
Constantemente los musulmanes son exhortados y obligados a respetar a los judíos y cristianos, la “gente del libro”, que adoran al mismo Dios (29:46). En palabras citadas por Muhammad en uno de sus últimos sermones públicos, Dios le dice a todos los seres humanos:
¡Hombres! Os hemos creado a partir de un varón y de una hembra y os hemos hecho pueblos y tribus distintos para que os reconocierais unos a otros. (49:13)
No para convertir, subyugar, injuriar o matar, sino entendernos unos a otros con inteligencia y comprensión.
Entonces, ¿por qué esto atentados suicidas, el secuestro y la masacre de civiles inocentes? Lejos de ser endosados por el Corán, estas acciones violan algunos de sus preceptos más sagrados. Pero durante el siglo XX, la forma militante de “piedad” a menudo conocida como “fundamentalismo” estalló en cada una de las grandes religiones como una rebelión contra la modernidad. Todos los movimientos fundamentalistas que he estudiado en el judaísmo, el cristianismo y el islam están convencidos de que la sociedad liberal y secular está determinada a acabar con la religión. Los fundamentalistas Imaginan que luchan una batalla por la supervivencia y a menudo se sienten justificados para ignorar los principios más compasivos de su creencia. Pero al amplificar los pasajes más agresivos que existen en todas nuestras escrituras, distorsionan la tradición.
Sería un error tan grave considerar a Osama bin Laden como un auténtico representante del Islam como lo sería considerar a James Kopp, el presunto asesino de un proveedor de aborto en Buffalo, Nueva York, un típico cristiano o Baruch Goldstein, que mató a 29 fieles en una mezquita de Hebrón en 1994 y murió en el ataque, un verdadero mártir de Israel.
La gran mayoría de los musulmanes, que están horrorizados por todas las atrocidades cometidas en nombre del Islam deben recuperar su creencia de aquellos que la han secuestrado tan violentamente.
Fuente: http://content.time.com Traducido y editado por Nuevos Musulmanes