En el mundo islámico, uno raramente encuentra asilos o instituciones destinadas al cuidado de los ancianos. El esfuerzo de cuidar a los padres en esta dificilísima etapa de su vida es considerado un honor, una bendición y una oportunidad de crecimiento espiritual muy grande. En el Islam, no es suficiente que tan solo oremos por nuestros padres, sino que debemos tratarlos con una ilimitada compasión, recordando que cuando éramos unos niños desvalidos ellos nos prefirieron a sí mismos. Las madres son particularmente honradas. Cuando los padres musulmanes alcanzan la senilidad, son tratados con misericordia, gentileza y desprendimiento.
En el Islam, el servir a los padres es una obligación que viene después de la oración, y es derecho de los mismos el esperarla de los hijos. Es considerado despreciable el expresar cualquier forma de irritación cuando, sin que sea falta de ellos mismos, los ancianos se ponen difíciles.
Allah dice en el Noble Corán:
Tu Señor ha ordenado que sólo le adoréis a Él y que hagáis el bien con los padres. Y si a algunos de ellos, o a los dos juntos, les llega la vejez junto a ti, no les digas ni “uff” ni los rechaces, sino que háblales con buenas palabras. Baja sobre ellos el ala de la humildad que viene de la misericordia y di: ¡Señor mío! Ten piedad de ellos al igual que ellos me crearon cuando era pequeño. (Sura del Viaje Nocturno, 17:23-24)