Autor: New-muslims.info/es
El Profeta Muhámmad (SAW) nació en La Meca, actualmente Arabia Saudita, en el 570 d.C., y fue un ejemplo para toda la humanidad. Un hombre notable, que se destacó en todos los aspectos de la vida, como profeta, gobernante, filósofo, orador, soldado, esposo, amigo, padre, tío, sobrino, abuelo y muchos aspectos más. Era un hombre amoroso, paciente, valiente, sabio, generoso, inteligente y magnánimo, que inspiró a millones de almas alrededor del mundo.
Allah, s.w.t.a., dice en el Corán que lo envió como una misericordia para la humanidad.
“Y no te hemos enviado [¡Oh, Profeta!] sino como misericordia para todos los mundos” (Sura de los Profetas, 21:107).
Su Misión Profética empezó cuando alcanzó la edad de cuarenta años, en el 610 d.C., y continuó hasta el año 632 d.C.
Poco antes de su muerte, el Profeta Muhammad pronunció un jutba (alocución) durante la Peregrinación que es conocido como el “Último Jutba” o “Jutba de despedida”. Este último jutba (alocución) no sólo era un recordatorio a sus seguidores, sino también un consejo importante. El último jutba confirma el fin de su Misión Profética.
El profeta Muhammad emprendió la peregrinación en el año 10 H. La peregrinación a La Meca es uno de los eventos históricos más importantes en la mente de los musulmanes por ser ésta la primera y la última peregrinación hecha por el Profeta Muhammad, estableciendo así el modelo a seguir para la realización del quinto pilar de Islam, el Hayy.
El jutba final de Muhammad se pronunció durante la Peregrinación del año 632 d.C., el noveno día del mes de Dhul Hiyyah, el decimosegundo mes del año lunar, en Arafat, el día más bendito del año. Había innumerables musulmanes presentes junto al Profeta durante su última peregrinación, cuando pronunció su último Sermón.
El Último Jutba:
Después de alabar y agradecer a Dios, el Profeta, la paz y las bendiciones sean con él, dijo:
“¡Oh, creyentes!, escuchadme con atención, porque no sé si después de este año estaré de nuevo entre vosotros. Escuchen lo que estoy diciendo cuidadosamente y trasmitan estas palabras a aquéllos que no pudieron estar presentes aquí hoy.
¡Oh, creyentes!, así como consideran este mes, este día y esta ciudad como Sagrados, de igual manera consideren la vida y la propiedad de cada musulmán como sagrada. Devuelvan las cosas que les fueron confiadas a sus dueños. No hagan daño a nadie para que nadie les haga daño. Recuerden siempre que os vais a encontrar con vuestro Señor, y que Él les preguntará por sus acciones. Dios les ha prohibido que practiquen la usura; por consiguiente, toda usura queda abolida de aquí en adelante. Sin embargo, es una obligación devolver el capital de un préstamo. No perjudiquen y no serán perjudicados. Dios ha declarado ilícita la usura, y todo el interés que se deba a mi tío Abbas Ibn Abd’ul Muttalib queda abolido de aquí en adelante…
Tengan cuidado con Shaytan, para así preservar vuestro Din (forma de vida, religión). Él ha perdido toda esperanza de que alguna vez podrá descarriarlos en las cosas grandes, pero tienen que tener cuidado con él y sus partidarios en las cosas pequeñas.
¡Oh, creyentes! Es verdad que tenéis ciertos derechos con respecto a vuestras mujeres, pero ellas también tienen ciertos derechos sobre vosotros. Recuerden que las han tomado como sus esposas con el consentimiento de Dios y con Su permiso. Si ellas cumplen con vuestros derechos entonces a ellas pertenecen sus derechos a ser alimentadas, vestidas y tratadas con bondad. Traten bien a sus mujeres y sean amables con ellas porque ellas son sus compañeras. Y es su derecho que ellas no hagan amistad con quien ustedes no aprueban, así como que nunca se comporten de manera impúdica.
¡Oh, creyentes! Escuchen me con atención, adoren a Allah, realicen las cinco oraciones diarias, ayunen durante el mes de Ramadán, y den de su riqueza el Zakat. Realicen la peregrinación si tienen los medios.
Toda la humanidad proviene de Adam y Eva. Un árabe no tiene ninguna superioridad sobre un no árabe, ni un no árabe tiene superioridad sobre un árabe; el blanco no tiene superioridad sobre el negro, ni el negro tiene superioridad sobre el blanco; excepto por el taqwa (temor de Allah) y las buenas acciones. Sepan que todos los musulmanes son hermanos. Nada será de legítima pertenencia a un musulmán si pertenece a otro musulmán, a menos que fuera dado libremente y de buena gana. No cometan injusticias en contra de sus semejantes.
Recuerden, un día serán presentados ante Dios para responder por sus acciones. Así que tengan cuidado, no se desvíen del camino de la rectitud después de mi muerte.
¡Oh, creyentes! Ningún profeta vendrá después de mí, y ninguna nueva fe nacerá. Por consiguiente, razonen bien y reflexionen sobre mis palabras. Les dejo dos cosas, el Corán, y mi ejemplo y Tradición, la Sunnah, y si los siguen, jamás se desviarán.
Que los presentes informen a los ausentes; puede ser que los últimos sean quienes entiendan mis palabras mejor que aquéllos que me escucharon directamente.
¡Oh, mi Señor! ¡Sé testigo de que he llevado Tu mensaje a la humanidad!”
Así el Profeta completó su Último Sermón, y entonces, sobre el monte Arafat, la revelación descendió:
“… Hoy os he completado vuestra práctica de adoración, he culminado Mi bendición sobre vosotros y os he aceptado complacido el Islam como práctica de adoración” (Sura de la Mesa Servida, 5:3).
Incluso hoy en día, el Último Sermón del Profeta Muhammad es recibido por todo musulmán en diferentes partes del mundo, a través de diversos medios de difusión. Se recuerda a los musulmanes sobre él en las mezquitas y en las conferencias. Los significados encontrados en este sermón son asombrosos, hablan sobre algunos de los derechos más importantes que Dios tiene sobre la humanidad, y los derechos de las personas. Aunque el alma del Profeta ha dejado este mundo, sus palabras todavía viven en nuestros corazones.