Autor: Fahd ibn Saalim
El Islam otorga suma importancia al matrimonio y a la conformación de la familia, considerándola una de las acciones más loables y una costumbre de los profetas. Dijo el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “A veces ayuno y a veces como, a veces rezo durante la noche y a veces duermo, y me caso con mujeres; quien no siga mi Súnnah (Tradición Profética) no es mi seguidor” (Al Bujari, 4776; Muslim 1401).
El Corán considera el amor, el cariño, la misericordia y la solidaridad entre los esposos como uno de los signos más grandes de Allah. Dijo el Misericordioso: “Y entre Sus signos está haberles creado esposas de entre ustedes para que encuentren en ellas sosiego, y puso entre ustedes amor y misericordia” (Corán 30:21).
El Islam nos enseña a facilitar el casamiento y ayudar a los contrayentes, para que la gente se aleje del pecado y de la tentación de las relaciones sexuales inmorales. Dijo el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “Tres personas merecen la ayuda de Allah…”, y mencionó entre ellos: “El que se casa para protegerse de lo ilícito…” (At-Tirmidhí 1655).
Se ha ordenado a los jóvenes casarse para encontrar sosiego y calma, puesto que son características de su edad la fuerza, la pasión y los deseos.
El Islam vela porque cada miembro de la familia goce de pleno respeto, tanto el hombre como la mujer.
El Islam confió a los padres la gran responsabilidad de educar a los hijos. Abdullah ibn Omar (que Allah esté complacido con él) escuchó al Mensajero de Allah (que la paz y las bendiciones sean con él) decir: “Todos son responsables de ustedes mismos y de los demás; el Califa es responsable de sí mismo y de su pueblo, el hombre es responsable de sí mismo y de su familia, la mujer es responsable de sí misma y de su familia, el empleado es responsable de sí mismo y de su trabajo” (Al Bujari, 853; Muslim 1829).
En el Islam son fundamentales los principios de consideración y respeto al padre y a la madre, así como su cuidado y obediencia a ellos mientras vivan.
Aunque los hijos se hagan mayores, la obediencia a sus padres y su cuidado son obligatorias; tanto así, que Allah, el Altísimo, ligó la adoración a Él con el buen trato hacia los padres, y prohibió faltarles el respeto tanto verbal como físicamente, aunque sólo fuera elevando la voz o realizando cualquier gesto que indique molestia o fastidio. Dijo Allah, el Altísimo: “Tu Señor ha ordenado que no adoren sino a Él y que sean benévolos con sus padres. Si uno de ellos o ambos llegan a la vejez, no sean insolentes con ellos y ni siquiera les digan: ¡Uf! Y háblales con dulzura y respeto” (Corán 17:23).
El Islam ordenó garantizar y proteger los derechos de los hijos varones y mujeres, y tratarlos con equidad.
Es deber de todo musulmán mantener y fortalecer los lazos familiares, es decir, visitar a los familiares tanto paternos como maternos, ser amable con ellos y tratarlos con generosidad.
Por ejemplo, sus hermanos, hermanas, tíos y tías, primos y primas; tratarlos con bondad es uno de los mejores actos de adoración a Allah, mientras que uno de los pecados más graves es romper los lazos familiares de parentesco o maltratarlos. Dijo el Profeta (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él): “No entrará al Paraíso quien rompa sus lazos familiares” (Al Bujari, 5638; Muslim, 2556).