El Zakat y el liderazgo de los musulmanes

Originally posted 2013-09-11 20:35:07.

El Zakat y el liderazgo de los musulmanes

“Y estableced el salat, entregad el zakat
y obedeced al Mensajero para que os pueda dar misericordia”. (24: 54)
(Y otras 28 referencias similares)

“Los creyentes y las creyentes son amigos aliados unos de otros,
ordenan lo reconocido como bueno y prohíben lo reprobable,
establecen el salat, entregan el zakat,
y obedecen a Allah y a Su mensajero.
A ésos Allah les hará entrar en Su misericordia;
Es cierto que Allah es Poderoso, Sabio”. (9: 72)

“Coge sadaqa de sus riquezas
y con ello los limpiarás y los purificarás”. (9:104)

“Realmente la sadaqa ha de ser para los necesitados,
los mendigos, los que trabajan en recogerla y repartirla,
para los que tienen los corazones amansados, para rescatar esclavos,
para los indigentes, para la causa en el camino de Allah, y para el hijo del camino.
Esto es una prescripción de Allah y Allah es Conocedor y Sabio”. (9: 60)

“Islam está basado en cinco: Atestiguar que no hay dios sino Allah y que Muhammad es el Mensajero de Allah, establecer la oración, pagar el zakat, el hayy y el ayuno de Ramadán”.

TIbn ‘Abbas dijo: “El Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, envió a Mu’adh al Yemen y dijo: ‘Pídeles que testifiquen que no hay más dios que Allah y que yo soy el Mensajero de Allah. Si te obedecen en éso, diles entonces que Allah les ha hecho obligatorias cinco oraciones cada día. Si te obedecen en éso diles que Allah les ha hecho obligatorio el Zakat que les será tomado de sus propiedades y entregado a los pobres’”.

Ibn ‘Umar transmitió que el Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, dijo: “Me ha sido ordenado combatir contra la gente hasta que atestiguen que no hay más dios que Allah y que Muhammad es el Mensajero de Allah, y para que establezcan la oración y paguen el zakat. Si lo hacen, sus vidas y sus propiedades estarán a salvo de mí excepto lo que incumba a los derechos del Islam; y el ajuste de sus cuentas corresponde a Allah”.

Estas aleyas y hadices que mencionan el zakat son aceptados por todos los musulmanes. Nadie niega el papel central del zakat en el Islam en cuanto pilar indispensable con la misma importancia que la oración; negarlo sería equivalente a la incredulidad. De hecho, Allah empareja el zakat y el salat en el Corán casi treinta veces de forma explícita y muchas más de forma implícita; los mufassirun dicen que esto indica que las dos acciones son interdependientes, lo cual significa que la oración no es aceptada a no ser que el pago del zakat haya sido correcto y viceversa.

Y sin embargo, a pesar de lo esencial de su naturaleza y de la aceptación nominal por parte de la gente, está absolutamente claro que la gran mayoría de los musulmanes no conceden al zakat la suprema importancia que le es debida.

La mayor parte de los musulmanes saben que deberían pagar algo que se llama zakat. Algunos creen que al pagar el zakat al-fitr al final de Ramadán ya han cumplido con la obligación del zakat. Otros muchos saben que el zakat tiene que ver con el dos y medio por ciento de algo, pero no saben qué. Hay un grupo considerable que incluso intenta pagarlo, aunque por lo general lo hacen de una forma un tanto descuidada y, en el mejor de los casos, se considera un acto obligatorio de caridad individual. Lo que sí es evidente, es que al zakat no se le trata como si la validez de sus oraciones dependiera de pagarlo correctamente; Hay muchos que no le prestan la más mínima atención. Hay varias razones que explican esta indiferencia actual con respecto al zakat.

La principal es la situación política de los musulmanes en el mundo de nuestros días. Mientras Dar al-Islam se mantuvo como una realidad política unificada, la institución del zakat conservó su papel integral como parte del tejido económico de la sociedad musulmana. Sin embargo, la caída del califato propiciada por los ataques traicioneros de los nacionalistas turcos y árabes, ayudados e incitados por los kafir que les pagaban, y el desmembramiento consiguiente de la umma musulmana, provocaron que la shari’at perdiese su lugar central en la sociedad musulmana; una de las víctimas más importantes de esta pérdida fue la institución del zakat.

Las nuevas naciones-estados “musulmanas” estaban basadas en los modelos políticos y económicos kafir, y sus gobiernos laicos se aseguraban de que el Islam estuviese definitivamente relegado al ámbito de lo personal y lo privado. Esto negaba al zakat su vital estatus fiscal y lo convertía en ese asunto de piedad personal que, en el mejor de los casos, es lo que ha llegado a ser.

Pero el zakat es definitivamente un asunto político y no privado. Es una cuestión que no pertenece a la esfera privada sino a la pública. Su recaudación y distribución están relacionadas con el gobierno musulmán y no con la caridad privada. Esto no puede enfatizarse lo bastante porque, no sólo ha sido el zakat apartado del ámbito público sino que además, la mayoría de los musulmanes creen que así es como debe ser. Este no es el caso en absoluto, y la incapacidad de comprenderlo ha sido uno de los factores que más ha contribuido en la debilidad política de los musulmanes en el mundo actual.

En una de las aleyas de la Surat at-Tawba mencionadas antes, Allah, glorificado sea, dice a Su Mensajero, a quien Allah bendiga y conceda paz:

“Coge sadaqa de sus riquezas y con ello los limpiarás y los purificarás”.

La palabra “sadaqa” se utiliza en el Corán en el sentido general de donaciones caritativas y también, en ciertos contextos, con el significado específico del acto obligatorio del zakat; los mufassirun están de acuerdo a la hora de afirmar que esta aleya se refiere al zakat.

Contemplado a la luz de lo que hemos dicho hasta ahora, el elemento más importante de la aleya es el uso del imperativo del verbo “coger”. Allah ta’ala ordena a Su Mensajero que coja el zakat de las personas. Podía haber ordenado a la gente que lo diera, tal y como ordena en otros lugares, en sentido generalizado, que den de lo que tienen; no obstante, en este caso concreto que se refiere al zakat, Allah ordena que se coja.

La confirmación de que este era el significado generalmente comprendido de la aleya, puede deducirse del hecho siguiente: Tras la muerte del Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, los árabes que rehusaron pagar el zakat a Abu Bakr, que Allah esté complacido con él, se basaban en esta aleya aduciendo que al estar en singular se refería sólo al Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, quedando en consecuencia abrogada con su fallecimiento. Esto no era cierto, por supuesto, ya que hay muchas aleyas dirigidas al Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, que tienen un significado general. No obstante, lo que interesa señalar, es que era un hecho reconocido que la naturaleza del zakat no es algo que dan cuando quieren los que deben pagarlo, sino que era tomado, recaudado por el líder de los musulmanes.

Esta definición se ve aún más confirmada con las conocidas palabras de Abu Bakr, el primer califa de los musulmanes a ‘Umar ibn al-Jattab durante el incidente que acabo de mencionar; cuando ‘Umar aconsejó a Abu Bakr que no luchara contra las tribus que rehusaban pagar el zakat, éste dijo: “Por Allah que combatiré a todo aquel que haga una distinción entre la oración y el zakat. Zakat es el derecho que se aplica a la riqueza. Por Allah que si se niegan a darme una sola cuerda de atar camellos de las que daban al Mensajero de Allah, a quien Allah bendiga y conceda paz, lucharé por conseguirla”. En el contexto actual, las palabras más importantes de esta extraordinaria declaración son “se niegan a darme”. Es obvio que Abu Bakr no hablaba de sí mismo como individuo sino como el líder de los musulmanes; al tomar esta postura demuestra claramente el vínculo indisoluble entre el zakat y el gobierno musulmán.

Este vínculo esta confirmado en las fuentes en el hadiz citado al principio y transmitido por Ibn Abbas donde se narra el instante cuando Mu’adh es enviado al Yemen. Entre las instrucciones que le dio el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, están las siguientes palabras: “Allah ha hecho obligatorio que el zakat se coja de sus propiedades y luego se entregue a los pobres”. El uso de la forma verbal “se coja… y se entregue” revela la naturaleza autoritaria de la institución del zakat, tanto en su recaudación como en su posterior distribución.

Pudiera parecer que estoy dando demasiado énfasis a este punto pero es necesario hacerlo porque la conexión orgánica entre el zakat y la forma de gobierno islámica se ha perdido por completo. La cuestión no es que el zakat puede ser recaudado y distribuido por las autoridades musulmanes, lo relevante del asunto es que ya desde el inicio, la naturaleza del zakat demuestra que es precisamente así como se hace. En el zakat hay sin duda un aspecto relacionado con el acto de adoración individual, –según las palabras de una definición de sobra conocida “Dar, como acto piadoso, una parte especificada legalmente de la riqueza personal para que sea distribuida entre las categorías mencionadas por Allah en Su Libro”. No cabe duda de que el pago del zakat es una purificación de la riqueza de los que pagan y una manera de obtener una recompensa en la Otra Vida, del mismo modo que el no hacerlo es causa de un terrible castigo. Lo que distingue al zakat de los demás actos de adoración, es que está íntimamente vinculado al gobierno de la comunidad musulmana.

Todos los textos de fiqh de cada uno de los madh-habs, y todos los libros de historia de los musulmanes, muestran que esta conexión era un hecho admitido a lo largo de los siglos de dominio musulmán hasta llegar a nuestros días. La designación centralizada de la recaudación y distribución del zakat, es parte de la literatura tradicional que habla sobre el tema.

– Imam al-Sarajsi, el conocido erudito hanafi, dice en su libro al-Mabsut: “El zakat es un derecho de Allah, y debe ser recaudado y distribuido por el líder de los musulmanes o aquellos nombrados para ello. Si alguien paga su zakat a otra persona, esto no anula su obligación del zakat”.

– Imam Malik dice en al-Muwatta: “La distribución del zakat depende del juicio personal de la persona a cargo del asunto… No existe un pago fijo para el recaudador del zakat, suele ser lo que el líder de los musulmanes considere oportuno”.

– Imam ash-Shafi’i dice en Al-Umm hablando de la categoría coránica “aquellos que lo recaudan” que son las personas nombradas por el califa de los musulmanes para recaudar y distribuir el zakat.

– El Imam Ahmad es citado en el libro Ash-Sharih ar-Rabbani li Musnad Ahmad como diciendo: “El califa es el único que tiene la autoridad y responsabilidad de recaudar y distribuir el zakat, ya sea personalmente o mediante aquellos que designe para ello; y tiene la autoridad y responsabilidad de combatir contra los que se niegan a pagarlo”.

Estos son cuatro ejemplos representativos de entre otras miles de posibilidades.

Todo lo dicho debería dejar sobradamente claro que, ya desde sus orígenes, la recaudación y distribución del zakat era una función integral e inseparable del gobierno musulmán. Los otros pilares del Islam tienen un interface que los conecta con la autoridad central: la doble shahada, con el reconocimiento específico de la aceptación de la autoridad del gobierno musulmán; la oración, con los nombramientos oficiales de los jatibs que dirigen la oración del yumu’a; el ayuno de Ramadán con el anuncio oficial de su principio y su final; y el ha__ por el líder nombrado para el mismo. Sin embargo, todos estos ritos pueden llevarse a cabo por musulmanes que no estén siendo gobernados según la shari’at –tal y como evidencia la presente secularización del mundo musulmán actual y los muchos musulmanes que viven bajo una autoridad kafir— siendo el principio y el final de cada Ramadán donde más se hace notar la falta de una autoridad musulmana reconocida por todos. En el caso del zakat esto no es posible. El zakat no puede estar separado del gobierno musulmán activo.

Si se rompe el vínculo vital entre el zakat y el gobierno ello significa que el pilar del zakat, tal y como siempre ha sido entendido por todos los musulmanes a lo largo de la historia del Islam, ha sido eliminado. Cualquier pretensión con respecto al pago y distribución del zakat en las presentes circunstancias no puede ser más que eso –una pretensión bien intencionada. Negar la conexión integral entre el zakat y el gobierno central musulmán significa sin duda alguna que la naturaleza del zakat ha sido alterada más allá de toda posible identificación de su función y práctica original.

Otro factor en la subversión del papel representado por el zakat en la comunidad musulmana –unificador en lo político y beneficioso en lo social— ha sido un método particular de categorizar y tratar con los diversos tipos de propiedad que ha sido desarrollado por los mismos musulmanes. En los primeros días no se hacía distinción alguna entre los diversos tipos de riqueza, pero en un momento comparativamente temprano, la riqueza se dividió en dos categorías: riqueza aparente (amwal dhahira) y riqueza no aparente (amwal batina). La riqueza aparente eran los animales y los productos agrícolas, puesto que se podían ver fácilmente, y la no-aparente era el oro, la plata y las mercaderías que no eran tan fácilmente identificables. La riqueza no aparente se hacía aparente si su propietario la sacaba de la ciudad para venderla o comerciar con ella en algún lugar.

Al principio, todas las categorías de riqueza eran tratadas de la misma manera en lo que respecta a la recaudación y distribución del zakat que les correspondía, y era el deber de las personas designadas oficialmente el recaudar los diversos tipos de zakat a los musulmanes que lo debían. Era su responsabilidad asegurarse de que lo recaudado llegaba a la institución gubernamental llamada bayt al-mal que era el depósito oficialmente reconocido donde se entregaba el zakat recaudado y desde donde se distribuía a las ocho categorías de beneficiarios con derecho a percibirlo. En el caso de la riqueza aparente, esta fue la práctica consensuada de los musulmanes hasta la caída del califato y el consiguiente abandono de la shari’at a comienzos del siglo pasado. Pero en el caso de la riqueza no aparente, se concedió una dispensa por la cual las personas involucradas podían, en ciertas circunstancias, distribuir su propio zakat en la riqueza monetaria de la que eran poseedores.

Esta dispensa no era por supuesto una regla o un mandato, y a pesar de que nunca tomó forma más definitiva que la de una dispensa limitada, se utiliza sin embargo hoy en día por muchos musulmanes para justificar la privatización del zakat, algo que en la situación actual equivale a abandonar el zakat por completo, ya que los otros tipos de zakat no se recaudan oficialmente en ningún lugar. No cabe duda de que los que siguen esta postura han caído en manos de los secularistas que hoy gobiernan a los musulmanes en todos los territorios musulmanes y les han facilitado la obtención y la posterior conservación del poder.

Debemos recordar en primer lugar, que la dispensa fue concedida en un entorno donde la autoridad de la shari’at era absoluta y la realidad política del zakat aplicado a todos los tipos de riqueza era un hecho establecido sin duda alguna; en esas circunstancias, la distribución individual de la riqueza no aparente no significaba una amenaza contra la institución del zakat, al contrario de lo que ocurre en nuestros días. A pesar de ser aceptado como una posibilidad por algunos eruditos, todos permitían, y muchos preferían, que el zakat de la riqueza no aparente fuese pagado a los recaudadores oficiales.

El gran erudito shafi’i Al-Mawardi dijo que el recaudador debía aceptar el zakat de la riqueza no aparente y ayudar a la gente a evaluarlo; algunos shafi’itas dicen que el zakat tiene que pagarse siempre al líder de los musulmanes. El hanafi al-Sarajsi mantenía la opinión de que ningún propietario tenía la posibilidad de invalidar el derecho de recaudación que pertenece al líder de los musulmanes, derecho que le confiere la shari’at. Al-Sarajsi llega incluso a decir que si no se entrega al líder, no se ha cumplido con la obligación de zakat. A pesar de que la gente de Imam Malik reconocía la distinción entre riqueza aparente y la que no lo es, en lo que respecta a la recaudación consideraban toda la riqueza como aparente. En su opinión, el zakat de cualquier clase que sea, tiene que pagarse al líder de los musulmanes a través de los recaudadores oficiales, a no ser que se sepa que el dirigente es una persona injusta porque no hace correctamente la distribución del zakat. Otro factor desafortunado en la corrupción del zakat ha sido el papel jugado recientemente por las instituciones benéficas islámicas y otras organizaciones similares que pretenden recaudar y distribuir el zakat. Es especialmente perjudicial porque hacen que los musulmanes crean que al darles su dinero están cumpliendo con el pago obligatorio del zakat; la realidad, tal y como acabamos de ver, es que no lo hacen. En los folletos y presentaciones escritas de estas organizaciones se pide a la gente su zakat llegando a decirles cómo calcularlo. Esto significa que se están nombrando a sí mismos recaudadores del zakat. Pero en la shari’at está de sobra claro que los recaudadores del zakat solo pueden ser nombrados por el líder legítimo de los musulmanes; nadie puede nombrarse a sí mismo para desempeñar esta tarea.

Según la mayoría de los eruditos, si una persona paga el zakat a alguien que no tiene derecho a recaudarlo, tiene que pagarlo de nuevo; así pues, estas organizaciones benéficas no sólo no pueden recaudar el zakat, sino que al hacerlo impiden que los musulmanes cumplan correctamente con su obligación causando un grave perjuicio en todo el proceso. Al no tener, según la shari’at, el derecho a proclamarse recaudadores del zakat, no tienen derecho a los fondos obtenidos de esta manera, y las cantidades que se utilicen para pagar sus gastos han sido malversadas.

Sin embargo, lo peor es que al actuar de esta manera, estas organizaciones ayudan a los enemigos del Islam puesto que impiden que surja a la luz la verdadera posición de los musulmanes con respecto al zakat. Al hacer parecer a la mayoría de los musulmanes que es correcto e incluso deseable pagar el zakat de la forma que sugieren, están confabulados con los enemigos del Islam ya que, consciente o inconscientemente, confirman que el sometimiento político actual de los musulmanes ante la forma de gobierno no-musulmana es una situación aceptable.

Para una de estas organizaciones benéficas, la única forma de justificar su derecho a recaudar el zakat sería proclamar su liderazgo de la comunidad musulmana, algo imposible puesto que perdería inmediatamente su estatus de sociedad benéfica. En consecuencia, estas organizaciones deberían abandonar inmediatamente su pretensión de ser recaudadores del zakat.

Lo que espero haya quedado claro con lo estudiado hasta ahora, es que a pesar de las sin duda sinceras intenciones de millones de musulmanes del mundo entero, que hacen lo posible para dedicar cada año parte de su riqueza para cumplir con la obligación del zakat debida a Allah –y Allah es el que mejor conoce nuestros corazones y puede hacer lo que Él quiere— la verdad es que la obligación del zakat, tal y como ha sido siempre entendida por los musulmanes, no está cumpliéndose correctamente en ningún lugar. Esto es así porque la conexión necesaria entre el zakat y el gobierno islámico ha sido cortada, y porque el zakat de la riqueza no aparente, es decir dinero y mercaderías, no se está pagando de la forma en que está permitido hacerlo: con oro y plata. No cabe duda de que el zakat es el pilar que falta en el Islam.

Lo que sí es evidente es que cuando el zakat es recaudado y distribuido correctamente, actúa en la sociedad musulmana como la última ayuda, como una especie de red protectora que garantiza la protección del bienestar social. Los que reciben el zakat son las personas que no tienen acceso a ninguna otra fuente de ayuda. Es importante comprender que el zakat no es caridad. Las donaciones privadas y el establecimiento de los awqaf se encargan de satisfacer las necesidades más comunes de la comunidad musulmana. El zakat está para cubrir las necesidades de los que tienen ningún lugar donde acudir. Esta es otra de las razones de que el zakat sea recaudado comunalmente y distribuido localmente, ya que es la única manera de conseguir fondos suficientes y distribuirlos de manera eficiente en ese ámbito local que garantiza que las necesidades reales de la gente puedan ser reconocidas y atendidas.

Tal y como hemos visto, es necesario que haya un líder político en cada comunidad que supervise la recaudación y distribución del zakat. Lo más normal es que parte del zakat, aunque no sea una cantidad fija, se destine a los recaudadores; luego se atienden las necesidades de los pobres e indigentes y luego el resto de categorías descritas según cuándo y dónde sea apropiado hacerlo. Estas decisiones competen al líder político de los musulmanes, y su existencia es necesaria en cada comunidad para que el zakat se distribuya correctamente.

Cuando habla de la distribución del zakat, Imam Malik lo especifica con todo detalle en el Muwatta en la sección el Libro del Zakat:

“Nuestra postura con respecto a la división del zakat es que compete al juicio individual de la persona al mando. Esta persona decide quienes tiene preferencia entre las categorías de personas más numerosas o con mayor necesidad. Es posible que esto cambie tras un año o dos, pero siempre se da preferencia a los que están necesitados y son más numerosos, cualquiera que sea la categoría a la que pertenecen. Esto es lo que yo he visto hacer a la gente de conocimiento con la que estaba satisfecho”.

Ahora ya debería ser claro y evidente que para poder aplicar de nuevo el fiqh del zakat de forma correcta, además de volver a colocar el pilar del zakat en su lugar fundamental en el centro de la sociedad musulmana, deben abordarse dos factores fundamentales: el vínculo necesario entre el zakat y la forma de gobierno, y la reintroducción de las monedas de oro y plata como medios de intercambio entre los musulmanes que permitan pagar de forma correcta el zakat de la riqueza monetaria. Debería también añadirse un tercer factor corolario a los dos ya mencionados: el restablecimiento de los awqaf entre los musulmanes. Esto se debe en parte a que el zakat no se considera una caridad y no se destina a casos que en la sociedad musulmana se han asumido mediante el establecimiento de awqafs; por otro lado, el restablecimiento de los awqaf es el paso siguiente a la restauración del zakat para poder lograr una sociedad musulmana que funcione correctamente.

Ya hemos visto que existe una indisoluble conexión entre el zakat y el liderazgo político de la comunidad musulmana; cuando este vínculo se rompe, el zakat, tal y como fue instaurado en su forma original, deja de existir. De ello se deduce que, para que el zakat sea restaurado, es indispensable reactivar el vínculo entre éste y el liderazgo político de los musulmanes.

Hay un punto de vista que afirma que esto es ciertamente necesario pero que sólo podrá conseguirse cuando se reinstaure el liderazgo de toda la nación musulmana en su conjunto. Dicho con otras palabras: no habrá zakat hasta que no se reinstaure el califato ya que el califa es el único que tiene derecho a nombrar recaudadores de zakat y supervisar su distribución. Es evidente que el deseo explícito de todo musulmán es ver el califato reinstaurado en todo su esplendor lo antes posible, pero si seguimos la postura mencionada con respecto al zakat, no estaremos cumpliendo con la tarea divina que tenemos enconmendada y que consiste en hacer todo lo posible para ver el Din de Allah establecido al máximo dentro de lo que permita nuestra propia situación.

Ha habido épocas a lo largo de la historia del Islam en las que el poder y la autoridad del califa no llegaban a muchos lugares de la umma, pero ello no impedía el establecimiento correcto y completo del zakat en esas zonas. Cuando se daba esa situación, el líder político local representaba al califa en esa región nombrando los recaudadores y supervisando la distribución del zakat. Es evidente que nuestra responsabilidad como musulmanes en estos tiempos sombríos sin califa es hacer lo mismo y entonces, si Allah quiere, nuestro decidido deseo de restablecer el pilar del zakat en sus cimientos más correctos demostrará ser un paso fundamental en el camino hacia la reinstauración del califato.

Es evidente que la situación de los musulmanes varía según el lugar del mundo donde se vive. En los, así llamados, países musulmanes –esos territorios que solían ser parte de la umma cuando era un Dar al-Islam auténtico— la responsabilidad del liderazgo político con respecto al zakat es clara y evidente. Tienen que iniciar inmediatamente el proceso de de-secularización que exige el zakat. Tienen que empezar a recaudar el zakat de la forma que exige la shari’at; y esto no significa añadir 2,5% al IRPF o retener la cuarenteava parte de las cuentas bancarias de la gente, prácticas erróneas y de salvar las apariencias que son utilizadas por gobiernos mal aconsejados.

Lo que se pretende en realidad es volver a poner en su lugar todo el mecanismo de recaudación y distribución del zakat, abandonando en consecuencia el resto de impuestos injustos e ilegales con los que ha sido sustituido. Hay que reorganizar las estructuras de gobierno regionales, nombrando recaudadores del zakat que estén supervisados por qadis. Hay que establecer centros de distribución local donde se recoge el zakat y desde donde se distribuye a los que tienen derecho al mismo en cada localidad. Y por fin, y como corolario al zakat, hay que restablecer la yizya para reinstaurar y mantener, en el marco de la política del Islam, una relación correcta entre los musulmanes y los que no lo son.

No obstante, nuestra responsabilidad como musulmanes sigue siendo la misma donde quiera que estemos, especialmente cuando nos encontramos bajo un gobierno no musulmán: tenemos que emigrar a un lugar donde Islam esté establecido y la autoridad de la shari’at ocupe su lugar –lo cual no es una opción puesto que no hay lugar del mundo donde este sea posible— o tenemos que esforzarnos al máximo y hacer todo lo que podamos para ver el Islam establecido en el lugar donde vivimos.

La casi totalidad de las comunidades musulmanas consiguen establecer la oración, y el número de mezquitas existentes es buena prueba de ello. La mayoría de los musulmanes cumplen con el ayuno y los que pueden van al ha__. Pero el zakat en su forma correcta no existe. En consecuencia, la obligación urgente e inmediata de toda comunidad musulmana es remediar esta situación y poner de nuevo en su lugar a este pilar caído. Sin zakat no puede haber Islam. Pero tampoco puede haber zakat sin el liderazgo musulmán que éste requiere. Así pues, nuestro deber ineludible a la hora de establecer esta obligación fundamental de nuestro Din, exige que tenemos que restablecer entre nosotros la estructura política que lo va a hacer posible.

Los musulmanes que viven bajo el gobierno kafir tienen una identidad política que se expresa en términos políticos kafir. Tanto en el ámbito nacional como en el local, se divide a los musulmanes según líneas políticas partidistas que definen cuál es el mejor partido a la hora de cortejar a la población musulmana e impedir así el surgimiento de una identidad política específicamente musulmana. La estructura política que exige el zakat corregirá esta situación inmediatamente. El zakat requiere un liderazgo manifiesto en cada grupo de musulmanes. Para que el zakat pueda ser recaudado y distribuido según la shari’at, tiene que haber un líder reconocido y aceptado en toda comunidad musulmana. Si tienen el apoyo y el reconocimiento de la comunidad que representan poco importa que hayan nombrados desde fuera o elegidos desde dentro. Este paso no sólo permitirá la correcta implantación del zakat sino que, de forma instantánea y radical, politizará a los musulmanes como musulmanes, confiriéndoles una identidad política de acuerdo con el Libro y la Sunna y con ello, la posibilidad del poder real que sólo ocurre cuando las leyes de Allah se ponen en práctica de la manera correcta.

Cuando se establezca de esta manera el liderazgo musulmán local y el zakat se recaude y distribuya de acuerdo con la shari’at y a un nivel también local, es entonces cuando cada comunidad musulmana podrá defender su propio terreno frente a las autoridades kafir y los musulmanes obtendrán un cierto grado de independencia en comparación con la absoluta dependencia del Estado kafir presente en nuestros días.

Otro de los logros será que la comunidad musulmana incrementará su cohesión y fortaleza política a nivel local y nacional, y la consecuencia será que los musulmanes comenzarán a verse a sí mismos como una fuerza humana dinámica y transformativa en vez de una minoría asediada.

Me gustaría terminar insistiendo en que este nombramiento de un líder no es una cuestión opcional para las comunidades musulmanas que viven bajo la autoridad no-musulmana; ni siquiera puede considerarse como algo que deberían hacer; es algo que el Din del Islam les obliga a hacer. Es obligatorio. Ningún grupo de musulmanes sería capaz de rezar sin nombrar a un Imam que dirija la oración. El zakat y la oración son mutuamente dependientes. Del mismo modo que la oración no es posible sin un Imam que la dirija, el zakat tampoco lo es sin un líder político que regule su recaudación y posterior distribución. Es en consecuencia obligatorio para todo grupo social de musulmanes tener un líder de este tipo que permita la instauración del zakat de la manera que el Din de Allah ha hecho obligatoria.

Autor Hayy Abdalhaqq Bewley

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