Por: Tariq Ramadan
En la búsqueda de Dios, ¿existe una contradicción entre el lugar de la creencia y el lugar de la razón? ¿Podría esta búsqueda de Dios y la verdad ser emprendida con sólo una de ellas?
La historia de la creación, como se cuenta en el Corán, es extraordinaria. Todo comenzó, se puede decir, con un testimonio y un pacto. De hecho, la Revelación nos dice que en la primera etapa de la creación el Uno reunió a toda la humanidad y los hizo dar testimonio:
Y cuando tu Señor sacó de las espaldas de los hijos de Adam a su propia descendencia y les hizo que dieran testimonio: ¿Acaso no soy Yo vuestro Señor? Contestaron: Sí, lo atestiguamos. Para que el Día del Levantamiento no pudierais decir: Nadie nos había advertido de esto. (La Altura Divisoria, 7:172)
Este testimonio original es de fundamental importancia para la formación de la concepción islámica de la humanidad. Nos enseña que en el corazón y en la conciencia de cada individuo existe una percepción intuitiva esencial y profunda y el reconocimiento de la presencia de lo Trascendente.
Fitrah
Así como el sol, las nubes, los vientos, las aves y todos los animales expresan su sumisión natural, como hemos visto, el ser humano tiene en su interior un anhelo casi instintivo de una dimensión que está “más allá”.
Esta es la idea de la fitrah, que ha dado lugar a numerosos comentarios exegéticos, místicos y filosóficos, puesto que es central a la concepción islámica del ser humano, la creencia y lo sagrado. Encontramos que se menciona en el siguiente verso:
Mantén tu rostro sin apartarlo de la Adoración primigenia, como hanif. La marca original* de Allah, con la que ha marcado a los hombres al crearlos. No se puede reemplazar la creación de Allah. Esa es la forma de Adoración genuina, sin embargo la mayoría de los hombres no saben. *[En árabe “fitra”. Si bien “marca” no traduce exactamente el término árabe, permite mantener la figura etimológica del texto entre las palabras “fitra” y “fatara” , “marca” y “marcado”. La etimología de fitra, expresa la primera hendidura, el inicio de algo. Su significado más preciso es la naturaleza innata del hombre, la particularidad con la que ha sido creado, su carácter genuino; gracias al cual reconoce a su Señor.] (Los Romanos, 30:30)
Y que está confirmada por una tradición profética:
“Todo niño recién nacido nace en fitrah: son sus padres quienes lo hacen judío, cristiano o zoroastriano”. (Al-Bujari y Muslim)
Así que este “testimonio original” ha dejado una impresión en el corazón de cada persona con una marca, que es una memoria, una chispa, una búsqueda de Dios (trascendencia) en un sentido muy cercano a la intuición de Mircea Eliade cuando afirma que las religiones “juegan un papel en la estructura de la conciencia humana”.
El Pacto original
Esta declaración de la primera memoria, en la que los seres humanos declararon su reconocimiento del Creador, modela su relación con Dios: están unidos por una especie de pacto original al que su conciencia les presiona para que permanezcan fieles.
No hay pecado original en el Islam: cada ser nace inocente y luego se hace responsable de su fidelidad al pacto. Aquellos que no creen, los no-fieles (kafir), son aquellos que no son fieles al pacto original, cuya memoria es débil y cuya visión de este está velada.
En el significado de kufr en árabe existe la idea de un velo que conduce a la negación de la Verdad. Sólo Dios decide si los seres humanos serán iluminados o velados. Su responsabilidad consiste en su constante acción y esfuerzo personal para mantener viva esta memoria.
Poco a poco, sentimos que los contornos de una concepción islámica de la naturaleza humana van surgiendo. Si ninguno de los elementos que componen el ser humano tiene, en sí mismo, una cualidad moral positiva o negativa, si, por el contrario, es la conciencia despierta y responsable que ejerce, mediante el ejercicio del control, una orientación ética en el camino de estar en el mundo, uno tiene naturalmente derecho a preguntarse cómo cumplir con el camino que esta guía te está llevando, cómo, en resumen, estar con Dios.
La respuesta a esto es: todos tenemos que volver a nosotros mismos y redescubrir el aliento original, revivirlo y confirmarlo. Para que esto se logre, el Creador ha puesto a disposición de los seres humanos dos tipos de Revelación. Uno se extiende ante nosotros en el espacio: todo el universo. El otro se surge en la historia en puntos en el tiempo.
La búsqueda de Dios… La Verdad
Estas dos clases de Revelación “recuerdan” y envían a la conciencia de nuevo a sí misma:
Les haremos ver Nuestros signos en el horizonte y en ellos mismos hasta que se les haga evidente que es la verdad. ¿Es que no basta con que tu Señor es Testigo de todas las cosas? (Fussilat, 41:53)
Esta búsqueda de Dios (lo Trascendente) no puede realizarse sin la mente. No hay absolutamente ninguna contradicción aquí entre el reino de la creencia y el reino de la razón.
Por el contrario, la chispa de la creencia, nacida en el testimonio original, necesita el intelecto para confirmar ese testimonio y ser capaz de ser fiel al pacto original.
El reino de la creencia recurre necesariamente al intelecto que, al aceptar los dos tipos de Revelación, permite que la creencia sea confirmada, profundizada, enraizada y crezca en plenitud en el corazón y en la conciencia humana.
Una vez más, los dos deben ser unidos y cada uno tiene un papel que desempeñar: una creencia viva hace posible que el intelecto acepte signos más allá de los simples elementos de la naturaleza, y la razón activa hace posible que la creencia comprenda y adquiera más seguridad -entendiéndose a sí misma-, y de esa manera se acercarse a lo divino:
En realidad sólo temen a Allah aquéllos de Sus siervos que tienen conocimiento. (Fatir 35:28)
Blaise Pascal tenía una expresión apta: “El corazón tiene razones que la razón no conoce”, diferenciando así los dos dominios de la fe y la razón (aunque esta fórmula se ha reducido a menudo (erróneamente) a una oposición entre lo emocional y lo racional) .
Desde el punto de vista islámico, la relación del corazón (donde tiene lugar el primer anhelo, el primer aliento hacia la creencia) y el intelecto (que responde a la llamada de este aliento y toma la búsqueda de Dios) de esta manera: el corazón tiene razones que la razón reconocerá.
Fuente: Extracto del librom “Musulmanes occidentales y el furuto del Islam“, del mismo autor. Traducido y editado por Nuevos Musulmanes