Jesús, heraldo del Islam
Jesús reinterpretado por el Corán destaca, una y otra vez, como un profeta de una importancia muy especial. Exclusivamente entre los profetas, se le describe como un milagro de Dios, se dice de él en un aya que él es la palabra y el espíritu de Dios; él es el profeta de la paz por excelencia; y, finalmente, es él quien predice la llegada de Muhammad (la paz sea con él) y, por lo tanto, uno podría decir que es el heraldo del Islam. Así esta Jesús a través de los ojos de un musulmán.
¿Cómo surgió y se desarrolló esta primera imagen de Jesús en la cultura islámica? El Hadith o tradición profética de Muhammad (la paz sea con él) lo describe como una figura que vendrá al final de los días para ayudar a llevar el mundo a su fin. Podríamos decir, pues, que abre y cierra como un paréntesis la era del islam, que se encuentra justo al comienzo y justo al final. Fue la creciente tradición literaria del islam la que empezó a mostrar las imágenes de Jesús en las tierras que islam había conquistado.
El “Evangelio musulmán”
En estas tierras, se reunió un corpus de dichos e historias atribuidas a Jesús que en su totalidad podríamos llamarlo el Evangelio musulmán (he publicado una recopilación bajo el nombre el Jesús musulmán). Voy a citar algunas de estos dichos e historias: “Dijo Jesús: Bienaventurado el que ve con su corazón, pero cuyo corazón no está en lo que ve”. Esta es otra: “Dijo Jesús: El mundo es un puente; debes cruzarlo, pero no construir sobre él”. Y ahora un pequeño relato: “Jesús se encontró con un hombre y le pregunto; ‘¿qué estás haciendo?’, el hombre contestó: ‘Me dedico en cuerpo y alma a Dios’. Y Jesús le volvió a preguntar: ‘¿Quién te está cuidando?’, el hombre respondió: ‘Mi hermano’. Y dijo Jesús: ‘Tu hermano está más entregado a Dios que tú’”.
Y así encontramos unos trescientos años de dichos e historias, que la cultura musulmana atribuye a Jesús a través de un milenio de fascinación continua a sus imágenes y manifestaciones. A veces es un asceta feroz, otras veces es el amable maestro de los modales, y otros el patrón de los místicos musulmanes, el profeta de los secretos de la creación, el sanador de las heridas de la naturaleza y del hombre.
Recordemos ahora pues tiempos lejanos, la era de las cruzadas, una guerra de 200 años, que enfrentó a los cristianos europeos contra los ejércitos musulmanes de Asia occidental. Este suceso podría haber sido una oportunidad para que los eruditos musulmanes resaltasen la disparidad existente entre Jesús, el profeta de la paz, y el comportamiento bárbaro de los que hacían llamarse sus seguidores. Fue también durante las batallas que tuvieron lugar en el siglo XII en las que no quedo duda ninguna de quien era el verdadero Jesús.
Jesús el sanador
A medida que nos acercamos a nuestros días, observamos que muchas de sus manifestaciones anteriores continúan dominando los horizontes espirituales del islam contemporáneo. Permítanme hablar de una sola imagen importante: Jesús, el sanador de la naturaleza y el hombre. Para encontrar a Jesús el sanador, invito a mis lectores a hacer un viaje al Monasterio de Sidnaya al norte de Damasco o a la ciudad iraní de Shiraz. El monasterio de Sidnaya fue fundado por el emperador bizantino Justiniano en el siglo VI d.C. Se asienta sobre un afloramiento de rocas muy por encima de un valle. A este monasterio viaja un sinfín de hombres y mujeres que buscan las bendiciones y la curación de nuestra Señora y su hijo pequeño. La gran mayoría de los visitantes son musulmanes, que acuden a este santuario cristiano como lo hicieron sus antepasados durante mil años.
La célebre ciudad de Shiraz, una casa del tesoro de arte y arquitectura musulmana y una ciudad jardín de poetas y místicos, alberga también una tradición médica musulmana de curación, la tradición de Masiha-Dam, el aliento sanador de Cristo. Este tema ya se refleja en la poesía del gran poeta persa Hafiz, hace unos setecientos años. Por lo tanto, tanto en la tradición literaria como en la médica del Irán contemporáneo, existe un interés continuo por la figura sanadora de Cristo.
El islam y Jesús
Por lo tanto, creo que la cultura islámica nos presenta tanto en cantidad como en calidad la imagen más exquisita y profunda de Jesús respecto a cualquier otra cultura no cristiana. Bajo mi punto de vista, no hay otra religión que haya prestado tanta atención al Jesús histórico, y al Jesús eterno. Y eso es lo que hemos de destacar. La moraleja de la historia parece bastante clara: una religión a menudo se apoyará en otra para complementar su propio testimonio. No puede haber un ejemplo más destacado de esta interdependencia que el caso del islam y Jesús. Y para el cristiano en particular, el amor a Jesús también puede significar, creo, un interés en cómo y por qué fue amado y apreciado por otra religión.
lee la primera parte aquí
Fuente: bbc.co.uk. Traducido y editado por la redacción de NM.