La adoración en el Islam es un fin en sí misma

Por: Dr. Ahmad Muhammad Al-Tayyib

La adoración en el Islam es un fin sí misma, y no un medio con el cual se alcanza un cometido concreto. Si fuese así, y dicho cometido se alcanzase, los actos de adoración perderían la justificación de su realización y se volverían prescindibles.

A partir de este entendimiento de la práctica de la adoración en el Islam, queda clara la invalidez de lo que dicen quienes su soberbia les impide adorar a Allah, y que consiste en asegurar: “que el objetivo de la adoración en las religiones es refinar el alma y la moral y purificar el corazón y la conciencia”. Entonces, si el hombre puede alcanzar este objetivo con la educación o la cultura,  esta no será necesaria.

Esta proposición errónea podría ser admitida si las prácticas de adoración fuesen realizadas únicamente para la purificación. Sin embargo, el Sagrado Corán confirma categóricamente que adorar al creado en sí mismo es un cometido sublime, para el cual Allah ha creado los humanos y a los genios:

Y no he creado a los genios y a los hombres sino para que Me adoren. (Los que levantan un torbellino, 51:56)

Esta aleya afirma que la adoración es en si misma un fin, independientemente del efecto de purificación que tiene en las almas y las conciencias de los siervos.

En realidad, la adoración en el Islam no se trata meramente de un medio para alcanzar la virtud. Así como tampoco es correcta la idea de que el hombre puede prescindir de la adoración si logra la purificación por otros medios. La verdad es que la realización de los derechos de Allah, que él nos exhorta a cumplir, es el único objetivo de la adoración. La manifestación de devoción al Señor de los mundos y la obediencia a Sus órdenes son el objetivo de todas las prácticas de la adoración como son la oración, el ayuno, el Zakat, la peregrinación, la recitación del Corán, el recuerdo de Allah, la súplica, la petición de Su perdón, el seguimiento de las instrucciones de la Sharía islámica y el compromiso con las disposiciones de lo que es lícito e ilícito.

En resumen, el objetivo de la adoración en el Islam es la obediencia a las órdenes de Allah, mostrando completa devoción a él -glorificado sea-, por el medio que ha indicado en las legislaciones que ha hecho descender sobre sus Profetas.

Sin embargo ¿significa esto que la adoración no tiene efecto sobre la educación moral y de la conciencia? No, porque aunque la adoración es un objetivo en sí, esta tiene repercusiones en el alma de quien adora, tales como la educación moral, el refinamiento, el sentimiento de responsabilidad, el compromiso, la fuerza del alma y el contentamiento entre muchas otras virtudes.

De igual manera, hay mucha diferencia entre decir que el refinamiento del alma es el objetivo de la adoración y decir que el refinamiento del alma es uno de los frutos de la adoración.

La primera opinión significa que la adoración es un medio cuyo final es refinar la moral, lo que se considera el cometido en sí, y la relación entre la adoración y el refinamiento se trata de medio y fin. De esta manera, si se alcanza el fin no será necesario el medio.

La segunda opinión, que considera la adoración como como un fin en si mismo y como una relación de acercamiento entre Allah y el siervo, hace necesario que, al realizarla correctamente, arroje el corazón del siervo hacia el temor, la conciencia y  el amor por Allah. Porque es indudable que la comunicación con Allah o el acercamiento a Él purifica el alma y guía a la moral más recta:

¡Hombres! Adorad a vuestro Señor que os ha creado a vosotros y a los que os precedieron. Tal vez así os guardéis. (La Vaca, 2:21)

¡Creyentes! Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron. ¡Ojalá tengáis temor (de Allah)! (la Vaca, 2:183)


Fuente: Libro ‘Los fundamentos del Islam’, por el autor, traducido por el Centro de traducción de Al Azhar, editado por Nuevos Musulmanes

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