La creencia: el camino hacia el contentamiento

La creencia nos conduce hacia el camino del contentamiento y el éxito

La creencia nos conduce hacia el camino del contentamiento y el éxito

Por: Redacción

Si quieres entender cómo disfrutar, a través de la creencia, de una gran contentamiento y bendiciones, cómo experimentar plenitud y felicidad, entonces, lee la siguiente parábola.

Una parábola para entender cómo la creencia lleva al contentamiento y trae bendiciones

Dos hombres salieron de viaje al mismo tiempo para hacer negocios pero también por placer. Uno, quien es arrogante y solo se sirve a sí mismo, sale en un dirección, el otro, quien sirve a Dios, sale en la dirección contraria.

Dado que el primero presumido y pesimista, llega a un país que, debido a su pesimismo, a él le parece malvado. Allí se encuentra rodeado de gente pobre y sin esperanza, quienes son atormentados a manos de gente que abusa de ellos y sus vidas están arruinadas. A cualquier sitio que va, encuentra la misma escena. Todo el mundo en esta tierra sufre la misma miseria. Luego decide olvidarse de todas estas circunstancias bebiendo hasta emborracharse. Ahora todo el mundo le parece un extraño o un enemigo. Tiene horrorosas visiones de gente muerta y niños huérfanos. Su alma se sume en el tormento.

El otro hombre, el que es temeroso de Dios, quien tiene una buena conducta y actúa rectamente, llega a una país que, a su parecer, es excelente. Este hombre contempla un festival universal. En cada esquina hay disfrute y felicidad y una casa para el recuerdo de Dios. Todo el mundo se saluda con los mejores saludos de paz y bendiciones. En contraste con el otro hombre, cuyo sufrimiento es causado por sí mismo y por otra gente, este hombre se alegra por su propia felicidad y por la de los demás. Además de esto, disfruta de unas transacciones provechosas y da gracias a Dios.

Cuando se encuentra con el otro hombre, entiende su situación y le dice: ‘Te has convertido en un loco. Todas las cosas malas y feas que ves, surgen y reflejan tu estado interior. Por esta razón te imaginas la risa como llanto y el descanso de las responsabilidades como saqueo y pillaje. Vuelve a tu razón, limpia tu corazón para que el desafortunado velo que lo cubre sea eliminado de tus ojos y puedas ver la verdad. Puesto que este es un país civilizado con orden y armonía, y está gobernado por un soberano poderoso, justo y compasivo. Por lo que las cosas no pueden ser como tú la ves o como crees que son’. Después de esto el hombre que solo veía fealdad vuelve en razón y se llena de arrepentimiento: ‘Realmente había perdido la razón por cuanto había bebido. Gracias. Que Dios esté complacido contigo por haberme ayudado a salir de este estado’.

El hombre arrogante y pretencioso representa a quien no cree, o a la persona que se deja llevar por las pasiones. Este mundo es para él un lamento constante. Todas las cosas vivientes le parecen huérfanos por el dolor de la separación y la decadencia. Tanto los seres humano como los animales le parecen seres solitarios y aislados, criaturas salvajes abocadas a la muerte. Las grandes masas, como las montañas y los océanos le parecen cuerpos sin alma. Esta percepción, que emerge de la falta de creencia y el desvío, le traen ansiedad a su mente y le tortura.

Pero el otro hombre es un creyente. Cree en Dios y lo afirma. A su forma de ver, este mundo es un lugar donde la gente Le alaba, un lugar de prueba para humanos y animales, un lugar donde convivir. Todos los seres vivientes llegan a un momento de disfrute, donde, una vez acabado su viaje y sus responsabilidad en este mundo emprenden un viaje espiritual hacia la eternidad. Todos los sere vivos han llegado a este mundo para cumplir con un propósito en particular; todos se dedican a sus asuntos con alegría, y todo cuanto oyen son los sonidos de la glorificación y alabanza cuando empiezan, del placer de llevar a cabo sus tareas en el medio y de gratitud al terminar. En la percepción del creyente, todas las cosas son obedientes a su Señor, parte de un decreto del más generoso y compasivos de los señores.

Esto es así porque la creencia hace que la semilla del árbol de Tuba del paraíso florezca; mientras que la incredulidad hace que florezca la semilla del Zakkum, planta de fuego.

 

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Fuente: http://www.thewaytotruth.org/ Traducido con ligeras modificaciones editoriales por New Muslims

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