La creencia en el Destino o Decreto (parte 4: la paradoja)

La creencia en el Destino o Decreto (parte 4: la paradoja)

La creencia en el Destino o Decreto (parte 4: la paradoja)

Autor: Shaykh Abdalhaqq Bewley

Hasta ahora nos hemos fijado únicamente en la naturaleza inmutable del Decreto Divino, pero aún nos falta mencionar sus consecuencias: la rendición de cuentas y la responsabilidad de los seres humanos. Desde el principio estamos desconcertados por la aparente paradoja que existe entre la predeterminación de las acciones y el ser responsables de las mismas. Algunos Compañeros fueron incluso al Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, para preguntarle: “Mensajero de Allah, ¿para qué sirven entonces las acciones?”. El Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, respondió diciendo: “Actuad. A cada persona se le facilita aquellos para la que ha sido creado” (‘Abdullah ibn Ahmad ibn Hanbal y at-Tabarani en al-Kabir).

En otra transmisión recogida en el Musnad de Imam Ahmad, además de en al-Bujari, Abu Dawud, at-Tirmidhi e Ibn Mayah, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, añadió: “Si se trata de una de las personas de la felicidad, las acciones de ese tipo de personas se le facilitan. Si es una de las personas de la desgracia, las acciones de ese tipo de personas le serán fáciles de hacer”. Y luego recitó:

“Así pues, al que dé con sinceridad, sea temeroso y crea en la verdad de los más Hermoso le haremos propicia la felicidad. Pero al que sea tacaño, se considere autosuficiente y niegue la verdad de lo más Hermoso, le haremos propicia le dificultad” (Sura de la Noche, 92:5-10).

Estas palabras aclaran la verdad de forma irrefutable, pero algunas personas ha solido equivocarse. Las posturas desviacionistas suelen ser dos. Unos declaran que lo seres humanos tienen libre albedrío en lo que respecta a las acciones, mientras que otros defienden lo contrario y afirman que la constricción es total y se carece de toda libertad. Estas dos desviaciones tuvieron defensores desde los primero días y hay historias que recogen cómo las trataban ‘Umar y ‘Ali, que Allah esté complacido con ambos. ‘Ali fue confrontado por uno de los defensores de la libertad absoluta que declaró que, gracias a su propia voluntad podía hacer lo que se le antojase. ‘Ali le dijo: “Muy bien, levanta el brazo derecho”. El otro lo hizo así. “Ahora levanta la pierna derecha”. El hombre obedeció. “Ahora el brazo izquierdo”. Al hacerlo el individuo quedó con los dos brazos en alto y una pierna levantada. “Ahora” dijo ‘Ali, “¡levanta la otra pierna!”. Es obvio que el hombre no podía hacerlo sin caerse. Con esta prueba tan sencilla, ‘Ali demostró que la voluntad humana está sometida a muchas leyes que eluden su control.

En la época de Umar, que Allah esté complacido con él, un pequeño grupo de hombre que defendía la postura opuesta, que las acciones carecían de sentido, decidió establecerse en la mezquita siendo sus familias las que trajeran la comida y se ocupasen de sus necesidades. Asumieron el nombre de los ‘mutawakkilun’, los que se confían en Allah. ‘Umar se enteró de sus pretensiones y fue a verlos. Una vez que hubo hablado con ellos les dijo: “Vosotros no sois mutawakkilun, sino más bien muta’kilun  –¡la gente que espera que otros les den de comer!- Salid de la mezquita y hacer algo provechoso con vuestras vidas.

Fuente: Libro ‘Islam, creencia y prácticas básicas’

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