Autor: Shaykh Abdalhaqq Bewley
Lo cierto es que, en lo que respecta a las personas, y tal y como aclaró el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, a los Compañeros que fueron a verlo, el Decreto Divino está inseparablemente ligado a las acciones, el destino es inseparable de lo que se hace. El hadiz que habla de la creación del ser humano en el vientre de la madre, cuya primera mitad se ha mencionado antes, termina con el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, diciendo: “Por Allah que uno de vosotros hará las acciones de la gente del Jardín, hasta que no le separe de este más que la distancia de un brazo; entonces llegará lo que estaba escrito, hará las acciones de la gente del Fuego y entrará en este”.
Un ejemplo esclarecedor que muestra la estrecha relación entre la acción y el Decreto Divino, es lo que sucedió en el día de Badr. Una vez iniciada la confrontación, el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, alzó los brazos y comenzó a invocar a Allah con gran vehemencia. Entre las cosas que dijo estaban las siguientes palabras: “Oh Allah, danos la victoria que me has prometido. Si permites que hoy muera en este grupo de gente ya no será adorado en la tierra”. En este estado de intensa súplica el mato cayó de sus hombros, Abu Bakr lo recogió y poniéndolo sobre sus hombros dijo: “Mensajero de Allah, esto no es necesario. No hay duda de que Allah cumplirá Su promesa” (Ibn Hisham). Parecía como si, llevado por su preocupación por el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, Abu Bakr estuviese sugiriendo que Muhmmad dudaba del Decreto Divino. Pero el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz, siguió invocando a Allah hasta que las lágrimas corrieron a raudales por sus mejillas.
Gracias a la aleya mencionada anteriormente, sabemos que el resultado de la batalla era inevitable y que no ha habido ser humano con un conocimiento mayor de su Señor que el Profeta, a quien Allah bendiga y conceda paz. La verdad es que, con su súplica fervorosa a Allah, el Profeta, lejos de dudar del Decreto Divino estaba siguiéndolo de forma muy activa. Desde cierto punto de vista, la realidad es que estamos, día tras día, forjando nuestro destino con las acciones que realizamos. Estamos continuamente confrontados con distintas situaciones que implican posibilidades de acción diferentes; y las decisiones que tomamos dependen de lo que consideremos más oportuno. El resultado de estas acciones lo anotan dos ángeles cuya responsabilidad es precisamente esta; ese registro que contiene nuestro destino definitivo, se nos entregará el Día del Levantamiento. Ese día sabremos que no podremos culpar a nadie excepto a nosotros mismo y que Allah es absolutamente justo con Sus esclavos. Esta es nuestra realidad.
“A todo ser humano le hemos atado su destino al cuello y el Día del Levantamiento le sacaremos un libro que encontrará abierto. ¡Lee tu libro! Hoy te bastas a ti mismo para llevar tu cuenta” (Sura del Viaje Nocturno, 17:13-14).
Fuente: Libro ‘Islam, creencia y prácticas básicas’