Por: Yusuf Abdulrahman
Tu vida está hecha a medida para ti por el Misericordioso Creador y totalmente hecha a tus intereses. Todo lo que ha sucedido en tu vida, tanto los momentos bellos como los amargos, han sido creados para revelarte algo sobre ti o tu relación con Él. Nada ha salido mal. Cada momento contiene un secreto, con un mensaje de Él, que, si se le presta atención, te mueve hacia el despertar.
El despertar no debe ser considerado como un estado distante alcanzado solo por la gente famosa del pasado. Más bien, es la condición primordial, el punto de partida. Naciste puro. Naciste con visión clara. Le percibías en todas las cosas. Sabías que él era tu aliado y que no había nada de qué temer. La existencia era increíble. Estabas deslumbrado por la lluvia, un tren de juguete, el mantel. El universo es Su Creación, y Él es El Amoroso y Amable. Por lo tanto ¿qué te puede hacer este mundo que está más allá de Su misericordia?
“¿Pero qué pasa con el dolor?” Preguntas. “Duele mucho”.
Que Allah te bendiga y calme tu corazón. El dolor es el producto de una percepción inexacta, de un malentendido sobre la naturaleza del universo y tu propósito en él. Imagínate sentado en una habitación oscura y descubres una serpiente negra que pasa fugaz a la luz de un rayo de luna. Pasarías la noche con miedo, con ansiedad y una quietud vigilante, no fuera que la serpiente se abalanzara desde su lugar y hundiera sus colmillos en ti. Después de una noche frenética sale el sol y la serpiente que temías se revela como el cordón de unos zapatos. El dolor, la angustia y la náusea fueron causados por tu interpretación errónea de la situación. No había necesidad de tener miedo. Pero tú lo tenías.
El no creyente considera que el universo está organizado arbitrariamente. Cree que los eventos de su vida son aleatorios, y por su propio ingenio y trabajo, puede organizar los asuntos como él quisiera que fueran. Sin embargo, las cosas rara vez salen como él espera, lo que da lugar a un permanente estado de descontento y al consiguiente abrumador estrés. La vida no tiene ningún significado para él. No hay lecciones que aprender, solo dolorosos fracasos. El éxito solo se puede encontrar en el logro de los resultados. Cualquier cosa que no sea esto es un desperdicio de energía. Celebra cuando las cosas siguen el camino que quiere y se desespera cuando el universo se niega alinearse con ello. El universo rara vez se alinea con sus deseos, por lo que su existencia se define por la desconfianza y el resentimiento.
El creyente sabe que cada momento de su vida está perfectamente diseñado por Aquel que lo sabe todo. Ve los desafíos como una oportunidad para perfeccionar su perspectiva y enfocar sus prioridades. Los momentos difíciles le recuerdan su inhabilidad humana inherente. Cuando comienza a llover, agradece a Allah por su paraguas. No juzga el momento al que se enfrenta, sino que es curioso, diciendo ‘subhanAllah’ en lugar de gritar con disgusto cuando las cosas no van según lo planeado. A veces, se ríe cuando otros lloran, porque el creyente tiene un sentido del humor estoico: “¡Oh Allah! ¿Qué estás haciendo conmigo esta vez?”. Se centra en su contribución al universo, sabiendo que esa es su única responsabilidad. Rara vez se enoja, ya que ha aprendido que la ira hacia el universo es en realidad la ira hacia su Creador. Está profundamente agradecido y ve el hilo dorado de significado que se abre paso en su vida, guiándolo hacia su objetivo final. Su objetivo es Allah, no una gran casa. Es generoso; “Él te ha dado antes, Él te dará de nuevo”.
La gratitud se filtra de cada uno de sus poros, ya que no puede dar cuenta de las innumerables bendiciones que impregnan su vida. Cuando se le da algo, da gracias. Cuando pierde algo, se lo devuelve voluntariamente a su Señor sabiendo que nunca fue suyo en primer lugar. Se encuentra en un estado de paz perpetua, ya que sabe que lo que sea que encuentre en la vida está diseñado en función de sus intereses por El Uno, y que si se involucra apropiadamente en el momento, dará un paso más para ver la Verdad como Verdad. Rara vez sacudido, porque su creencia es su realidad.
El Islam es el vehículo por el cual uno pasa de la incredulidad a la creencia. Es normal considerar hoy en día nuestra creenica como una identidad cultural en lugar de una tecnología de transformación. A menudo, nuestras prácticas espirituales se realizan por un sentido de deber o miedo. Esto neutraliza su poder transformador y las limita a conchas vacías en lugar de herramientas potentes, ricas y profundas para volver a despertar nuestra cosmovisión primordial. El Islam, que es la culminación de la Conversación Divina con la humanidad, es el sistema más perfecto y holístico del despertar humano. Al reducirlo a una identidad cultural, se convierte en un club como cualquier otro. La medida en que uno ve el mundo a través del prisma del desorden y la aleatoriedad es la medida en que uno experimenta dolor en él.
A pesar de que miles de millones han declarado la creencia con la lengua y han aceptado intelectualmente los principios de nuestra religión, es raro el hombre que vive en estado de Islam. El objetivo del Islam es ver las cosas como realmente son. A medida que uno se mueve hacia la gratitud y la confianza, y comienza a atestiguar la sombra de la Mano Divina sobre todas las experiencias, el dolor comienza a cesar, la visión se vuelve más precisa y el corazón comienza a sanar. Este movimiento es shif’a, el retorno a la Realidad.
Fuente: http://seekershub.org/ Traducido y editado por Nuevos Musulmanes