La importancia de cuidar el medio ambiente en el Islam

El medio ambiente en el Islam es muy importante

El medio ambiente en el Islam es muy importante

Autor: Osman Nuri Topbas

Maltratar y dañar el medio ambiente es una forma de arrogancia e ignorancia que, en última instancia, se volverá contra nosotros. Allah Todopoderoso ha dicho:

“La corrupción se ha hecho patente en la tierra y en el mar a causa de lo que las manos de los hombres han adquirido, para hacerles probar parte de lo que hicieron y para que puedan echarse atrás.” (Sura de los Romanos, 30:41)

De hecho, Allah Todopoderoso ordenó anteriormente lo siguiente:

“Ha elevado el cielo y ha puesto la balanza para que no abusarais al pesar.” (Sura del Misericordioso, 55:7-8)

Sin embargo, la humanidad no hizo caso a estas advertencias y ahora está pagando el precio. La serenidad y la belleza que llenan el corazón del Musulmán se reflejan en su buen trato con los seres humanos, los animales, las plantas, e incluso con los seres inanimados. Es muy cuidadoso en no dañara ninguno de ellos. Un día que pasaba un funeral por donde estaba el Mensajero de Allah (que Allah le bendiga y le de la paz) al verlo, dijo:

“O bien logra el descanso, o los otros se han librado de él.”

Los Compañeros dijeron:

“¡Oh Mensajero de Allah! ¿Que quieres decir con: O bien logra el descanso, o los otros se han librado de él?”

El Mensajero de Allah (s.a.w) contestó:

“Cuando un creyente muere, descansa de las preocupaciones de este mundo y alcanza la misericordia de Allah. Cuando un pecador o una mala persona muere, la gente, la tierra, los árboles y los animales se libran de él y encuentran la paz.” (Bujari, Rikak, 42; Nesai, Cenaiz, 48, Ahmad, V, 296, 302, 304)

El ser humano debe abstenerse de todo aquello que pueda molestar o dañar a sus semejantes en cualquier lugar o circunstancia. Contaminar y ensuciar la tierra, el agua, el aire y las ciudades y pueblos es algo que no va con la dignidad y el honor humanos. Es ir contra nosotros mismos y contra los demás.

Los musulmanes son educados en el conocimiento de que ensuciar y corromper el medio que nos rodea es una falta grave ya que implica el olvido de los favores de Allah. Un creyente maduro cuida la naturaleza, no ensucia su entorno ni lo contamina, y de la misma manera tiene cuidado de mantener limpias las ciudades en las que vive.

Nuestro Profeta consideraba el hecho de retirar un obstáculo del camino (una piedra, o una arbusto espinoso) para facilitar el paso del caminante como una parte de la creencia. Así mismo, el Mensajero de Allah (s.a.w) nos advirtió en numerosas ocasiones que Allah no ama a los que molestan a sus conciudadanos. Muaz bin Anas (r.a) narró:

“Me encontraba en una expedición militar con el Mensajero de Allah (s.a.w). Los soldados habían estrechado el área de acampada y bloqueado el camino. El Profeta (s.a.w) entonces mandó a uno de sus hombres para que les dijera a los soldados:

‘Quien dificulte algo a alguien o bloquee el camino (o moleste a un creyente) no tendrá la recompensa del yihad.’” (Abu Daud, Yihad, 88/2629, Ahmad, III, 441)

Aquí, nuestro Profeta (s.a.w) nos anuncia que aquellos que bloquean los caminos y dificultan en algo a los siervos de Allah, no recibirán ninguna recompensa divina.

Por esa razón, se debe evitar todo acto que moleste a la gente como ensuciar las calles, escupir en lugares públicos, aparcar indiscriminadamente, o poner obstáculos en los caminos de forma que los que pasen por allí encuentren dificultad en continuar su marcha. Los musulmanes no sólo cuidan de no molestar a nadie, sino que se preocupan de ayudar cuando alguien se encuentra en una situación incómoda.

El famoso escritor francés Montaigne mencionó que “los musulmanes turcos incluso habían creado fundaciones y hospitales para los animales.”

Guer, un abogado francés que visitó los territorios del imperio Otomano en el siglo XVII, habla de un hospital para gatos y perros enfermos en Damasco. Sobre estas fundaciones, el Prof. Dr. Sibai dijo:

“En la vieja tradición de fundaciones había establecimientos sanitarios para atender y alimentar a los animales enfermos. A este respecto, El Prado Verde (hoy dentro de la ciudad de Damasco) era un terreno de pasto que fue donado para alimentar a los animales de carga que habían quedado abandonados por sus dueños al disminuir considerablemente su fuerza y su rendimiento. Estos animales pastaban en el Prado Verde hasta que morían. Entre las fundaciones de Damasco había lugares donde los gatos podían comer, descansar y moverse libremente. Miles de gatos acudían diariamente a estos lugares y nuca dejaron de encontrar en ellos la comida que necesitaban.”

El Islam, que protege cuidadosamente a todo ser viviente, otorga gran importancia al trato que debe darse a los árboles y a los prados. El Mensajero de Allah (s.a.w) dijo a este respecto:

“Incluso si llegase la Hora y alguien tuviese una semilla en la mano, debería plantarla si tuviera la ocasión.” (Ahmad, III, 191, 183)

Abu Dardá (r.a), uno de los Compañeros del Profeta, estaba plantando un árbol cuando alguien se acercó a donde estaba y le dijo lleno de asombro:

“¡Eres un Compañero del Profeta y pasas el tiempo plantando un árbol!”

Abu Dardá le respondió:

“Tranquilo, no me juzgues con tanta rapidez. Oí al Mensajero de Allah (s.a.w) decir: ‘Si alguien planta un árbol y otras criaturas de Allah comen de sus frutos, es como si hubiera dado una sadaqah.” (Ahmad, VI, 444. Ver Muslim, 7)

En otra ocasión comentó el Mensajero de Allah (r.a):

“Quien corte un árbol sidre (que da sombra) sin una buena razón, Allah arrastrará su cabeza al Infierno.” (Abu Daud, Adab, 158-159/5239)

Nuestro Maestro el Profeta Muhammad (r.a) prohibió que los ejércitos cortasen árboles, dañasen la vegetación y cazasen, anunciando que Medina, Taif, junto con Mekka, eran lugares sagrados donde estaba prohibido (haram) todo tipo de violencia. Y con respecto a los campos de la tribu de Banu Haritha, dijo:

“Quien corte un árbol de estos campos deberá plantar otro para reemplazarlo.”

El Mensajero de Allah (s.a.w) erigió una sociedad amable y respetuosa con todas las criaturas, aconsejando sin cesar a sus conciudadanos proteger y embellecer la naturaleza en cualquier lugar donde se encontrasen. El primer Califa, Abu Bakr (r.a), dirigiéndose a los soldados que se preparaban para salir en una expedición, les arengó de la siguiente manera:

“No traicionéis; no saqueéis el botín de guerra; no torturéis cortando partes del cuerpo como la nariz o las orejas; no matéis a los niños, a los ancianos y a las mujeres; no cortéis palmeras ni las queméis. No cortéis los árboles frutales; no sacrifiquéis más corderos, vacas o camellos que los que necesitéis para alimentaros. Encontraréis gente que se enclaustra en monasterios y se dedican allí a la adoración, dejadles en paz con su adoración…”

Comte de Bonneval notó esta sensibilidad en los Musulmanes y dijo asombrado:

“He visto a turcos del Imperio Otomano llegar al extremo de salvar árboles frutales de perecer a causa del calor ofreciendo dinero y empleando a gente para que los regasen cada día.”

Fuente: http://es.osmannuritopbas.com/

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