Autor: Aisha Stacey
Cuando la honestidad desaparezca, entonces esperen la llegada de la Hora (el Día del Juicio). Estas son las palabras del Profeta Muhammad; pintan una escena del tiempo cercano al Día del Juicio, cuando la gente de bien estará triste debido a la falta de honestidad a su alrededor. En el siglo XXI, vivimos en un mundo en donde la honestidad es valorada y, sin embargo, rechazada al mismo tiempo. Esperamos que la gente sea honesta en sus tratos con nosotros, sin embargo, vemos y aplaudimos los programas de televisión y las películas que promueven y alientan la mentira y el engaño.
Sin pensarlo les enseñamos a nuestros hijos que la deshonestidad es aceptable. Cuando dejamos que nuestros hijos le digan a la persona que llama al teléfono que no estamos en casa, esta es una lección de engaño. Cuando rechazamos invitaciones y pretendemos que estamos ocupados, esto es mentir. Nosotros reprendemos a nuestros hijos por mentir, pero la realidad es que hemos sido sus maestros. Ya sea que nosotros digamos mentiras o no o ya sea que permitamos que nuestros hijos vivan en un mundo rodeado por el engaño, la lección es aprendida y la honestidad empieza a desaparecer del corazón de la siguiente generación.
La honestidad incorpora los conceptos de veracidad y confianza, y reside en todos los pensamientos, palabras, acciones y relaciones humanas. Ella es más que tan solo exactitud, es más que tan solo veracidad; ella denota integridad y firmeza moral. El Islam ordena la veracidad y prohíbe mentir. Dios ordena que el musulmán sea honesto.
“¡Vosotros que creéis! Temed a Allah y permaneced entre veraces” (Sura at Tawba, 9:119).
Ibn Kazir, el renombrado experto del Corán, explicó el significado de este verso. Dijo: “Ser veraz y adherirse a la veracidad, significa que estarás entre la gente de la verdad y estarás a salvo de la calamidad, y que esta te hará un camino para salir de tus problemas”.
Un verdadero creyente, uno que de verdad esté sometido a Dios, tiene muchas características por las que puede ser identificado. Las más obvias de estas nobles características son la honestidad de carácter y la veracidad al hablar. El Profeta Muhammad fue un perfecto ejemplo de honestidad. Incluso antes de su Profecía, se ganó los títulos de Al-Amin (el digno de confianza) y As-Sadiq (el veraz).
El Profeta Muhammad una vez reunió a toda la gente de La Meca y les preguntó: “¡Oh gente de La Meca! Si les digo que un ejército está avanzando hacia vosotros por detrás de las montañas, ¿me creerían?” Todos dijeron a una sola voz, “Sí, porque nunca te hemos oído decir una mentira”. Toda la gente, sin excepción, juró por su veracidad y honestidad porque él había vivido una vida sin ninguna tacha y extremadamente piadosa entre ellos por 40 años.
Abu Sufyan describió su honestidad. Cuando el Profeta Muhammad envió una carta al Emperador de Bizancio invitándolo al Islam, el Emperador, Heraclio, mandó a buscar a el mercader de La Meca, Abu Sufyan. A pesar de que él era, en ese momento, un acérrimo enemigo del Islam, dijo la verdad acerca del Profeta Muhammad cuando dijo: “Él ni dice mentiras ni traiciona a otros, le ordena a la gente adorar solo a Dios y nos ordena observar la oración, la honestidad y la abstinencia”.[1]
Esta honestidad, un ingrediente esencial del carácter musulmán, incluye ser veraz hacia Dios al adorarlo solamente a Él con sinceridad, siendo veraz con uno mismo, adhiriéndose a las leyes de Dios, y siendo veraz con otros al hablar la verdad y siendo honestos en todos los tratos, tales como comprar, vender y el matrimonio. No debe haber ningún engaño, trampa, falsificación o retención de información, de esta forma una persona debe ser la misma en el interior y en el exterior.
El Profeta Muhammad nos advirtió acerca de los peligros inherentes a la deshonestidad y los beneficios de vivir en una forma honesta cuando dijo:
“La veracidad lleva a la corrección, y la corrección lleva al Paraíso. En adición, un hombre se mantiene diciendo la verdad hasta que se vuelve una persona veraz. (Por el contrario) la falsedad lleva al pecado y a hacer el mal, y el pecado lleva al Fuego (del Infierno), y la persona puede seguir diciendo mentiras hasta que es registrado ante Dios como un mentiroso”. (Sahih Al-Bujari)
Una sociedad islámica verdadera está basada en la honestidad y la justicia, y es intolerante con la deshonestidad en todas sus formas. La honestidad en todas las transacciones de negocios es enfatizada, y el Profeta Muhammad exhorta a los musulmanes a ser escrupulosamente honestos en todos sus tratos. Abdullah ibn Omar una vez fue descrito como el “hermano de la noche”; solía levantarse en la noche para hacer oración, buscar el perdón de Dios y leer el Corán. Un día estaba sentando junto con algunos amigos cercanos y recitó los siguientes versos:
“¡Perdición para los defraudadores! Que cuando le compran a la gente le exigen la medida y el peso cumplidos, pero cuando son ellos los que miden o pesan, cometen fraude. ¿Es que no tienen certeza de que serán devueltos a la vida para un día trascendente? El día en que los hombres se levantarán ante el Señor de los mundos” (Sura de los Defraudadores, 83:1-6).
Abdullah lloró hasta que se desmayó y se mantuvo repitiendo las palabras “el día en el que comparecerán los hombres ante el Señor del Universo”. Él estaba entre los hombres más honestos y de más confianza, pero al serle recordado el castigo para aquellos que están llenos de engaño, se llenó de temor.
El musulmán que esté buscando complacer a Dios y seguir el camino de la corrección, debe estar alerta de los peligros del engaño y la deshonestidad. Sin embargo, de la misma forma debe saber que Dios es Misericordioso y Compasivo, con la voluntad de perdonar incluso los más graves pecados a aquellos que se esfuerzan por Él. La Honestidad es muy importante en la vida del un creyente.
“La honestidad descendió de los cielos y se estableció en las raíces de los corazones de los hombres (creyentes), y luego el Corán fue revelado y la gente leyó el Corán, (y la aprendió de él) y también la aprendió de los dichos y las tradiciones. Tanto el Corán como las tradiciones fortalecieron su honestidad”. (Sahih Al-Bujari)
Este es uno los muchos dichos del Profeta Muhammad, muchos de los cuales prohibieron el engaño y se impusieron la honestidad. Para aquellos que quieran estar entre los veraces, el Profeta Muhammad nos ha dejado estas palabras de guía: “Quien crea en Dios y en el Último Día que hable el bien o que se mantenga en silencio”. (Sahih Muslim)