La misericordia del Profeta Muhammad con los niños

Por: Redacción

Existen numerosos ejemplos que se han relatado la misericordia del Profeta Muhammad con los niños. En su libro, ‘Muhammad: Profeta y Estadista’, el orientalista W. Montgomery Watt escribe (página 229):

“Él (el Profeta Muhammad) parece haber sido especialmente amable con los niños y haberse llevado bien con ellos. También sentía gran simpatía por su primo más joven, ‘Ali ibn Abi Talib, que había vivido en su casa. Por un tiempo, una nieta llamada Umamah era una de sus favoritas. La ponía sobre sus hombros durante las oraciones públicas, inclinándola hacia abajo cuando se inclinaba o postraba, y luego la levantaba de nuevo. En una ocasión bromeó con sus esposas mostrándoles un collar y diciendo que se lo daría a quien era más querida para él; cuando pensó que sus sentimientos estaban lo suficientemente agitados, no se los dio a ninguna de ellas, sino a Umamah”.

Era capaz de adopatar el espíritu de los juegos infantiles y tuvo muchos amigos entre los niños. Se divertía bromeando con los niños que volvieron de Abisinia (Etiopía) y hablaban abisinio. En una casa en Madinah había un niño pequeño con el que acostumbrada a hacer bromas. Un día encontró al niño pequeño muy triste, y le preguntó cuál era el problema. Cuando le dijeron que su mascota, un ruiseñor, había muerto, hizo todo lo que pudo para consolarlo.

Uno de los compañeros más cercanos del Profeta, Anas ibn Malik, dijo: “Nunca vi a nadie que fuera más compasivo con los niños que el Mensajero de Allah. Su hijo Ibrahim estaba al cuidado de una nodriza en las colinas alrededor de Al-Madinah. Iba allí, y nosotros con él y él entraba en la casa, cogía a su hijo, lo besaba y luego volvía”. De manera similar, Usamah ibn Zayd, que era el hijo del sirviente del Profeta, Zayd ibn Harithah, narró: “El Mensajero de Allah solía ponerme en (una de) sus piernas y poner a Al-Hasan ibn Ali en la otra, y luego nos abrazaba y decía: 

¡Oh Allah! Por favor, sé misericordioso con ellos, como yo soy misericordioso con ellos.

El Profeta demostró y expresó públicamente su afecto por los niños en un momento en que una disposición tierna se consideraba un signo de debilidad. Una vez, el Profeta besó a su nieto Al-Hasan ibn ‘Ali mientras Al-Aqra’ ibn Habis at-Tamimi estaba sentado con él. Al-Aqra dijo: “Tengo diez hijos y nunca he besado a ninguno de ellos”. El Profeta lo miró y dijo:

Quien no sea misericordioso con los demás no será tratado misericordiosamente.

El Profeta, que la paz sea con él, amaba a sus nietos; los abrazaba y los besaba con frecuencia, los perseguía mientras corrían delante de él, a veces prolongaba sus postraciones en oración porque trepaban a su espalda y “no les gustaba apresurarlos antes de que terminaran de jugar”.

Una vez, incluso salió del púlpito en medio de un discurso a sus Compañeros, cuando vio a sus nietos trotar hacia él, hasta que los sentó a su lado.

Amaba a todos los niños

El afecto del Profeta por los niños se extendía a todos los niños de la comunidad, y no se limitaba a su propia familia. Estaba tan preocupado por ellos que una vez dijo:

Empiezo la oración con la intención de prolongarla, pero al escuchar el llanto de un niño, acorto la oración…

La gente solía llevarle los niños recién nacidos en la comunidad y él y los abrazaba, les daba un nombre y pedía por ellos. ‘A’isha narró que: “El Profeta tomó a un niño en su regazo, y luego el niño orinó sobre él, por lo que pidió agua y la vertió sobre el lugar de la orina” sin mayor problema.

Los niños nunca se sentían demasiado intimidados para acercarse a él, porque él se preocupaba por ellos y los trataba a su nivel.

Umm Khalid transmitió que: “Yo (la hija de Khalid ibn Sa’id) fui al Mensajero de Allah con mi padre y vestía una camisa amarilla. El Mensajero de Allah dijo: “¡Sanah, Sanah!” (Sanah significaba “bueno” en el idioma etíope). Luego comencé a jugar con el sello de Profecía (entre los hombros del Profeta) y mi padre me reprendió duramente por eso. El Mensajero de Alláh dijo: “Déjala”. El Profeta, entonces, pidió a Allah que le concediese una larga vida tres veces.

Otro compañero, al recordar su infancia, dijo: “En mi niñez solía tirar piedras a las palmeras para coger dátiles. Alguien me llevó al Profeta, quien me aconsejó que recogiera los dátiles del suelo, pero que no las tirara con piedras. Luego me dio unas palmaditas y me bendijo”.

En otras ocasiones, escuchamos que el Profeta invitaba a los niños a sentarse con él en su montura (ya fuera una mula o un camello) y les daba paseos cuando regresaba a la ciudad. De hecho, cuando regresó a La Meca a la cabeza de un gran ejército conquistador, había dos niños que se sentaron con él y compartieron su montura.

Trataba con lo niños en su nivel

El Profeta interactuó con los niños en su propio nivel de inteligencia y no estaba por encima de hacer bromas con ellos. El hijo de la compañera Umm Sulaym tenía un ruiseñor que le gustaba mucho. El Profeta le preguntaba cuando le veía: “¡Oh Abu Umayr! ¿Dónde está el Nughayr (ruiseñor)?”. En otras ocasiones hablaba con los hijos de los primeros emigrantes que habían estado en Abisinia y sabían un poco del idioma abisinio.

Fomentaba la dignidad y el respeto por si mismos entre los niños

El Profeta también alentó a dar a los niños una kunyah (patronímico) y llamarlos por ella para ayudarlos a desarrollar un sentido de dignidad y respeto por sí mismos. También llamó a enseñarles deportes como el tiro con arco y la equitación para que estuviesen físicamente activos y fueran miembros útiles de la comunidad cuando crecieran. El Profeta una vez tomó un juramento de lealtad de un grupo de niños pequeños en Al-Medina, y los elogió por su iniciativa.

Las relaciones del Profeta con los niños, al igual que cualquier otro aspecto de su vida, estuvieron marcadas por la bondad y el equilibrio. Se relacionó con ellos en su nivel, mientras los animaba a desarrollar sus personalidades y adquirir habilidades que los convertirían en miembros útiles de la comunidad.


Fuente: http://mercyprophet.org/ Traducido y editado por Nuevos Musulmanes

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