La mujer en el Corán y en la tradición del Profeta

Por: Asma Lamrabet

Los derechos de la mujer en el Corán

El Corán en primer lugar se dirige a todos los seres humanos sin discriminación de raza, color o sexo. Es, ante todo, un himno a la belleza de la creación de Dios, a su grandeza, un llamado a la paz y al amor entre los pueblos de esta tierra, a la justicia social y a la lucha contra el mal y la difusión del bien.

Quiero destacar el hecho de que en el Corán no hay ninguna mención de Eva como la responsable del pecado original, más bien algunos versículos muestran que es Adán quien sucumbe a las sugestiones de Satán. Por lo tanto, la responsabilidad es compartida por los dos. Después Dios les perdonó, y el Islam no conoce la enseñanza de la herencia de este pecado como se ve en la lectura de otras religiones.

En el Corán, cuyos textos son del séptimo siglo, se definen de manera clara todos los derechos de la mujer como ser humano entero, independiente y libre. Desde el punto de vista de los derechos humanos, el Corán demostró que la mujer y el hombre son iguales, creados de la misma esencia, y no como se creyó en un tiempo de la historia de la humanidad cuando algunos teólogos se preguntaban si la mujer tenía alma (Concilio de Macon en el año 581).

La mujer en el Corán tiene derechos civiles: libertad de culto,  derecho a elegir a su futuro marido –nadie puede obligarla a casarse con alguien que ella no quiere–, derecho a divorciarse si el marido la maltrata, derecho a mantener su apellido paternal –este mismo derecho estaba dentro de las reivindicaciones de la lucha de las mujeres feministas en los años sesenta en Occidente–.

Derechos sociales: el derecho a la enseñanza –que más que un derecho es una obligación, ya el Corán insiste en que los creyentes, mujeres y hombres, deben lograr el conocimiento, el saber y la educación porque la ignorancia es un pecado, y como dice el Corán “los más sabios son los más cercanos a Dios”–, el derecho al trabajo y el derecho a participar en todas las actividades sociales.

Derechos políticos: hace 1400 años que la mujer en el Islam tiene el derecho a votar, lo que en Occidente se consiguió muy tarde. Por dar un ejemplo, en Francia la mujer no ha adquirido el derecho de voto hasta 1945. El derecho a acceder a cargos políticos o militares –muchas mujeres fueron en la época de la revelación combatientes contra los paganos y politeístas de la Meca–.

Derechos económicos: unas de las leyes indiscutibles en el Islam es que la mujer tiene el derecho a una independencia económica total y absoluta. El hombre no tiene ningún derecho sobre la propiedad o el trabajo de la mujer. De acuerdo con el Islam, una mujer casada no está bajo el control del marido en lo que concierne a sus relaciones comerciales y sus ingresos. Ella es perfectamente libre e independiente en la ejecución de sus asuntos mercantiles, lo que está en contraste con la práctica usual en Europa hasta el comienzo del siglo XX.

Mujeres citadas en el Corán

El Corán relata historias de muchas mujeres en la historia de la civilización que han dejado sus huellas para la eternidad, mujeres creyentes y devotas, mujeres místicas, piadosas, mujeres madres y mujeres rebeldes contra las injusticias, todas ellas elegidas por Dios para dar ejemplo a la humanidad. Pero una sola mujer es nombrada en el Corán con su nombre propio, y es notoriamente la preferida de Dios: María, la virgen madre de Jesús. Todo un capítulo del Corán viene con su nombre y es consagrado a su hermosa historia: “La delgada palmera cargaba dátiles dulces para ella y cuando se agarraba en sus dolores de parto, su hijo recién nacido daba prueba de su pureza”. María, la silenciosa y abnegada alma, altamente honrada en el Islam, descrita en muchos versículos coránicos de una manera tan bella: “María, Dios te ha escogido, te ha purificado y te ha exaltado sobre todas las mujeres de la creación”, “Y Dios presenta otro ejemplo a los que creen, el ejemplo de María, que aceptó la verdad de las palabras de su Señor y fue de las verdaderamente devotas”, “Y recuerda a María que guardó su castidad, y luego insuflamos en ella algo de nuestro espíritu e hicimos de ella y de su hijo un signo de nuestra gracia para toda la humanidad”. Así es ella, María, en el Corán, la elegida de Dios.

También se narran en el Corán otras historias de mujeres, como la de la reina de Saba, descrita como un modelo de sabiduría, con inmenso poder político, que gobernaba a su pueblo con inteligencia y un sentido extremo de la justicia. La historia coránica relata la maravillosa leyenda del poder espiritual de la princesa inspirada por Dios y su amor por el profeta Salomón, gracias al cual encuentra ella la fe. Además, en el Corán leemos la historia de la mujer de Abraham, esa mujer que Dios dejó como emblema para uno de los rituales de la peregrinación a la Meca. Junto a su hijo Ismael estuvo corriendo siete veces en un lugar del desierto, buscando agua para su sediento hijo e invocando a Dios, hasta que una fuente de agua pura empezó a brotar, y desde ese momento hasta hoy en día se hizo inagotable y se la conoce como la fuente de “Zamzam” en la Meca. Este es el motivo por el que los peregrinos musulmanes caminan siete veces a este lugar santo y beben de esta agua pura.

Otra mujer que Dios dio como ejemplo es la creyente esposa del faraón, que salvó al pequeño Moisés. Ella es el modelo de la mujer creyente que adoptó y protegió al futuro profeta a pesar de las crueles disposiciones de su marido, y de este modo Dios le prometió el paraíso.

La madre del profeta Moisés es también descrita en el Corán como una mujer muy abnegada a quien Dios solicitó dejar a su hijo en el río y que después recuperó gracias a su clemencia.

También el Corán relata la historia de pasión y amor de una mujer con el profeta Joseph (YUSSUF), quien es descrito en la revelación como la encarnación de la belleza. Aunque su nombre no es citado en el Corán, ella es conocida en la literatura islámica como Zulaika, una mujer espiritual que pasa su vida en dura penitencia y en interminable anhelo. La historia de Zulaika y Joseph ha inspirado a muchos poetas y escritores del mundo islámico. Así lo describe un místico en el siglo IX, Yusuf Arrazi: “Mientras que Zulaika adoraba a Joseph, cada día estaba más hundida. Cuando abandonó su adoración, le devolvió Dios juventud y belleza. Cuando el amante avanza, el amado retrocede, pero cuando el amante está satisfecho sólo con el amor, entonces se acerca el amado”. En otro cuento se dice que “Zulaika fue alcanzada por una flecha. Cuando goteó la sangre en la tierra, escribió en muchas partes Yussuf, Yussuf, porque este nombre siempre lo ha repetido constantemente y fluía como sangre en sus venas”.  Así se convierte esta mujer en la personificación del alma humana que, como el Corán dice, es incitada al mal, pero que con una continua lucha interior, purificada por el sufrimiento y finalmente como alma en paz, puede regresar con su Señor.

Mujeres en la tradición del profeta

No hay ninguna duda sobre el hecho de que la revelación coránica fue una verdadera revolución en el modo de vida de los árabes beduinos de Arabia y sobre todo en la nueva concepción que tenía el Corán de la mujer. Esta mujer árabe que estaba viviendo en las peores condiciones, sin derecho a respirar, vio cambiar su vida de una manera increíble. El profeta mismo se esforzó mucho para cambiar la mentalidad de esos árabes tremendamente duros con las mujeres, hay miles de dichos del profeta donde se destaca su ternura, bondad y amor por ellas. Siempre decía a sus compañeros: “Las mujeres son iguales a los hombres, los mejores entre los dos son los más piadosos” o “el mejor de vosotros es quien es el mejor con su esposa”. Un día, un hombre vino a preguntar al profeta: “¿Quién tiene más derecho a ser tratado con la mejor cortesía y el mejor respeto?”, y el profeta dijo: “Tu madre”, el hombre preguntó: “¿Y quién después?”, “Tu madre”, respondió otra vez el profeta. De nuevo el hombre preguntó: “¿Y quién sigue?”, “Tu madre”. El hombre preguntó por cuarta vez: “¿Y quién después?”, “Ahora tu padre”, dijo el profeta. Basta recordar el más famoso dicho del profeta: “El paraíso está en los pies de las madres”.

Antes de terminar con la época de la revelación coránica que representa un periodo de cambios radicales muy importantes, voy a citar solamente a dos mujeres –porque sería muy largo citar a todas aquellas que han hecho la historia del alba del Islam–. El primer ejemplo es una mujer que ha dejado sus huellas para siempre en la historia del Islam, porque esta historia fue en gran parte la suya. Ella es Aicha, la mujer del profeta, la más culta, la más distinguida, que ha transmitido a generaciones de sabios musulmanes su sabiduría, su conocimiento y su sentido político. Vivió mucho tiempo después de la muerte del profeta, y su casa era como un centro de referencia en las ciencias religiosas. Los visitantes venían de todas las regiones del mundo islámico para preguntarle, para tomar sus consejos, y ningún hecho de la historia islámica podía ser justo si ella no daba su aprobación. Se dirigió al campo de batalla a los 42 años al frente de un ejército porque quería mostrar su desaprobación a un acto político.

El segundo ejemplo es el de la biznieta del profeta (Sakina Bent Elhussein), mujer muy independiente, muy educada, inteligente, que se destacó por su lucha histórica por las libertades de las mujeres, y quien antes de casarse exigía que en su contrato de matrimonio se estipulara –entre muchas otras cosas– que no obedecería al marido y que no le permitiría casarse con otra mujer. Gracias a ella se confirmó este derecho de la mujer a notificar todas sus condiciones en el contrato de matrimonio.

Así eran las mujeres formadas en la escuela del verdadero Islam, cultas, orgullosas, fervientemente creyentes e incansables luchadoras, libres e independientes.


Fuente: http://www.asma-lamrabet.com/ Editado por NewMuslim.net

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