Por: Omar Qureshi
Durante los últimos diez días de Ramadán, el Profeta reducía sus horas de sueño y sus relaciones sociales, se separaba del mundo y se dedicaba a aumentar su proximidad con su Señor.
Para los musulmanes estos son días y noches auspiciosos en los que podemos dedicarnos a acercarnos a Dios. Los medios y la manera de tal devoción se pueden obtener de este Hadiz profético:
Dios,exaltados Sea, dice: “A quien es hostil con un amigo mío, le declaro la guerra. Mi esclavo se acerca a Mí con nada más amado que lo que le he hecho obligatorio, y Mi esclavo sigue acercándose a Mí con trabajos voluntarios hasta que lo amo. Y cuando lo amo, soy su oído con el que escucha, su vista con la que ve, su mano con la que agarra y su pie con el que camina. Si él me pregunta, se lo daré, y si él busca refugio en mí, lo protegeré”.
Los eruditos han inferido de este Hadiz que atravesamos dos estaciones para buscar la proximidad divina: los actos obligatorios y luego los actos supererogatorios que van más allá de nuestras obligaciones. El Hadiz también coloca estos actos en el orden correcto. Los actos obligatorios, como la oración, el ayuno, el pago del zakat y la peregrinación, son lo primero, pero la primera estación también incluye obligaciones del corazón (como confiar y amar a Dios, volverse a él, constancia, agradecimiento, miedo y esperanza en Dios, sinceridad y satisfacción), así como evitar los actos prohibidos del cuerpo y el corazón.
Los eruditos afirman la superioridad de la segunda estación, sin embargo, solo se puede obtener, según el hadiz, a través de la realización de la acciones obligatorias. Los beneficios de los actos supererogatorios se mencionan claramente en el hadiz: el amor, la providencia, el socorro y la protección de Dios.
El mes de Ramadán abre la puerta a ambas estaciones de proximidad. En cuanto a qué acto singular durante este mes puede acercarnos a Dios, varias almas iluminadas tienen una respuesta simple: el ayuno. La simplicidad de esta respuesta proviene de darse cuenta de que el acercamiento a Dios ocurre en Sus términos, no en los nuestros, y lo único que Dios requiere de nosotros en el Ramadán es ayunar. “¡Creyentes! Se os ha prescrito el ayuno al igual que se les prescribió a los que os precedieron. ¡Ojalá tengáis temor (de Allah)!” (2: 183). Esta obligación, por lo tanto, se convierte en el medio más efectivo para acercarse a Dios en el Ramadán.
Además, Dios y Su Profeta ﷺ nos han revelado la inmensa oportunidad que tenemos durante la Noche del Poder o Gran Valor (laylat al-qadr), que ocurre durante una de las últimas diez noches. En esta noche, Dios abre un medio especial para acercarse a Él a través de actos supererogatorios como oraciones nocturnas, leer el Corán, invocarlo e invocar paz y bendiciones sobre el Profeta ﷺ. La recompensa de mantener la vigilia nocturna es nada menos que el perdón de Dios de nuestros pecados anteriores.
El Profeta ﷺ no legó, por medio de su amada esposa, Aishah, que la paz y las bendiciones sean con ella, una oración muy simple y hermosa para esta noche especial. Ella le preguntó al Profeta ﷺ, “¿Has considerado que, si me encuentro con la Noche del Poder, qué debo decir durante ella?” La respuesta del Profeta: “Di: ‘Oh Dios, verdaderamente eres el que siempre perdona, quien ama perdonar. ¡Así que perdóname!”.
Los eruditos nos han enseñado que el Perdonador (al-Afū) es uno de los benditos nombres de Dios, y su forma morfológica intensiva indica el alcance y la frecuencia del perdón de Dios. En otras palabras, el nombre divino “el Perdonador” (al-Ghaffār) denota la ocultación de las faltas y Dios no responsabilizar quien la comete. Sin embargo, como el Perdonador, Dios no solo no nos tiene en cuenta por las faltas, sino que también borra las huellas y los efectos de estas, como la oscuridad del corazón y el alejamiento de Dios. Esto emana de la pura gracia de Dios hacia su creación.
El mundo fenomenal es una manifestación de los nombres y atributos de Dios. En la Noche del Poder, Dios se revela como el Perdonador para aquellos que acatan la guía del Profeta sobre la mejor manera de acercarse a Dios. Uno de los primeros musulmanes mencionó que Dios quiere que toda su creación sea receptora de su perdón; por lo tanto, cometemos faltas que Él puede perdonar. Simplemente necesitamos ser dignos y pedirle.
Fuente: Zaytuna / Traducido y editado por newmuslim.net