Autor: Osman Nuri Topbas
La oración, el más elevado acto de adoración, es también la forma más excepcional de buscar refugio en Allah. Por eso, cuando uno tiene cualquier tipo de dificultad, tribulación, sufrimiento o dolor debe inmediatamente buscar apoyo en el salat. El Profeta (s.a.w) dice:
Hudaiyfa (r.a) dijo:
“El Profeta (s.a.w) solía hacer el salat siempre que se veía en dificultad.” (Ahmad, Abu Dawud)
El Profeta (s.a.w) solía acudir a la mezquita siempre que había una tormenta y se quedaba allí hasta que terminaba. También solía hacerlo cuando había un eclipse solar o lunar.
Podemos desarrollar aquí el tema del eclipse. El día en el que murió Ibrahim, el hijo del Profeta (s.a.w), fue el día de un eclipse lunar. Debido a esta coincidencia algunos compañeros dijeron:
“La luna fue eclipsada el día de la muerte del hijo del Profeta (s.a.w).”
Pero éste (s.a.w) desaprobó estas palabras y dijo:
“Ni el sol ni la luna se eclipsan a causa de ninguna muerte.” (Muslim, Kusuf, 29)
Por otro lado, durante un eclipse solar la hija de Abu Bakr (r.a) le preguntó a Aisha (r.ha), la mujer del Profeta (s.a.w):
“¿Es ésta la señal de la ira o del Día del Juicio?”
“Sí”, contestó Aisha.
Amr bin As (r.a) relató lo siguiente:
“El sol ya se había eclipsado. El Profeta (s.a.w) se había levantado para el salat. Permaneció de pie tanto tiempo que pensamos que nunca se inclinaría, pero lo hizo, y de nuevo tardó tanto tiempo que pensamos que nunca iba a levantar la cabeza. Sin embargo, la levantó pero permaneció tanto tiempo en esta posición que pesamos que nunca iba a postrarse. No obstante, se postró. De nuevo pasó lo mismo. Por fin levantó la cabeza. Hizo lo mismo en el segundo rakat. Estaba llorando mientras se postraba.
Luego suplicó:
“¡Oh Señor! ¿No les has asegurado que no los castigarías mientras yo estuviera entre ellos? ¿No les has asegurado que no los castigarías mientras Te suplicasen?” El eclipse se acabó y el sol brillaba otra vez cuando el Profeta (s.a.w) hubo terminado la oración. (Nasai, Abu Dawud)
Como indican esto acontecimientos el eclipse del sol no es un simple acto natural. Es para que recordemos la Divina Grandeza y Poder.
Es también un Advertencia Divina y la señal del Último Día porque el hecho de que en pleno día el cielo de repente se oscurezca totalmente indica cómo tanto la luna como el sol se postran ante la voluntad de Allah de acuerdo con la Orden Divina a la vez que reflejan la atmósfera del Día del Juicio.
Los seres humanos deben hacer caso a esta advertencia y reflexionar, sabiendo que todo lo que hay en este mundo se terminará. De este modo se estarán preparando para el Otro Mundo ya que puede haber un eclipse solar que no tenga fin.
Advertencias de este tipo se encuentran también en otros campos. Inundaciones, huracanes, las enfermedades incurables pertenecen a este grupo. Dice un poeta:
La muerte se me acercó, con la excusa de un dolor de cabeza!
Sin embargo, hay que decir aquí que si no tuvieran lugar los hombres encontrarían la muerte sin advertencias y perecerían. Sin embargo, Allah, el Más Misericordioso, guía a sus siervos a través de muchas Manifestaciones Divinas para que puedan estar preparados para la inevitable realidad antes de que sea tarde. Hadrat Nadr relata:
Una vez el día se oscureció de repente. Corrí a Anas para preguntarle: “¿Ocurrió algo así durante la vida del Profeta (s.a.w)?”
Contestó:
“¡Allah nos proteja! Solíamos correr hacía la mezquita incluso cuando el viento soplaba un poco más fuerte.”
Lo hacían porque la oración es una coraza contra muchas calamidades y males de este mundo y también contra el fuego del infierno. Allah, exaltado sea, dice:
“¡Vosotros que creéis! Buscad ayuda a través de la paciencia y del salat; es cierto que Allah está con los pacientes.” (Corán, 2:153)
La dinastía de los reyes egipcios, muy conocida a lo largo de la historia, es famosa por su tiranía y arrogancia. Ostentaba el poder en Egipto también en los tiempos del Profeta Abraham (a.s.). El rey, llamado Faraón, solía arrestar a toda mujer hermosa que llegaba a su territorio, asesinar a su marido (en caso de estar casada) y luego pedir al hermano (si lo tuviere) que se la entregase.
El Profeta Abraham (a.s) partió de la ciudad de Urfa hacía Egipto después de la muerte de Nemrod. Al cruzar la frontera del territorio egipcio los hombres del Faraón se interesaron por la mujer que le acompañaba. Abraham (a.s) les dijo que era su hermana en religión, con la esperanza de evitar lo que parecía inevitable. Los hombres del Faraón le dejaron libre, pero llevaron a Sarah al palacio.
Relata Bukhari:
Cuando Sarah llegó al palacio inmediatamente hizo la ablución y ofreció dos rakats, buscando refugio en Allah. Y Allah cuidó de ella. El Faraón intentó acercarse a ella pero cada vez que lo hacía perdía el aliento a causa de la protección de Allah. El Faraón se sintió paralizado y se alarmó. Por fin dejó libre a Sarah y le regaló su esclava Hajar.
A sus sorprendidos oficiales que le estaban aguardando les dijo: “Esta mujer es un jinn. Si me quedase con ella más tiempo, me moría. Le regalé a Hajar para que no me haga más daño.”
Fue el resultado del salat que ofreció Sarah. El Profeta (s.a.w) solía pedir a sus familiares que ofreciesen el salat en caso de cualquier dificultad o calamidad y recitar el siguiente verso del Corán:
“Ordena a tu gente el salat y persevera en él. No te pedimos sustento, Nosotros te sustentamos. Y el buen fin pertenece al temor (de Allah).” (Corán 20:132)
El Profeta (s.a.w) nos transmitió que los profetas anteriores a él también lo hacían en circunstancias difíciles.
“Los profetas anteriores también ponían toda su confianza en el salat cuando les ocurría alguna dificultad o tribulación.” (Fadail al-Amal, 249)
También dijo:
“Allah ayuda a mi gente por el salat que hacen y por la sinceridad de los desfavorecidos.” (Nasai, Jihad, 43)
Allama Sharani dice:
“Un país donde la gente no ofrece salat está afligido por problemas y calamidades. Ahí donde se ofrece el salat éstos se apartan. Que nadie diga ‘Yo hago el salat’ y no es mi asunto si lo hacen los demás, porque cuando una sociedad sufre un problema o calamidad todos sus miembros quedan afectados.”
Le preguntaron una vez al Profeta (s.a.w): “¿Vamos a perecer aunque haya gente recta entre nosotros?”
Contestó:
“Sí, cuando prevalezca el mal.” (Muslim, Fitan, 1)
Por lo tanto, cada creyente tiene la responsabilidad de encomendar “el bien y prohibir el mal.”
Por otro lado, la única manera de evitar el descuido que pesa sobre nuestros hombros y que puede traernos muchas calamidades es aferrarse al salat ya que la salvación sólo depende del arrepentimiento y la oración. El Profeta (s.a.w) le dijo a un malhechor que vino a él y ofreció el salat de arrepentimiento: “Allah te ha perdonado.” (Muslim, Abu Dawud, Bukhari)
Fuente: es.osmannuritopbas.com