El principio y el final del Islam es la purificación. La purificación interna y externa, puesto que ambas van de la mano. La meta de todo cuanto hacemos es la purificación del corazón, y el signo de un corazón puro es la acción correcta.
Dice Allah en el Corán:
El día en que ni la riqueza ni los hijos servirán de nada. Sólo quien venga a Allah con un corazón limpio.
En árabe “salím”, que significa sin corrupción ni enfermedad a salvo. De esto entendemos que la meta de nuestra vida es la purificación de nuestro corazón, mantenerlo a salvo de la corrupción y la enfermedad, para que cuando Allah nos llame de vuelta a Él, puesto que como Él dice, “De Allah somos y a Él hemos de volver” (2:156) nos presentemos ante Él con un corazón puro.
Dice Allah en el Corán:
Que habrá triunfado el que la purifique y habrá perdido quien la lleve al extravío. (Shams, 91:9-10)
Esta fue la misión que Allah le encomendó al Profeta Musa, la paz sea con él, cuando lo envió al Faraón:
¡Ve a Firaún que ha ido más allá de los límites! Y dile: Te llamo a que te purifiques, y a que te dejes guiar hacia tu Señor y tengas temor de Él. (Los que Arrancan, 79:17-19)
La pureza de corazón era una de las características del Profeta Ibrahim. Dice Allah en el Corán:
Y por cierto que Ibrahim era de los suyos. Cuando se presentó ante su Señor con un corazón puro. (As-Saffat, 37:83-84)
Ibrahim era Hanif, que significa aquel que tiene una inclinación natural hacia el reconocimiento del Allah, y era el primero de los musulmanes, y su característica definitoria es que tenía un corazón puro.
Todo acto de adoración y toda acción de nuestra vida debe estar encaminada a proteger nuestro corazón de la corrupción y la enfermedad. El Profeta, que la paz sea con él, no enseñó como hacer esto con su ejemplo. Este es uno de los significados de la Sharia, que aquel que la sigue está siguiendo aquello que le purifica y mantiene su corazón puro. Como dijo el Mensajero, que la paz sea con él, en el famoso hadiz:
Hay un trozo de carne en el corazón que si está en lo correcto, sano, corrige y sana a todo el cuerpo. Y si está corrupto corrompe a todo el cuerpo, y este es el corazón.
Una de las metas de la purificación del corazón es la sinceridad en nuestras acciones, que las hagamos por y para Allah, buscando Su beneplácito y su aceptación. Dice Allah en el Corán:
Di: Mi Señor me ha guiado a un camino recto, una práctica de Adoración auténtica, la religión de Ibrahim, hanif*, que no era de los que asocian. Di: En verdad mi oración*, el sacrificio que pueda ofrecer, mi vida y mi muerte son para Allah*, el Señor de los mundos. Él no tiene copartícipe. Eso es lo que se me ha ordenado. Soy el primero de los musulmanes. (Los Rebaños, 6:161:163)
La purificación no es algo abstracto. Es concreto en lo externo y es concreto en lo interno. Puesto que ambas van de la mano. No hay purificación interna si no hay purificación externa.
El primer paso para purificar nuestros corazones es el Salat. Dijo el Mensajero, que la paz sea con él, en el famoso Hadiz:
Mi siervo no se acerca a mi con algo más querido para mi que lo que le he hecho obligatorio.
Y lo primero que Allah nos ha hecho obligatorio es la oración. Es lo primero por lo que tendremos que dar cuentas en el Día del Juicio. Y la oración no es válida sino hay una purificación previa, si no hacemos el Wudu. Dijo el Mensajero de Allah:
Allah no acepta el Salat de quien no se purifica.
Y para que nuestro Wudu sea válido y nuestra oración sea válida, primero hemos de estar libres de impurezas. La escrupulosidad cuando vamos al servicio en limpiarnos correctamente es la base del Wudu, y el Wudu es la base del Salat, y el Salat es la base de la purificación del Corazón.
Y no hemos de menospreciar este importante detalle. Puesto que cuando vamos al servicio es un momento en el que estamos solos, en el que nadie nos ve y en el que ser escrupulosos no beneficia a nadie más que a notros mismos y de lo que nadie más es consciente. Esto es el principio de la escrupulosidad, y la escrupulosidad, tener Wara, es una de las cualidades que lleva al siervo al Jardín.
La relación entre la purificación interna y externa también la encontramos en el siguiente Hadith:
Cuando un musulmán o un creyente se lava la cara en ablución, entonces cada falta que cometió con sus ojos se borrará con la última gota de agua. Cuando se lava las manos, cada falta que cometió con sus manos es lavada con la última gota de agua. Cuando lava sus pies, cada falta que cometió con sus pies es lavado con la última gota de agua, hasta que emerge purificado de las faltas.
Lo que este Hadiz no enseña no es solo el tremendo benficio del Wudu, sino que cada acción externa tiene una consecuencia interna y viceversa. El hombre es un realidad con dos vertientes, lo interno o escondido, su alma, su nafs, su Ruh, sus intenciones, y su aparente o externo, su cuerpo, sus acciones. Cuando purificamos lo externo purificamos lo interno, puesto que al purificarnos estamos llevando a cabo aquello que Allah no ha ordenado, estamos siguiendo la Sunnah del Mensajero y estamos siguiendo la tradición de los Hanif. Y cuando purificamos lo interno, estamos purificando lo externo, puesto que purificamos nuestra intención.
Cortesía de www.mezquitadesevilla.com Por Luqman Nieto