Autor: Osman Nuri Topbas
Cuando el siervo está cara a cara con la grandeza y majestuosidad de Allah, debe reconocer sus debilidades. Entonces busca Su ayuda y bendición con devoción y respeto. Esa es la súplica. El hecho de buscar refugio en ella es un aspecto muy importante del din ya que es la expresión de la impotencia y de la necesidad de volverse solamente hacia la corte Divina y no en ninguna otra dirección.
La súplica debe dirigirse hacia Allah Todopoderoso no solamente con palabras sino con todo el corazón y con absoluta sinceridad. Uno debe pronunciarla en el estado espiritual entre jauf y raya, es decir ‘temor’ y ‘esperanza’. La súplica tiene que salir del corazón, y el corazón debe temblar con las palabras de la súplica. Si uno pide perdón por algún acto erróneo, debe estar presente en su súplica la decisión y absoluta determinación. Yalaluddin al-Rumi dijo:
“Suplica y pide perdón con lágrimas en los ojos y el corazón caliente por el remordimiento, porque las flores crecen donde hay calor y humedad.”
En todas las circunstancias y como resultado de ser siervo, el creyente debe siempre rogar a su Señor -este es el verdadero objetivo de toda práctica, ya que la súplica es la llave de la puerta más elevada que lleva hacia Allah. El Noble Qur’an afirma:
“Y cuando Mis siervos te pregunten sobre Mí… Yo estoy cerca y respondo al ruego del que pide, cuando me pide…! (Sura de la Vaca, 2:186)
La súplica continuada se queda gravada en el creyente a través de los sentimientos profundos y llenos de significados, penetrando en su personalidad hasta que llega a ser parte de su carácter. Por esa razón los grandes y elevados espíritus suplican constantemente.
Cuando suplicamos nos volvemos hacia Allah Todopoderoso, Poseedor del Poder Eterno, con la verdadera percepción de nuestra impotencia y nos inclinamos ante Su presencia en sumisión y estado de serenidad. Para que la súplica sea aceptada es importante empezar por admitir nuestras faltas y nuestra impotencia, rogando la compasión Divina.
El Profeta (s.a.w) nos enseñó la mejor manera de hacerlo. Aparte de la salah que hacía hasta que se le hinchaban las rodillas, buscaba constantemente refugio en Allah con un sentimiento de impotencia. Amaba las súplicas concisas y evitaba las que no lo eran.
Solía dar el siguiente consejo:
“El punto en el que el siervo está más cerca de su Señor es en la postración, por eso debéis suplicar mucho en la postración.”(Muslim, Salah, 215)
El creyente debe hacer también súplicas por sus hermanos Musulmanes, los pobres, débiles y necesitados. El Profeta (s.a.w) dijo:
“Ninguna súplica es aceptada más rápido que la que hace un Musulmán por otro Musulmán en su ausencia.” (Tirmidi, Birr, 50/1980)
Yalaluddin al-Rumi ha dicho lo siguiente:
“Haz el esfuerzo de dar -tu riqueza, tu propiedad- para complacer los corazones, de forma que la súplica del corazón sea para ti luz e iluminación cuando estés en la oscuridad de la tumba…”
Un día el Mensajero de Allah (s.a.w) dijo:
“Si un Musulmán le pide algo a Allah, con toda certeza que Allah el Más Elevado le concederá lo que le haya pedido, o bien le librará de algún mal en proporción a lo que le iba a conceder, suponiendo que no pida nada reprobable y no corte las relaciones con sus parientes.”
Uno de sus Compañeros dijo:
“En ese caso, hay muchas cosas que Le queremos suplicar a Allah.”
El Mensajero de Allah (s.a.w) contestó:
“La Gracia de Allah es más grande que todo lo que le podáis pedir.” (Tirmidi, Deawat, 115/3573; Ahmad, II, 18)
Allah Todopoderoso no rechaza las súplicas sinceras. No obstante, no son aceptadas las peticiones que no se conforman con el Destino Absoluto, aunque hechas con total sinceridad. Aún así, el siervo no debe desanimarse y debe seguir pidiendo. Es así porque en esos casos la respuesta a la petición ha sido aplazada para el Más Allá.
Allah Todopoderoso ha dicho:
“Llamadme y os responderé.” (Sura de los creyentes, 40:60)