La verdad de la amistad (parte 2)

La verdad de la amistad (parte 2)

La verdad de la amistad (parte 2)

Autor: Osman Nuri Topbas

El amor se caracteriza por la tendencia, realizada acorde a su profundidad, de ofrecerle al corazón tanto lo espiritual como lo material. Por eso, los sacrificios más grandes se hacen por amor. Incluso se puede ir hasta el extremo de ofrecer al Amado la vida, si el amor es lo suficientemente profundo. Allah Todopoderoso confirma este hecho en la siguiente ayah del Qur’an:

“No alcanzaréis la virtud, hasta que no deis de lo que amáis.” (Al-Imran, 3:92)

En este sentido, la persona que ama a su Señor y es fiel a la verdad de este amor Le somete plenamente su propio ser, su vida y su destino. Un creyente no puede fácilmente decir que ostenta el amor y la amistad de Allah y de Su Mensajero (s.a.w). El requisito del amor y de la amistad verdaderos es abandonar la voluntad propia y adoptar la del Amado.

El estado del Profeta Ibrahim (a.s) es el ejemplo de un verdadero amigo de Allah. En el momento en el que Nimrud ordenó que se le arrojase a la hoguera, vinieron en su ayuda los ángeles. El Profeta Ibrahim (a.s) dijo:

“¿Quién es el que enciende el fuego? Es Aquél que conoce cada uno de mis estados. No os pido nada. No interfiráis entre dos amigos.”

A causa de su absoluta sumisión a Allah, la inmensa hoguera a la que había sido arrojado se convirtió en un rosal. Después, Ibrahim (a.s) pidió que hubiera profetas entre su descendencia. Cuando ya estaba muy avanzado en años, Allah Todopoderoso le dio un hijo que conquistó su corazón y al que amaba mucho. No obstante, tuvo un sueño en el que se le ordenaba sacrificar a Isma’il en señal de esta amistad y como una prueba. Ibrahim (a.s) dudó de ese sueño debido al gran amor que tenía por el niño, pero cuando soñó lo mismo tres veces, quedó convencido de que esa orden provenía de Allah.

Incluso le lanzó piedras a Shaytán, quien intentaba interferir entre él y su Señor con dudas y recelos. Ibrahim (a.s) estaba dispuesto a sacrificar el amor transitorio por el amor del Amigo Eterno -Allah. Viendo su determinación y como señal de Su amistad, su Amigo Eterno le devolvió al hijo y le ordenó que sacrificase un cordero en vez de Ismail. Dice Allah en el Qur’an:

“Le gritamos: ¡Ibrahim! Ya has confirmado la visión que tuviste. Realmente así es como recompensamos a los que hacen el bien. Esta es, en verdad, la prueba evidente. Y dejamos su memoria para la posteridad. Paz para Ibrahim.” (As-Saffat, 37:104-109)

Fue entonces cuando la amistad del Profeta Ibrahim (a.s) con Allah se anunció a la humanidad.

Los que son amigos de Allah, los son también de todo lo que Él ha creado. Adquieren la capacidad de ver los acontecimientos a través de las lentes del Señor. Nuestro maestro, nuestro Profeta, el Honor de los Mundos, la cima de la amistad con Allah (s.w.t), suplicaba a su Señor por la gente de Taif que le estaba apedreando, pidiendo que no los destruyera sino que les permitiera alcanzar el camino recto.

Hallay al-Mansur, estaba tan conmovido por las manifestaciones que había experimentado que al no poder contener su éxtasis reveló lo que tenía que haber guardado en secreto. Mientras le apedreaban, él suplicaba:

“¡Señor! Perdona a los que me están apedreando antes de que me perdones a mí mismo, porque no saben lo que siento. Me atacan debido a mi estado espiritual.”

Esta súplica es un ejemplo de la verdadera naturaleza de la compasión y del sentimiento de perdón, a la vez que constituye un caso ejemplar de ver la creación a través de las lentes de nuestro Señor.

Solamente después de haber superado el obstáculo del egoísmo del nafs uno adquiere la fuerza necesaria para ser, por Allah, paciente con las pruebas y las aflicciones. Después de todo, es Allah Quien nos las ha enviado con todo Su amor. No es nada extraño en el camino espiritual. La recompensa y la amistad más grandes solamente se alcanzan después de haber mostrado una gran paciencia y determinación.

En la experiencia de los creyentes que alcanzan este nivel de consciencia, la felicidad y la aflicción llegan a ser lo mismo, ya que sus corazones no están apegados a este mundo. Saben que todo lo que pasa, bueno o malo, es el resultado de la providencia Divina, y están contentos con ello. Las siguientes líneas lo expresan de manera realmente bella:

Todo lo que viene de Ti, oh Allah, me resulta agradable.

Sean capullos de rosas o espinas.Una mortaja o las ropas del honor.

Disfruto tanto de Tu ira como de Tu favor.

Aplicar el sentido de estos versos a la vida requiere un gran coraje y una gran resistencia. No es fácil. Hay que tener cuidado de no expresarlo prematuramente, sin pensar, meramente por amor propio o imitación, ya que tales palabras solamente se pueden pronunciar teniendo el nivel de radiyyah -el nafs complacido.

Dicho de otro modo, en caso de que Allah ponga a Su siervo a prueba para comprobar la veracidad de tal aseveración, existe el peligro de que éste falle.

Resumiendo, la felicidad del corazón consisten en la aceptación de lo que Allah pone en nuestro camino. Nada más puede dar un beneficio verdadero. Mawlana Rumi lo dice de esta manera:

“Si no estás contento con lo que Allah te ha dado, te encontrarás con la tragedia allí donde busques salvación y consuelo. Haz de saber que no existe ningún rincón del mundo libre de calamidades. Solamente buscando a Allah en tu corazón, y buscando en Él refugio y viviendo en Su presencia podrás alcanzar la salvación y el consuelo. Dirige tu mirada a aquéllos que viven en los lugares más seguros del mundo y que se supone tienen mucho poder, ¿acaso no sucumben a la muerte finalmente?

Busca refugio en Allah en vez de intentar mantenerte a salvo de las trampas del mundo pasajero. Si quiere, puede hacer que el veneno se convierta en un antídoto para ti y que el agua se convierta en un veneno.”

¡Señor nuestro! Ayúdanos a beneficiarnos de los logros de los corazones de Tus siervos sinceros de la mejor manera posible. Permítenos tener parte en las manifestaciones de esta noble ayah del Qur’an: “¿No es cierto que los amigos de Allah no tendrán que temer ni se entristecerán?” (Yunus, 10:62)

 

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