Autor: Harun Yahya
La función de las montañas
El Corán nos llama la atención sobre la importante función geológica de las montañas:
“Y hemos puesto en la tierra cordilleras para que no se moviera con ellos encima” (Sura de los Profetas, 21:31).
Como podemos ver en el versículo se afirma que las montañas tienen la función de prevenir movimientos sísmicos. Este hecho era totalmente desconocido en la época en que el Corán fue revelado. Es algo que salió a la luz recientemente debido a los hallazgos de la geología moderna.
Según estos descubrimientos las montañas emergen como resultado del movimiento y colisión de enormes placas tectónicas que conforman la corteza terrestre. Cuando dos placas chocan la más fuerte se desliza debajo de la otra, y la que queda encima se pliega y forma alturas y montañas. La capa inferior sigue avanzando debajo del suelo y se extiende a gran profundidad. Consecuentemente, como afirmamos recién, las montañas tienen una parte que se extiende hacia abajo, tan grande como su parte visible encima del suelo.
En un texto científico se describe la estructura de las montañas como sigue:
“Donde los continentes son más gruesos, como en las cordilleras, la corteza se hunde más profundamente en el manto” (Carolyn Sheets, Robert Gardner, Samuel F. Howe, General Science (Ciencia General), Allyn and Bacon Inc. Newton, Massachusetts, 1985, ps. 305).
En un versículo este rol de las montañas es descrito comparándolo con “estacas”.
“¿Acaso no hemos hecho de la tierra lecho, hemos puesto las montañas como estacas…?” (Sura de la Noticia 78:6-7).
Dicho en otras palabras, las montañas “remachan” las placas en la corteza terrestre que se extienden por encima y por debajo de la superficie, fijándolas en los puntos de conjunción de las mismas. De esta forma fijan la corteza terrestre e impiden la fluctuación a la deriva sobre la capa de magma o entre las placas. Sintéticamente podríamos asemejar a las montañas con los clavos que mantienen unidas piezas de madera.
Esta función fijadora de las montañas es descripta en la literatura científica con el término “isostasia”. Isostasia es: “…el equilibrio general en la corteza terrestre mantenido por el libre flujo de material rocoso debajo de la superficie bajo presión gravitacional” (SAR Interferometry and Surface Change Detection, VI. Topography, Tectonics and Erosion (SAR Interferometría y Detección de Cambios en la Superficie, VI. Topografía, Tectónica y Erosión); http://southport.jpl.nasa.gov/scienceapps/dixon/report6.html).
Este rol vital de las montañas, descubierto por la geología moderna y la investigación del fenómeno sísmico, fue revelado en el Corán hace siglos como un ejemplo de sabiduría suprema en la creación de Dios.
“Y hemos puesto en la tierra cordilleras para que no se moviera con ellos encima” (Sura de los Profetas, 21:31).
El movimiento de las montañas
Se nos informa en un versículo del Corán que las montañas no están inmóviles como parecen, sino que están en constante movimiento.
“Y veas a las montañas, que creías sólidas, pasar como pasan las nubes…” (Sura de las Hormigas, 27:88).
Este movimiento de las montañas es provocado por el desplazamiento de la corteza terrestre sobre la cual están ubicadas. La corteza terrestre “flota” sobre la capa del manto, que es más densa. Recién a comienzos del siglo XX, por primera vez en la historia, un científico alemán de nombre Alfred Wegener (1880-1930) sugirió que los continentes de la Tierra debieron estar todos unidos cuando se formaron al principio, y que luego flotaron a la deriva en diferentes direcciones separándose unos de otros.
Recién en la década de 1980 los geólogos comprendieron que Wegener tenía razón, 50 años después de su muerte. Como Wegener señalaba en un artículo publicado en 1915, la masas continentales de la tierra estaban unidas hace unos 500 millones de años. Este enorme continente emergido, que llamó Pangea, estaba ubicado en el Polo Sur.
Hace aproximadamente 180 millones de años Pangea se dividió en dos partes que derivaron en diferentes direcciones. Uno de estos continentes gigantes era Gondwana, que incluía Africa, Australia, Antártida e India. El otro era Laurasia, que incluía a Europa, América del Norte y Asia con excepción de India. Durante los siguientes 150 millones de años, siguiendo con su separación, Gondwana y Laurasia se dividieron en partes más pequeñas.
Estos continentes que surgieron luego de la división de Pangea han estado moviéndose constantemente sobre la superficie de la tierra a razón de varios centímetros por año, cambiando al mismo tiempo los mares y las proporciones de la Tierra.
Descubierto gracias a las investigaciones geológicas emprendidas a comienzos del siglo XX, este movimiento de la corteza terrestre es explicado por los científicos como sigue:
“La corteza y la parte más elevada del manto, con un espesor de unos 100 km, se divide en segmentos llamados placas. Hay seis placas mayores y varias menores. Según la teoría llamada ‘tectónica de placas’, estas placas se desplazan sobre la tierra arrastrando consigo a los continentes y al lecho oceánico. El movimiento de los continentes ha sido estimado de entre 1 y 5 cm por año. A medida que avanza el movimiento de las placas esto produce un lento cambio en la geografía terrestre. Cada año, por ejemplo, el Océano Atlántico se vuelve un poco más ancho” (Carolyn Sheets, Robert Gardner, Samuel F. Howe; General Science (Ciencia General), Allyn and Bacon Inc. Newton, Massachusetts, 1985, p. 305).
Hay un punto muy importante para destacar aquí: Dios se refiere al movimiento de las montañas como un movimiento de arrastre y a la deriva (al compararlo con el paso de las nubes). Hoy día la ciencia moderna también usa el término “deriva de los continentes” para referirse a este movimiento (National Geographic Society, Powers of Nature (Fuerzas de la Naturaleza), Washington D.C., 1978, ps. 12-13).
Fuente: Los Milagros del Corán, Por Harun Yahya