Autor: Dr. Ahmet Günes
El versículo coránico: “¡Vosotros que creéis! Es verdad que entre vuestras esposas e hijos hay enemigos para vosotros” (Sura del Desengaño, 64:14) advierte que en tiempos y situaciones inesperados, el cónyuge y los hijos de una persona pueden provocarle que cometa un pecado y le dificultan su preparación en pos de la Vida en el Más Allá. En el Corán, se ofrecen como ejemplo de incredulidad a las mujeres del profeta Noé y el profeta Lot. Se menciona que las mujeres de estos profetas traicionan a sus maridos (66:10). Pero esta “traición” no se refiere al adulterio, sino más bien a una traición en la confianza entre ambos. Como se sabe, las mujeres del profeta Noé y el profeta Lot, en vez de mostrar las virtudes requeridas por su posición honorable, como creencia, obediencia y comportamiento ejemplar hacia sus maridos, dejaron de reconocer el valor de este honor y se inclinaron en pos de la blasfemia. De hecho, en vez de facilitar el éxito a sus maridos, los cuales luchaban para reformar la sociedad, se opusieron a ellos. Además, actuaron como espías participando en las intrigas de los enemigos de Dios. Debido a esto, conocieron la ira de Dios y merecieron ser recordadas como negativos ejemplos hasta el Día del Juicio Final (Véase Elmalili, M. Hamdi, Hak Dini Kur’an Dili, Estambul, 1971, 7/5130-5131).
El siguiente versículo coránico ofrece a los creyentes una alternativa a estos ejemplos negativos, juzgando a dos mujeres dignas de elogio: la esposa del Faraón, Asiya, que fue martirizada con motivo de su creencia en el profeta Moisés, y la hija de Imran, la Virgen María, que se estremeció exclamando: “¡Me refugio de ti en el Misericordioso!” (19:18) y “¡Señor Mío! ¿Cómo voy a tener un hijo si ningún hombre me ha tocado?” (3:47), cuando el Ángel Gabriel la informó que iba a dar a luz a un hijo (66:11). El profeta Muhammad también confirmó la superioridad de María y Asiya, y añadió a Jadiya, Fatima y Aisha a este grupo de mujeres benditas (Véase Tirmizi, Manaqib, 62; Buhari, Anbiya, 32; Muslim, Fadailü’s-Sahaba, 70).Es notable que el Corán destaque la castidad del profeta José (12:32) y la manera de caminar tímida y fantástica de la hija del profeta Suayb (Jethro) así como sus gestos hermosos (28:25). Además, el Corán llama la atención acerca de algunas intrigas de ciertas mujeres cuando define las artimañas y trampas del Diablo como débiles (4:76) y con la exclamación del profeta José: “Es cierto que vuestra astucia es enorme” (12:28). Lo que se trata en estos versículos es, por encima de todo, la creencia; sin embargo, podemos decir que también las cualidades de estas mujeres elogiadas por el Corán y el Profeta comunican mensajes importantes a las creyentes sobre la unidad de la familia. Está claro que siempre ha habido mujeres que hacen las vidas de sus maridos más miserables que los tormentos de la tumba, así como hombres que ejecutan en sus mujeres formas insondables de tortura. Los refranes siguientes, que no son específicos de la cultura turca, enfatizan el mismo punto: “Una mujer puede hacer que su marido alcance el éxito y también causarle su destrucción” y “Detrás de cada gran hombre siempre hay una gran mujer”.
La continuidad de una sociedad depende de la perseverancia de las generaciones humanas. Particularmente, desde un punto de vista biológico y social, la familia es el medio principal para asegurarse la constancia en las generaciones que han de florecer. Es por tal motivo que el Corán alienta el matrimonio (4:3, 24; 24:32; 60:10). Según el Corán, el hogar construido sobre el matrimonio es también una fuente de “paz y tranquilidad” (16:80). El Corán describe en una Sura la paz y la tranquilidad que el profeta Adán encontró en Eva (7:189) y en otro, la paz y tranquilidad que toda la gente debería hallar en sus cónyuges. Describe ambos en términos similares como también declara que en el descubrimiento de esta paz y tranquilidad existe un signo para la gente que reflexiona. Es también significativo que en este versículo, la palabra “signo ” aparece en dos ocasiones, una vez al principio y otra al final. (30:21)
Además, la familia es la cuna del amor y la compasión (30:21). Este ambiente íntimo es una institución sagrada, en la cual Dios concede niños, nietos y sustento legal (16:72). Los maridos y las mujeres también protegen su castidad mutuamente (2:187). En cuanto a mantener la familia recién establecida, las menciones del Corán conceden a los maridos y mujeres “una firme y sólida garantía” (4:19). Según Ibn Abbas y los comentarios coránicos de Muyahid, la firme garantía deseada es el contrato de matrimonio (nikah)(Ibn Kazir, Tafsiru’l-Kur’ani’l-Azim, Estambul, 1992, 2/214). Dios da importancia a la protección de este contrato y advierte y aconseja acerca del mantenimiento de la unidad matrimonial.
El característico acercamiento dual del Corán a la mayor parte de los asuntos es en particular evidente en la ley islámica de la familia. En varios versículos, y a veces hasta en el mismo versículo, Dios se dirige tanto a los hombres como las mujeres y solicita que ambos actúen desinteresadamente por el mantenimiento de la unión.
Fuente: svida.com