Autor: Osman Nuri Topbas
Es muy importante que cuando uno da el zakat y sadaqat, es decir la caridad obligatoria y voluntaria, uno actúe correctamente. El que da debe dar las gracias al que recibe ya que es gracias al que recibe que el que da cumple con su deber y merece grandes recompensas de Allah.
El que da queda también protegido de las calamidades y daños a causa de su acción, que a la vez le defiende de toda clase de aflicciones. El Corán nos enseña los siguientes modales a la hora de dar:
“¡Vosotros que creéis! No hagáis que vuestras dádivas pierdan su valor porque las echéis en cara o causéis un perjuicio por ellas; como aquél que da de su riqueza aparentar ante la gente, pero no cree en Allah ni en el Último Día. Es como una roca sobre la que hay tierra y le cae un aguacero dajándola desnuda. No podrán beneficiarse en nada de las obras que (de ese modo) se obtuvieron. Y Allah no guía a la gente incrédula.” (Sura de la Vaca, 2:264)
Este verso junto al exhortarnos a dar nos enseña a actuar con cuidado a la hora de ejecutar la acción. Dicho de otro modo, si el donante desprecia a los pobres o rompe sus corazones con palabras o hechos ásperos, Allah no dará valor a lo que ha hecho. Cuando se ayuda a alguien no debería existir ninguna expectación fuera de la de complacer a Allah. El Profeta (s.a.w), tal como lo ha transmitido Abu Dharr, dijo:
“Hay tres tipos de personas con las que Allah no hablará el Día de la Resurrección, ni las mirará, ni les perdonará. El Mensajero de Allah (s.a.w) lo repitió tres veces. Abu Dharr dijo: “Fallaron y perdieron. ¿Quiénes son, oh Mensajero de Allah?” Entonces el Profeta (s.a.w) dijo: “el que arrastra sus ropas detrás (por orgullo), el que exige que se le agradezca, el que vende productos bajo juramento falso.” (Muslim Iman, I, 192)
Esto muestra que aquellos que obligan a los que reciben a agradecer la donación y los que hieren los sentimientos de los pobres serán castigados por Allah ya que son acciones gravemente erróneas a la hora de dar caridad. Allah mira los corazones de la gente y los evalúa. Como dice Rumi:
“Dad vuestra existencia y riqueza como caridad para comprar los corazones de la gente. Sus súplicas por vosotros encenderán la oscuridad de vuestras tumbas.”
Según Rumi los pobres son la oportunidad para los ricos de expresar su gratitud a Allah. El hecho de que Allah les haya otorgado favores debe hacerles reflexionar sobre la generosidad de Allah para lo pobres y la necesidad de no romper sus corazones: “Dado que el mendigo es el espejo de la generosidad, ¡cuidado! El aliento puede dañar al espejo.” (Mesa, 2748)
Los pobres son el espejo de la generosidad de Allah ya que se vuelven hacia los que aman dar. Los pobres les dan la oportunidad de dar por Allah y de preparar, de este modo, su salvación. A causa de su generosidad los pobres empiezan a amar a los ricos. De este modo florece la misericordia y el amor tanto en los pobres como en los ricos. En otras palabras, Allah ha hecho que los pobres sean para los ricos los espejos de su generosidad. Rumi describe el terrible final de los ricos sin corazón de esta manera:
“La gente rica de buen corazón y las miras puestas en Allah llegó a ser la manifestación de la generosidad de Allah. Teniendo parte de la generosidad Divina, éstos han convertido sus vidas en pura generosidad. Excepto aquellos que no se apegan a los bienes mundanos, los ricos serán pobres espiritualmente. Su riqueza externa es como el cuadro sin vida de su infelicidad. Son gentes que descuidan la realidad y no tiene alma. No os acercáis a ellos para ser sus amigos; no tiréis huesos al dibujo de un perro. Esta gente es esclava de sus intereses. Son ignorantes de la sed Divina.” Rumi nos advierte de que no seamos sus amigos: “No pongáis un plato con comida delante de los muertos. Estas gentes serán mendigos miserables en el Más Allá.”
En resumen, no podemos permitir que el brillo del placer mundano, por ejemplo tener excelente comida y bebida, nos quite el sustento Divino en el Más Allá. Si no queremos perder en el Otro Mundo, debemos dirigir hacia los necesitados toda nuestra generosidad. Otro principio importante es dar caridad en secreto, es decir no desvelar quien la recibe.
Cuando se hace abiertamente, las personas que la reciben pueden perder el sentido de la timidez y con el tiempo acostumbrarse a pedir ayuda de los demás y se harán vagos. Perderán el deseo de trabajar. Por otro lado, darla abiertamente puede hacer que el donante sienta orgullo y vanidad. Así pues, dar en secreto es bueno tanto para el que recibe como para el que da. No obstante, a veces para urgir a los demás, se puede donar abiertamente para establecer el ejemplo y animar a los demás a seguir nuestro ejemplo. El Corán dice:
“Si dais limosnas públicamente es bueno, pero si las ocultáis y se las dais a los necesitados, será mejor para vosotros; y os cubriremos parte de vuestras malas acciones. Allah está perfectamente informado de lo que hacéis.” (Sura de la Vaca, 2:271)
Los comentaristas coránicos deducen de este verso que las donaciones obligatorias se deben hacer abiertamente, pero que las voluntarias deberían distribuirse en secreto. La mejor manera de hacer la donación es darla con la mano derecha para que incluso la mano izquierda no tenga conocimiento de la donación. Sabemos del hadiz que la gente involucrada en caridad estará bajo la sombra del Trono Divino en el Día del Juicio.
También nuestros antepasados actuaban así en lo que se refiere a distribuir caridad. El Sultán turco, Fatih el Conquistador, propuso las siguientes condiciones en su carta fundadora:
“Soy Sultán Fatih Muhammad, el conquistador de Istanbul. He entregado mis 136 tiendas, que he ganado con el trabajo de mis manos, bajo la fundación caritativa en las condiciones que siguen: En el comedor que he construido cerca de la mezquita se dará de comer a las viudas de los mártires y sus hijos. Sin embargo, si alguien por alguna razón no puede venir hasta allí, su comida debe llevarse a su casa después de que oscurezca en un contenedor cerrado para que no se sientan humillados por recibir la donación.”
Como vemos por esta carta, Sultán Fatih actuó de manera muy sensitiva para proteger los sentimientos y el honor de los pobres y propuso las normas para que sirvieran a este propósito. Sus súbditos actuaban del mismo modo. Solían por ejemplo poner dinero en sobres en las piedras de caridad, es decir piedras con un hueco donde se depositaban donaciones en efectivo que los pobres retiraban en privado, sin que nadie les pudiera incomodar.
Es el modo más elevado ya que los ricos no sabían quien las había recibido y los pobres no sabían quien lo había donado. Los ricos estaban protegidos de sentirse orgullosos y los pobres estaban protegidos de sentirse en deuda con el donante. El objetivo principal de la religión, después de creer en Allah, es formar gente con un profundo entendimiento y luego una sociedad pacífica. Una sociedad es así cuando los corazones de los individuos son misericordiosos y dan tanto lo obligatorio como lo voluntario. Vivimos en el reino de Allah con el sustento que nos ha sido otorgado por Su gracia. Que sepan los que son negligentes con los actos de adoración que suponen un sacrificio financiero que todo Le pertenece a Allah y que con su comportamiento retienen Su riqueza.
El amor crece con el sacrificio. Según el nivel de este amor, el amante se sacrifica por el amado. Alguna vez ocurre que el amante da su vida para complacer al amado. Dado que la caridad se da por amor a Allah, dice el Corán que es Él quien toma la caridad con las manos de los pobres:
“¿Es que no saben que Allah acepta, la vuelta, en arrepentimiento, de Sus siervos y que toma en cuenta lo que se da con generosidad y que Allah es Quien se vuelve con Su favor y es el Compasivo?” (Sura Tawba 9:104)
Para recalcar la misma verdad el Profeta (s.a.w) dice:
“En verdad, cuando alguien da caridad, Allah es el primero en recibirla incluso antes que el necesitado, y luego lo da a los pobres.” (Munawi, Kanza al- Hakaik)
Por eso la característica más importante de la caridad es que se debe entregar sinceramente por el amor a Allah. Los que dan nunca deben sentirse orgullosos y superiores a los que se benefician de su donación ni tampoco deben esperar gratitud. Tales sentimientos anulan la recompensa por generosidad. Más aún, los que dan deben sentir gratitud a los que reciben. Solamente así Allah acepta el dar caridad como acto de adoración. El siguiente verso describe la noble manera de un acto de caridad de Ali y Fátima, que para nosotros es conducta a seguir:
“Y daban de comer, a pesar de su propia necesidad y apego a ello, al pobre, al huérfano y al cautivo. No os alimentamos sino por la faz de Allah, no buscamos en vosotros recompensa ni agradecimiento. Realmente tememos de nuestro Señor un día largo, penoso. Allah les habrá librado del mal de ese día y les dará resplandor y alegría.” (Sura del Hombre, 76:8-11)
Si los que dan tienen tan elevados sentimientos, aquellos que reciben su donación también se benefician de ellos. Sus buenas intenciones y sinceridad se refleja en los corazones de los pobres. Si no se merecen realmente la caridad después de haberla recibido, cambian sus malos modales. El siguiente incidente relatado por el Profeta (s.a.w) sirve como ejemplo de esta transformación positiva:
El Mensajero de Allah (s.a.w) dijo:
“Un hombre dijo que quería donar algo. Salió de casa y sin saberlo se lo dio a un ladrón. A la mañana siguiente le dijeron que había obsequiado a un ladrón. Al oírlo dijo: “¡Oh Allah! Toda la alabanza te pertenece a Ti. Hoy daré de nuevo.” Así que salió otra vez con la intención de dar y sin saberlo se lo dio a una adúltera. A la mañana siguiente le dijeron que la noche anterior había dado a una adúltera. El hombre dijo: “¡Oh Allah! Toda la alabanza te pertenece a Ti. Le di mi donación a una adúltera. Daré de nuevo.” Así que salió de nuevo y sin saberlo dio a un rico. (La gente) le dijo a la mañana siguiente que había dado a un hombre rico. Este hombre dijo: “¡Oh Allah! Toda la alabanza Te pertenece a Ti. He dado a un ladrón, a una adúltera, y a un rico.” Entonces vino alguien y le dijo: “Lo que le habías dado al ladrón puede que le haga desistir de robar. Lo que le habías dado a la adúltera puede que le haga desistir de cometer actos sexuales ilegales. Lo que le habías dado al rico puede que le enseñe a gastar de su riqueza en el camino de Allah.” (Bukhari, Zakat, Vo. 2, Libro 24, No 502)
Es interesante notar que el significado de este hadiz se puede vislumbrar en la vida de un amigo de Allah, Sami Efendi, transmitido por Musa Efendi:
“Un día alguien paró nuestro coche y nos dijo: “Oh, hadyi, dame algo de dinero por Allah para comprarme cigarillos. Nuestro shej dijo: “Ya que nos lo ha pedido es mejor darle.” El hombre al ver esta actitud dijo que había cambiado de parecer y que compraría con este dinero pan en vez de cigarillos. Y se fue muy contento. Por curiosidad uno de los que acompañaban al shej siguió a este hombre para ver que hacía con el dinero. Cual no fue su sorpresa cuando vio que, tal como lo había prometido, compró pan.”
Es un ejemplo de cómo la caridad, ofrecida solamente por amor a Allah, cambia el corazón de quien la recibe. Por eso, cuando la damos debemos examinar nuestros sentimientos más que los del que recibe nuestra donación. ¡Oh Señor! Por favor haz que Tu misericordia sin límite sea un tesoro en nuestros corazones. Amin.
Fuente: http://es.osmannuritopbas.com/index.php/articulos/54-los-modales-en-el-gastar.html