María, la madre de Jesús (parte 1 de 2)

María, la madre de Jesús (parte 1 de 2)

María, la madre de Jesús (parte 1 de 2)

Autor: Aisha Stacey Puede sorprender a mucha gente descubrir que María es una de las mujeres más estimadas y respetadas en el Islam y que el Corán le da una gran importancia. ‘María’ es el nombre del capítulo 19 del Corán, y el Capítulo 3 es ‘Aali Imrán’, en honor a su familia. El Islam mantiene a toda la familia de Imrán en la más alta estima. El Corán nos dice que:

“Allah eligió a Adam, a Nuh, a la familia de Ibrahim y a la familia de Imrán por encima de los mundos” (Sura de la Familia de Imran, 3:33).

Dios eligió a Adán y a Noé individualmente, pero Él escogió a la familia de Abraham y a la familia de Imrán.

“(Los eligió) generación tras generación” (Sura de la Familia de Imran, 3:34)

La familia de Imrán es de los descendientes de Abraham, la familia de Abraham es de los descendientes de Noé, y Noé es de los descendientes de Adán. La familia de Imrán también incluye a mucha gente conocida y respetada en las tradiciones cristianas —los Profetas Zacarías y Juan (conocido como el Bautista), el Profeta y Mensajero Jesús y su madre María. Dios escogió a María por sobre todas las mujeres del mundo. Él dijo:

“Y cuando dijeron los ángeles: ¡Maryam! Allah te ha elegido, te ha purificado y te ha escogido entre todas las mujeres de la creación”. (Sura de la Familia de Imran, 3:42)

Ali ibn Abu Talib dijo: “Escuché al Profeta de Dios decir que María, la hija de Imrán, fue la mejor entre las mujeres”. (Sahih Al-Bujari) En árabe el nombre, María significa “la sierva de Dios”, y como veremos más adelante, María, la madre de Jesús, fue dedicada a Dios incluso desde antes de nacer.

El nacimiento de María

La Biblia es incapaz de darnos cualquier detalle sobre el nacimiento de María. Sin embargo, el Corán nos informa que la esposa de Imrán dedicó su hijo aún no nacido al servicio de Dios. La madre de María, la esposa de Imrán, era Ana (Hannah bin Faqud. Tomado del Tafsir de Ibn Kazir). Ella fue la hermana de la esposa del profeta Zacarías. Ana y su esposo Imrán creían que nunca tendrían hijos, pero un día Ana hizo una súplica sincera y de todo corazón rogándole a Dios por un hijo, y prometió que su descendencia serviría en la Casa de Dios en Jerusalén. Dios escuchó la súplica de Ana y ella quedó embarazada. Cuando Ana se dio cuenta de la noticia gloriosa, se volvió hacia Dios y dijo:

 “Cuando dijo la mujer de Imran:¡Señor mío! Hago la promesa de ofrecerte lo que hay en mi vientre, liberado (del mundo para servirte). Acéptalo de mi; verdaderamente tu eres Quien oye y Quien sabe”. (Sura de la Familia de Imran, 3:35)

Hay lecciones que se pueden aprender del voto de Ana hacia Dios, una de las cuales es el cuidado de la educación religiosa de nuestros hijos. Ana no estaba pensando en términos de este mundo en lo absoluto, estaba tratando de asegurar que su hijo estuviera cercano a Dios y a Su servicio. Estos amigos elegidos de Dios, como la familia de Imrán, son los parientes que debemos tomar como nuestro modelo de conducta. Dios dice muchas veces en el Corán que Él es el Único que provee para nosotros, y nos advierte que nos salvemos a nosotros y a nuestras familias del fuego del Infierno. En su súplica, Ana pide que su hijo esté libre de todo trabajo mundano. Al prometer que su hijo estará al servicio de Dios, Ana estaba asegurando la libertad de su hijo. La libertad es una cualidad de la vida que cada ser humano se esfuerza por alcanzar, pero Ana entendió que la verdadera libertad viene de la completa sumisión a Dios. Esto es lo que ella aspiraba para su hijo aún sin nacer. Ana quería que su hijo fuera una persona libre, que no fuera esclavo de ningún hombre ni de ningún deseo, sino un esclavo sólo de Dios. A su debido tiempo, Ana dio a luz una niña, y de nuevo se volvió hacia Dios en oración y dijo.

“Y una vez hubo dado a luz dijo: ¡Señor mío! He dado a luz a una hembra -y bien sabía Allah lo que había dado a luz- y no es el varón como la hembra. La he llamado Maryam: A ella y a su descendencia  los refugio de en Ti del Shaytán lapidado” (Sura de la Familia de Imran, 3:36).

Ana llamó María a su hija. Referente a su promesa a Dios, Ana ahora se encontraba frente a un dilema. No era aceptable que una mujer sirviera en la Casa de Oración. El padre de María, Imrán, había muerto antes que ella naciera, de modo que Ana acudió a su cuñado Zacarías. Él la consoló y le ayudó a entender que Dios sabía que ella había entregado a una niña. Esta niña, María, era de lo mejor de la creación. El Profeta Muhammad mencionó[Sahih al Bujari] que cuando un niño nace, Shaytán le pincha y por ello el niño llora con fuerza. Esta es una señal de la gran enemistad entre la humanidad y Shaytán. Sin embargo, hubo dos excepciones a esta regla. Shaytán no pinchó a María ni a su hijo Jesús [Sahih Muslim], debido a la súplica de la madre de María. Cuando llegó el momento de que María entrara a la Casa de Oración, todos querían hacerse cargo de esta hija piadosa de Imrán. Como era costumbre en la época, los hombres se sortearon tal privilegio, y Dios se aseguró de que su tutor fuera el Profeta Zacarías.

“Su Señor la aceptó con buena acogida, la hizo creer como una hermosa planta y la confío a Zakariyya”. (Sura de la Familia de Imran, 3:37)

El Profeta Zacarías sirvió en la Casa de Dios y fue un hombre sabio y conocedor dedicado a la enseñanza. Tenía una habitación privada construida para María, para que ella pudiera adorar a Dios y dedicarse a sus tareas diarias en privado. Como su tutor, el Profeta Zacarías visitaba todos los días a María, y un día se sorprendió de ver fruta fresca en su habitación. Se dice que en invierno ella tenía frutas frescas de verano, y en verano tenía frutas frescas de invierno[Basado en el libro del Imam Ibn Kazir: Las Historias de los Profetas]. El Profeta Zacarías le preguntó sobre cómo la fruta había llegado allí, a lo que María respondió que se trataba de Dios mismo, Quien le proveía su sustento. Ella dijo:

“Esto procede de Allah, es cierto que Allah provee a quien quiere sin limitación”. (Sura de la Familia de Imran, 3:37)

La devoción de María por Dios no tuvo precedentes en su época, pero su fe estaba a punto de ser probada. Feunte: http://www.islamreligion.com

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