Autor: Dr. Sam Deeb
Muhammad no sabía que iba a ser un profeta
Muhammad llevó una vida correcta y simple. Era conocido por su fidelidad, integridad y honestidad. Nunca adoró a ídolos aun cuando se trataba de una práctica muy corriente en una sociedad politeísta.
Siempre creyó que el universo tenía que haber sido creado y controlado por un único Dios. Solía adorar a Dios retirado en una cueva situada a 634m por encima del nivel del mar, en un monta a 4km al este de la Meca.
La cueva en cuestión se conoce con el nombre de Hira’ y está en el monte de Hira’ o Nur (luz); Muhammad recibió la revelación de Dios en esa cueva cuando le estaba adorando.
No fue una ilusión ni tampoco un sueño:
Por primera vez en su vida, Muhammad conoció a una criatura sin igual. Descendió del cielo y se le acercó. Era el arcángel Gabriel (Yibril, la paz sea con él) que se dirigió a Muhammad ordenándole: “Lee”. Muhammad sitió miedo.
Muhammad no sabía leer y tampoco sabía lo que debía leer. El arcángel Gabriel (la paz sea con él) le volvió a decir: “Lee” una y otra vez. Al final recitó el siguiente versículo de Dios:
“¡Lee en el Nombre de tu Señor que ha creado! Ha creado al hombre de un coágulo. ¡Lee, que tu Señor es el más Generoso! El que enseñó por medio del cálamo, enseño al hombre lo que no sabía” (Sura del coágulo, 96:1-5).
El arcángel Gabriel (La paz sea con él) desapareció tras ese breve encuentro.
Muhammad estaba aterrorizado y huyó corriendo:
Muhammad estaba aterrado. Corrió hasta su casa. Estaba temblando. Contó a su mujer lo que había ocurrido y pidió que le tapara. Jadiya trató que tranquilizarlo, le recordó que él creía en Dios y que justamente se había refugiado en aquella cueva para adorarle. Le dijo que Dios no le abandonaría y mucho menos dejaría que los demonios le rondaran, pues mantenía buenas relaciones con sus parientes, ayudaba a la gente pobre y solía dar caridad.
¿Se trataba de una revelación divina o eran susurros del mismo diablo?
Muhammad temió estar poseído por el mismo diablo. Acudió con su mujer, Jadiya, a contar toda la historia a Waraqa ibn Nufal –un pariente de Jadiya- que era un religioso cristiano muy conocedor de la Biblia. Waraqa predijo que Muhammad sería un profeta. Aseguró a Muhammad que lo que había experimentado había sido una revelación divina similar a la que descendió sobre Moises, el Profeta de los judíos. También le dijo que encontraría mucha oposición por parte de la gente y que su propia tribu lucharía contra él.
Eres el Mensajero de Dios:
Muhammad necesitó varios días para rehacerse y no volvió al monte. El arcángel Gabriel (le paz sea con él) volvió al cabo de unos días y le informó que sería un mensajero de Dios, el Señor de todas las criaturas. Y le recitó las siguientes palabras de Dios, exaltado sea,:
“¡Oh tú que te arropas! ¡Levántate y advierte! Y a tu Señor engrandece. Y tu vestido purifícalo. De lo abominable aléjate. No des esperando recibir más. Y se constante con tu Señor” (Sura del Arropado, 74:1-7).
Feunte: Libro “Muhammad, una guía de bolsillo”.