Por: An-Nasafi
El reconocido ‘alim, sabio y conocedor de todas las ciencias islámicas, Abu Hafs Umar an-Nasafi, no dejo este breve descripción sobre el Hombre Perfecto Libre, en su tratado El Libro del Hombre Perfecto. Cuán diferente es de lo que hoy en día consideraríamos la perfección.
Se ha dicho que el Hombre Perfecto es el que ostenta con perfección cuatro cosas: las buenas palabras, las buenas obras, las buenas tendencias naturales y los conocimientos. El Hombre Perfecto libre es el que tiene con perfección ocho: las cuatro anteriores, y, además, la renuncia, la vida retirada, la sobriedad y la humildad.
Los Hombres Perfectos pueden ser de dos clases: los que eligen la soledad, la sobriedad y la humildad y lo que eligen la tolerancia, la sumisión y la contemplación. Los dos grupos se encuentran el el mundo y cada uno de ellos se dedica a su vocación.
Los adeptos del primero saben que, de la misma forma que la miel produce calor y el alcanfor, frío, el mundo y el trato de las persona que se entregan a él producen desunión y separación. Por eso renuncian y arrancan de su corazón el amor al mundo si por casualidad se les presenta alguna tentación -gozo o placer mundano- o si se les ofrece la compañía de gente que busca al mundo, la rechazan y huyen.Temen y huyen del mundo al igual que otros temen y huyen del león, de la pantera, de la serpiente o del escorpión.
Los adeptos del segundo grupo saben que el hombre ignora dónde está su bien. Unas veces disfruta de algo que le perjudica y otras se aflige por algo que le beneficia. Conociendo este secreto, rechazan la deliberación, la iniciativa, la decisión y la elección: admiten y se someten. Si les van bien las cosas no se alegran por ello; pero si las pierden, tampoco sufren. Si se les ofrecen vestido nuevos, se los ponen, si las ropas están usadas, también se las ponen. Si se encuentran en compañía de personas dedicadas a este mundo, se alegran y quieren que saquen algún provecho de su trato. Si están con persona que buscan el otro mundo, también se alegran y procuran beneficiarse ellos de su contacto.
En cuanto a mí, he de decir humildemente que, después de haber renunciado, he vivido en soledad, sobriedad y humildad; después, durante mucho tiempo, en la tolerancia, la sumisión y la contemplación.
Ahora estoy aquí, no sé con certeza cuál es el mejor partido, no he podido dar preferencia a uno ni a otro. Hoy mismo, cuando escribo estas líneas, todavía no estoy decidido. Por ambos lados veo muchas ventajas y muchos inconvenientes.
Fuente: Libro El libro de Hombre Perfecto, An-Nasafi, traducido por Isabelle de Gastines