Autor: Ismail Büyükçelebi
Aunque la tecnología moderna nos haya cegado a alguna limitación fundamental humana, haciendo que nos consideremos omnipotentes, autosuficientes, y auto-existentes o poseedores del poder ilimitado, en realidad somos débiles, frágiles, necesitados e indigentes. Aunque no podamos crear una hoja o un mosquito, o hasta una molécula del agua, nuestra incitación por parte del encantamiento de la tecnología moderna nos hace aborrecer admitir esta verdad.
Nos satisface asignar todos los acontecimientos naturales —desde la salida del Sol y su puesta hasta los movimientos de átomos— a las leyes nominales naturales que funcionan sin nuestra intervención. Incluso nuestros cuerpos trabajan independientemente de nosotros, ya que no podemos impedirnos dormir, haciéndonos hambrientos o sedientos, o muriendo a manos de una criatura microscópica como es un virus.
Siempre estamos acompañados por penas que provienen de desgracias pasadas y por preocupaciones sobre el futuro. El miedo, el amor, y las expectativas son inseparables de nuestra existencia, mientras tales atributos como juventud y belleza, a los que estamos muy apegados, nos dejan sin decir “adiós”. Enormemente tememos a y somos abrumados de improviso por la desgracia, la vejez, y muerte. Las exigencias innumerables han de ser mantenidas si queremos continuar viviendo, ya que no tenemos el control total de ninguno de ellos. Podemos ser perjudicados, los accidentes pueden terminar nuestras esperanzas, y la enfermedad y los acontecimientos inesperados siempre amenazan y bloquean nuestro camino a la felicidad. Soportamos terremotos, tormentas, inundaciones, fuegos, y otras catástrofes naturales. Tanto la variedad enorme de fenómenos como nuestra conciencia de nuestra propia debilidad hacen de nuestra propia debilidad e impotencia que sea suficientemente clara.
A pesar de nuestras reclamaciones de naturaleza dominante y espacio conquistador, tenemos más necesidad de la religión que nuestros antepasados alguna vez tuvieron. Podemos no adorar fetiches como ellos hicieron, como los árboles, animales, ríos, fuego, lluvia, y cuerpos divinos, pero, según Erich Fromm, millones de entre nosotros tienen sus propios fetiches: héroes nacionales, estrellas de cine, políticos, figuras de deportes, músicos, y muchos, muchos otros.
Además, millones de nosotros practican tales religiones modernas como meditación trascendental, nigromancia, Satanismo, y adoración de espíritu con la esperanza de satisfacción de lo que no puede satisfacerse mediante los avances científicos y tecnológicos. Los demás buscan la realización en estadios, clubes nocturnos, casinos, empleos, y sindicatos. Ellos transforman tales sitios en sitios de devoción porque no pueden suprimir su necesidad de adorar. Inevitablemente, aquellos que no creen ni adoran Aquel que es Dios Único se convierten en los esclavos de numerosas deidades.
Fuente: svida.com