Planeé enfrentarme al Islam; al final me hice musulmana

La historia de cómo me hice musulmana es una historia de planes.

La historia de cómo me hice musulmana es una historia de planes.

Por: Sharifa Carlos

La historia de cómo me hice musulmana es una historia de planes.

Yo hice planes; el grupo de gente con la que estaba hizo planes, y Allah hizo planes. Y Allah es el mejor de los planificadores.

Cuando era una adolescente, llamé la atención de un grupo de personas con una agenda muy siniestra. Eran, y probablemente todavía son, una asociación de individuos sin una estructura fija que trabajan en posiciones del gobierno pero tienen una agenda especial: destruir el Islam. Que yo sepa, no son una agencia del gobierno, simplemente usan sus posiciones en el gobierno de los Estados Unidos para promover su causa.

Un miembro de este grupo se acercó a mí porque vio que era articulada, motivada y muy vocal defendiendo los derechos de las mujeres. Me dijo que si estudiaba Relaciones internacionales centrándome en Oriente medio, me garantizaba un trabajo en la Embajada americana en Egipto. Quería que acabase en este país y que usase mi posición para hablar con mujeres musulmanas y alentarlas a que se uniesen al movimiento derechos de la mujer.

Pensé que esto sería una gran idea. Había visto a las mujeres musulmanas en la televisión; me parecía que eran un grupo pobre oprimido, y quería llevarlas a la luz de la libertad del siglo XX.

Con esta intención, fui a la universidad y comencé mi educación. Estudié el Corán, los hadices y la historia islámica. También estudié las formas en las que podría utilizar esta información. Aprendí a manipular las palabras para que dijesen lo que quería que dijeran. Me convertí una herramienta valiosa.

Sin embargo, una vez que empecé a estudiar, me empezó a intrigar este mensaje. Tenía sentido; y eso fue muy aterrador. Por lo tanto, para contrarrestar este efecto, empecé a asistir a clases de cristianismo. Elegí ir a las clases con un profesor en el campus porque tenía una buena reputación y tenía un doctorado en Teología de la Universidad de Harvard. Sentí que estaba en buenas manos, y lo estaba, pero no por las razones que creía. Resultó que este profesor era un cristiano unitario. No creía en la trinidad ni en la divinidad de Jesús. En realidad, creía que Jesús era un profeta.

Procedió a demostrar esto tomando la Biblia de sus fuentes en griego, hebreo y arameo y mostrar dónde fueron cambiadas. Al hacerlo, mostraba los acontecimientos históricos que modelaron y siguieron estos cambios.

Cuando terminaron estas clases, mi religión tal y como la conocía había sido destruida, pero todavía no estaba lista para aceptar el Islam.

A medida que pasaba el tiempo yo seguía estudiando, para mí misma y para mi futura carrera. Esto duró cerca de tres años. Durante este tiempo, cuestioné a muchos a musulmanes acerca de sus creencias. Uno de los Individuos a los que cuestioné fue un hermano musulmán de la MSA [Asociación de Estudiantes Musulmanes]. Alhamdulllah, él vio mi interés en el Deen e hizo un esfuerzo personal para educarme sobre el Islam. Me hablaba del Islam en cada oportunidad que se presentaba.

Un día, este hombre me contactó, y me habló de un grupo de musulmanes que estaban de visita en la ciudad. Quería que los conociera. Me pareció bien. Fui a reunirme con ellos después de la oración de Isha (oración de la noche) y estuve en un sala donde había al menos 20 hombres. Todos ellos hicieron espacio para que me sentara, y me pusieron cara a cara con un anciano caballero pakistaní.

Masha Allah, este hombre conocía muy bien todo lo relativo al cristianismo. Él y yo discutimos y hablamos de las diversas partes de la Biblia y el Corán hasta el Fajr [la oración del alba]. Llegados a este punto, después de haber escuchado a este hombre sabio decirme lo que yo ya sabía, basado en la clases que había tomado sobre el cristianismo, hizo lo que ningún otro individuo había hecho hasta entonces. Me invitó a hacerme musulmana.

En los tres años que había estado buscando e investigando, nadie nunca me había invitado. Me habían enseñado, discutido e incluso insultado, pero nunca invitado.

Así que, cuando me invitó, algo hizo clic. Me di cuenta de que era el momento. Sabía que era la verdad, y tenía que tomar una decisión. Alhamdulillah [Alabado sea Allah], Allah abrió mi corazón, y yo dije: “Sí. Quiero ser musulmana”.

Después de esto, el hombre me guió en la shahadah [el testimonio de la creencia] -en inglés y en árabe.

Cuando tomé la shahadah, sentí una sensación más extraña. Sentí como si un enorme peso físico acabase de ser levantado de mi pecho; respiré sin aliento como si estuviera respirando por primera vez en mi vida.

Alhamdulillah, Allah me había dado una nueva vida -una página en blanco – una oportunidad para el Yannah [Paraíso], y pido poder vivir el resto de mis días y morir como musulmán.


Fuente: http://knowledge.es Traducido y editado por Nuevos Musulmanes

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