Autor: Fetullah Gulen
La Sunna son las acciones y palabras del Profeta Muahmmad, además de aquellas cosas que sin el hacer permitió o prohibió. Todo esto está recogido en los ahadiz (transmisiones de sus accions, palabras negaciones o aprobaciones.
La ciencia del hadiz trata sobre la vida del Profeta Muhammad, especialmente sus dichos y hechos y los hechos de otros que él ratificó. En esta sección, nos limitaremos a sus propias palabras y actos. Dichas palabras y sus significados son estrictamente suyos, por ello no están incluidos en el Corán, la Revelación Recitada, cuyas palabras y significados pertenecen exclusivamente a Allah. Sus hechos incluyen aquellos que debemos seguir por tener carácter de ley, y aquellos que tienen que ver con sus asuntos personales, los cuales constituyen una fuente de bendición y recompensa espiritual si son seguidos.
La ciencia del fiqh (ley islámica) no se ocupa de los asuntos personales del Profeta. Los fuqaha (juristas) consideran que si esos asuntos tienen que ver con actos voluntarios e intencionados, entonces han de ser considerados legalmente según corresponda. Sin embargo, si son asuntos que tienen que ver con las cosas que personalmente agradaban o no al Profeta, entonces no constituyen un fundamento legislativo y por lo tanto no conciernen a los juristas. Según los muhaddizun (los eruditos del Hadiz, Tradicionistas), todo lo relacionado con el Mensajero está incluido en el significado de Hadiz (tradición) y, por lo tanto, les concierne.
La Sunna es el registro de todos los hechos, dichos y confirmaciones del Mensajero, además de ser la segunda fuente de legislación islámica y vida (el Corán es la primera). Todos los eruditos de ciencias religiosas, y a veces los de ciencias naturales, la usan para establecer los principios de sus disciplinas y para resolver dificultades. El Corán y las tradiciones proféticas auténticas ordenan a los musulmanes que sigan la Sunna.
El Corán y la Sunna son inseparables. La Sunna clarifica las ambigüedades que contiene el Corán, explayándose sobre lo mencionado de modo sucinto en éste; especificando lo no condicionado; generalizando lo específico; y particularizando lo general.
Por ejemplo, cómo rezar, ayunar, dar limosna y hacer el peregrinaje está establecido y explicado en la Sunna. Igualmente, lo son los principios o leyes por las cuales no se puede heredar del Profeta, los asesinos no pueden heredar de sus víctimas, la carne de los burros domésticos y los animales salvajes no puede ser comida y el hombre no puede casarse con la prima de la esposa si ésta aún vive. Realmente, la Sunna es relevante respecto a todos los aspectos del Islam y los musulmanes han de vivir de acuerdo a la misma. Por ello, ha sido estudiada y trasmitida de generación en generación casi con el mismo esmero que con el Corán.
El Mensajero ordenó a sus Compañeros que obedeciesen categóricamente la Sunna. Habló claramente para que pudiesen comprender y memorizar sus palabras, y les instó a que trasmitiesen su palabra a las futuras generaciones. A veces, incluso les pidió que escribiesen sus palabras, ya que “Todo lo que digo es verdad”. Los Compañeros prestaban total atención a sus dichos y hechos y mostraban un gran deseo en amoldar sus vidas a la suya, incluso en los más pequeños detalles. Consideraban cada palabra y hecho suyo como un mandato divino al que se debían adherir y seguir del modo más fiel posible. Al considerar sus palabras como regalos divinos, las interiorizaron, las preservaron y las trasmitieron.
Siendo así que la veracidad es la piedra angular del carácter musulmán, los Compañeros no mentían. Del mismo modo por el que no tergiversaron ni alteraron el Corán, hicieron todo lo posible para preservar las tradiciones y confiárselas a las futuras generaciones, memorizándolas o escribiéndolas. Entre las colecciones del hadiz realizadas en la época de los Compañeros, hay tres muy famosas: Al-Sahifa al-Sadiqa por Abdallah ibn Amr ibn al-As, Al-Sahifa al-Sahiha por Hammam ibn Munabbih y Al-Majmu por Zayd ibn Ali ibn Husayn.
Los Compañeros eran extremadamente serios narrando las tradiciones. Por ejemplo, Aisha y Abdallah ibn Omar las narraban palabra por palabra, sin cambiar ni una sola letra. Ibn Masud y Abu al-Darda temblaban como si tuviesen fiebre cuando se les pedía que transmitiesen una tradición.
El Califa Omar ibn Abd al-Aziz (que gobernó durante 717-720 d.C.) ordenó que las tradiciones oralmente preservadas y divulgadas a título individual fuesen escritas. Ilustres personalidades tales como Said ibn al-Musayyib, Shabi, Alqama, Sufyan al-Zawri y Zuhri fueron los pioneros de esta sagrada tarea. Luego, fueron seguidos por los grandes especialistas que se concentraron totalmente en la transmisión exacta de las tradiciones y en el estudio de su significado, formulación y las prudentes críticas de sus narradores.
Gracias a estos Tradicionistas, tenemos una segunda fuente del Islam en su original pureza. Únicamente a través del estudio de la vida del Profeta y amoldando a ella nuestra vida podemos lograr el agrado de Allah y recorrer el camino que lleva al Paraíso. Los grandes santos recibieron su luz de este “sol” y guía, el Profeta Muhammad, enviándola a los que se hallaban en la oscuridad a fin de que pudiesen encontrar su camino.
Fuente: http://www.webislam.com