Por: Redacción
“An Abi Hurayrata, radiallahu ‘anhu, qal qala rasulallahi, sallallahu alayhi wa sallam … “
A través de esta frase millones de musulmanes, desde la historia temprana del Islam hasta nuestros días, se han familiarizado con el nombre ‘Abu Hurairah’. En conferencia y clases, en el jutba del viernes y en seminarios, en los libros de hadiz, sira, fiqh y ‘ibadah, el nombre de Abu Hurairah se menciona de la siguiente manera:
“De la autoridad de Abu Hurairah, que Allah esté complacido con él, quien dijo: “El Mensajero de Allah, que la paz sea con él, dijo….”
A través de su esfuerzo cientos de ahadiz, o dichos del Profeta, fueron transmitidos a las generaciones futuras. Es el nombre más importante entre los transmisores de hadiz. Junto a él están los nombres de importantes compañeros como ‘Abdullah ibn Umar, ‘Anas ibn Malik, Umm al-Mu’minin ‘Aishah, Jabir ibn ‘Abdullah y Abu Sa’id al-Judri; todos ellos transmitieron dichos del Profeta que en conjunto hacen más de mil.
Abu Hurairah se hizo musulmán de la mano de at-Tufayl ibn ‘Amr, el jefe de la tribu de los Daws, a la que Abu Hurayrah pertenecía. Los Daws vivían en la región de Tihamah, que se extiende en la costa del Mar Rojo en el sur Arabia. Cuando at-Tufayl volvió a su gente después de haber conocido al Profeta y haberse hecho musulmán en los primeros años de la profecía, Abu Hurayrah fue uno de los primeros en responder a su llamada. Fue diferente a la mayoría de la gente de Daws, que durante un largo periodo de tiempo continuaron con sus antiguas creencias.
Cuando at-Tufayl visitó la ciudad de Meca otra vez, Abu Hurairah fue con él. Allí tuvo el honor y el privilegio de conocer al Profeta Muhammad, que la paz sea con él, quien le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. Abu Hurayrah respondió: “Abdu-Shams (el siervo del sol)”. El Profeta dijo: “Mejor que sea Abdur-Rahman (el siervo del Misericordioso). “Así será, oh Mensajero de Allah” respondió Abu Hurairah.
A pesar de esto, siguió siendo conocido como Abu Hurairah, que signfica ‘el hombre de los gatitos’, o más litereal, el ‘padre de los gatitos’, porque, como el Profeta, le gustaban muchos los gatos y desde su niñez siempre había tenido uno.
Abu Hurairah se quedó en Tihamah durante varios años y fue solo al principio del séptimo año de la Hijrah en el que llegó a Medina junto con otra gente de su tribu. El Profeta había partido a una campaña en Jaibar. Siendo una persona destituida, Abu Hurairah tomo un lugar en la mezquita junto con otros de entre los ahlus-suffah. No estaba casado ni tenía hijos, pero con él viajaba su madre, que seguía siendo mushrik. Abu Hurayrah anhelaba y pedía a Allah para que se hiciese musulmana pero ella lo rechzaba continuamente. Un día, le invitó a que creeyes en Allah, único y sin asociados, y que siguiese al profeta, pero ella se negó y dijo algunas palabras contra el profeta que le entristecieron mucho. Con lágrimas en los ojos fue al Noble Profeta quien le preguntó: “¿Qué te hace llorar Abu Hurayrah?”. Abu Hurayrah respondió: “No he dejado de invitar a mi madre al Islam pero siempre me ha rechazado. Hoy lo volví a hacer pero escuché palabras suyas que no me han gustado. Por favor haz una súplica a Allah para que haga que el corazón de la madres de Abu Hurairah se inclina hacia el Islam”.
El Profeta respondió a la petición de Abu Hurairah y pidó por su madre. Abu Hurairah dijo:
Volví a casa y vi la puerta cerrada. Escuche el caer del agua y cuando intenté entrar mi madre dijo: “¡Quédate donde estás Abu Hurairah!”. Y después de ponerse la ropa dijo: “Entra ahora”. Entré y ella dijo: “Atestiguo que no hay dios sino Allah y atestiguo que Muhammad es su siervo y mensajero”.
“Regresé al Profeta, que la paz sea con él, con lágrimas de felicidad de la misma manera que uno hora antes había ido con lágrimas de tristeza. “Tengo buenas noticias Mensajero de Allah; Allah ha respondido a tu súplica y ha guiado a la Madre de Abu Hurairah al Islam”.
Abu Hurairah amaba mucho al Profeta y encontró su favor. Nunca se cansaba de mirar al rostro del Profeta cuya faz le parecía tener toda la luz del sol y nunca se cansaba de escucharle. A menudo agradecía a Allah su buena fortuna y decía: “Las alabanzas a Allah, quien ha guiado a Abu Hurairah al Islam; las alabanzas a Allah quien ha enseñado a Abu Hurayrah el Corán; las alabanzas a Allah, quien ha agraciado a Abu Hurairah con el compañerismo del Profeta, que la paz sea con él”.
Al llegar a Medina Abu Hurairah puso la intención en su corazón de buscar el conocimiento. Zayd Ibn Thabit, el conocido compañero del Profeta, transmitió:
Mientras Abu Hurairah, yo y otro amigo mío estábamos en la mezquita haciendo oración y dhikr, el Mensajero de Allah llegó. Vino haci nosotros y se sentó con nosotros. Nos quedamos en silencio y entonces dijo: “Continuad con lo que estabais haciendo”.
Mi amigo y yo hicimos un súplica a Allah antes que Abu Hurairah lo hiciera el y Profeta dijo amin a nuestro dua.
Luego Abu Hurairah hizo una súplica y dijo: “¡Oh Señor! Te pido por lo que mis dos compañeros te han pedido y te pido un conocimiento que no se olvide”.
El Profeta entonces dijo “Amin”. Y luego nosotros dijimos: “Y te pedimos un conocimiento que no se olvide” y el Profeta dijo: “El joven del los Daws ha pedido por eso antes de vosotros”.
Abu Hurairah contaba con una memoria prodigiosa y se dedicó a memorizar, durante los cuatro años que pasó junto al Profeta, las perlas de sabiduría que emanaban de sus labios. Se dio cuenta de que tenían un gran regalo y se dedicó a usarlo enteramente al servicio del Islam.
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Fuente: www.sunnahonline.com Traducido con ligeras modificaciones editoriales por New Muslims