Por: Zakarya Mitiche
Todos conocemos la historia de los Ansar (ayudantes) y los Muhajirun (emigrantes). Los Muhajirun son los exiliados, los compañeros originales del Mensajero de Allah, que la paz sea con él, los que arriesgaron cuerpo y alma para proteger la verdad y la justicia; los que dejaron hogares, familias, queridos y la ciudad sagrada para escapar de la persecución a manos de los enemigos de Allah, Exaltado Sea. Individuos que rompieron los lazos de parentesco en una sociedad en la que el parentesco era todo lo que importaba, y los que escogieron a Allah y a su Mensajero por encima del mundo material.
Y por supuesto, los Ansar fueron los “ayudantes”, la gente de Yathrib, muchos de los que aceptaron al Profeta de Allah, que la paz sea con él, sin haberlo visto nunca. Fueron los anfitriones magnánimos del Profeta, que la paz sea con él, y los emigrantes, dándoles no solo parte de sus ingresos, sino también extensiones de tierra de cultivo –fuentes de ingreso- a sus nuevos hermanos. Ofrecieron todo lo que tenían, y mostraron el amor sincero que trae la verdadera hospitalidad. Eran la gente de la Ciudad del Profeta, medinatun-nabi.
Es fácil encontrarse con elogios a los Muhajirun y a los Ansar, y lo más lógico es que busquemos una enseñanza en la historia de tan bellas personas.
¿Quiénes serán los Muhajirun de hoy en día? obviamente no hay hijra, ni emigración en el sentido técnico de la palabra. Sin embargo, hay un grupo de personas entre nosotros que nos recuerdan, quizás no de la misma manera, la experiencia de “exilio” de aquellos que fueron escogidos de entre los primeros musulmanes. En nuestras ciudades, ya sea en las universidades o en las mezquitas, vemos a conversos cada día. Escuchamos historias sobre las dificultades espirituales que vienen con la búsqueda del Islam, o la “sumisión”. Escuchamos también sobre los lazos familiares que se han debilitado o roto, los amigos que han perdido o los insultos islamófobos que tienen que afrontar. Derramamos una lágrima, reímos y lloramos de felicidad, los abrazamos, les damos la bienvenida y los besamos. Les enseñamos a rezar, a decir frases en árabe o a hacer wudhu (ablución). Les decimos que si necesitan algo que nos los digan, pero cuando pasa el tiempo, un recién converso ya no es tan nuevo. Se olvidan y con frecuencia, los dejamos solos. Ya no los vemos en la mezquita _______ (árabe, paquistaní, India….). Me pregunto el por qué, debe de ser porque se ha debilitado su iman (creencia)… ¿Por qué será?
Comparemos esto con la reacción de los Ansar.
Estos ayudantes dieron una bienvenida en el sentido más sincero de la palabra; como los Ansar nos enseñan, la bienvenida no acaba después de realizar la shahada (declaración de fe). Dar la bienvenida no es esa parta fácil, todo el mundo puede enseñar a hacer wudhu (¡hay una cosa que se llama internet!). Es fácil decirle a una nueva musulmana “eh tú, ya has sido musulmana durante un tiempo, ¿no va siendo hora de que te pongas el pañuelo?” No, esta es la parte fácil. Lo que es difícil, lo que hacían los Ansar, es abrir sus casas y su corazón a los nuevos musulmanes. Hay quien dice “Ya son parte de la comunidad, estarán cómodos en ella muy pronto”. Esta respuesta tan trágica no es el caso en la hijra de todos los conversos. Ni es suficiente para aquellos que han roto relaciones familiares por que no los aceptan o los que tienen que dejar a un lado sus antiguas costumbres. Nuestros Muhajirun no necesitan consejos religiosos, necesitan apoyo humano y amistades que les ayuden ante problemas y dificultades. La próxima vez que alguien se haga musulmán, no te limites a abrazarlos y acomodarlos.
Sé un verdadero Ansar, dándoles la bienvenida a tu vida: invítalos a tu casa, a tus reuniones y a tus círculos más cercanos. Quizás nosotros podamos ser también como nuestros antepasados espirituales.
Y de los primeros precursores, tanto de los que emigraron como de los que les auxiliaron, y de los que les siguieron en hacer el bien, Allah está satisfecho de ellos y ellos lo están de Él. Les ha preparado jardines por cuyo suelo corren los ríos y en los que serán inmortales para siempre. Ese es el gran triunfo. (At-Tawbah, 9:100)
Fuente: virtualmosque.com Traducido y editado por Nuevos Musulmanes