Por: Ibtisaam Ahmed
Estamos en el mes sagrado de Ramadán y para muchos es un momento de serenidad, belleza, quietud y unión de la comunidad. Pero también hay muchos para quienes este mes trae desafíos y estrés adicionales. A menudo es fácil sentarse y asumir que debido a lo sagrado de esta época del año, todas las preocupaciones y problemas se disipan.
Pero no podemos olvidar que hay muchos para quienes en esta ocasión trae una mayor presión, miedo y ansiedad. La manera de alimentar a la familia llegado el momento del iftar, romper el ayuno solo u observar el mes por primera vez. Estar preocupado por cómo pasar los exámenes finales o mantener el enfoque en el trabajo mientras se ayunan largas horas. Tener que explicar por qué estás ayunando sabiendo que la verdad traerá consigo prejuicios o escepticismo. Llevar el Ramadán en desacuerdo con tu comunidad o familia. Estar abrumado por la constante necesidad de socializar y la multitud de personas en cada masyid. La necesidad de explicar a otros musulmanes por qué no estás ayunando; y si es porque necesitas tomar medicamentos relacionados con la salud mental en lugar de con la salud física, entonces lidiar con el juicio.
También existe simplemente la angustia de sentirse muerto por dentro y de sentirse completamente desmotivado para ayunar y aumentar los actos de adoración en este mes. El entumecimiento consecuencia de un año pasado en la distancia de Allah. Un tipo de indiferencia que te hace sentir que este mes no es más que un cambio en los patrones de sueño y alimentación. Sabes que este es el mes del reavivamiento y la renovación, pero no puedes animarte ni orientarte y descartar los malos hábitos. Sabes que este es el mes del Corán, pero las únicas formas de pasar las horas serán desplazarse en el feed de las redes sociales y ver Netflix.
Pero esto es algo que no se oye lo suficiente:
No pasa nada por entrar en Ramadán en un estado rotura, desesperación y angustia.
Pero no dejes que tu falta de entusiasmo y respeto por el mes de todos los meses te impida aprovechar todo lo que este tiempo tiene para ofrecernos. Para apreciar plenamente el Ramadán, tenemos que ir más allá del conocimiento teórico y el ritual. Tenemos que ser realistas sobre quiénes somos y dónde estamos.
La pretensión religiosa es a la vez agotadora e inútil. Podemos permitirnos sentirnos estancados o sin inspiración, pero no podemos quedarnos ahí. Al reconocer nuestro estado de apatía, también debemos reconocer que es necesario avanzar. Estos pasos no son pasivos, implican acción, en primer lugar dua o súplica.
Pídele a Allah una oportunidad, pídele a Allah la cura, pídele a Allah que repare tu estado, pídele a Allah que ponga tranquilidad en tu corazón. Pídele a Allah que despierte en ti el deseo de ayunar este mes, de alimentar tu ruh este mes, de depender de Él este mes, de aumentar la recitación y la reflexión sobre el Noble Corán este mes, de nadar en los océanos de salawaat de Su amado, sallAllahu alayhi wa salam, este mes.
Y la clave de todas nuestras preguntas radica en nuestra sinceridad.
Por lo tanto, debemos pedir y debemos confiar y debemos tener la esperanza de que, independientemente del estado con el que llegamos a Ramadán, lo dejamos respirando amor, cubiertos de misericordia y renovados en nuestras intenciones.
Y lo más importante, recuerdemos esto: no sería el mes de la misericordia si no la tuviéramos.
Fuente: http://www.hikaayat.com Traducido y editado por NewMuslim.net