Reeducación Islámica de Raíz (parte 1)

Originally posted 2014-04-16 20:15:46.

Re-educación Islámica de Raíz

Re-educación Islámica de Raíz

Autor: Sheij Abdul Haqq Bewley

“Di: ¡Oh vosotros incrédulos que cubrís la verdad! Yo no adoro lo que adoráis, ni vosotros adoráis lo que yo adoro. Yo no adoraré lo que vosotros adoráis, ni vosotros adoraréis lo que yo adoro. Vosotros tenéis vuestro Din y yo tengo mi Din” (Sura de los incrédulos, 109).

Casi todos los musulmanes saben de memoria estas palabras del Corán y muchos las recitan una o más veces al día; y sin embargo, no son muchos los que reflexionan sobre su significado o constatan la importancia que tienen para la gente de esta época. Es casi como, si con la repetición de la premisa básica de la sura, se estuvieran subrayando dos tipos de adoración. El primero ─la burda idolatría que consiste en convertir formas físicas en objetos de adoración─ es algo de lo que están protegidos los musulmanes siempre que se aferren a los elementos más básicos del Islam. El Profeta, s.a.w.s., dijo en un hadiz bien conocido: “Por Allah que, cuando yo no esté, no temo que adoréis a otros además de Allah; lo que sí temo, es que luchéis unos contra otros para conseguir los tesoros de este mundo”.

No obstante, como el Profeta, s.a.w.s, también especifica que hay una cosa que es el shirk oculto, la asociación inconsciente de otras cosas con Allah, es posible que esta segunda y repetida declaración se refiera a eso. En la sura Allah ordena al Mensajero, s.a.w.s, que declare que está a salvo de asociar cosa alguna con su Señor, ya sea externa como internamente. Pero mientras su comunidad está protegida a la hora de asociar algo con Allah en lo externo, del shirk manifiesto, los musulmanes en conjunto tienen una cierta tendencia a la asociación interna, el shirk oculto. Lo cierto es que Allah nos dice en Su Libro, cerca del final de la Sura Yusuf: “La mayoría de ellos no creen en Allah y son asociadores”. (12: 106). Y el Profeta, s.a.w.s. lo ha mencionado en varias ocasiones.

El sura termina diciendo: “Vosotros tenéis vuestro Din y yo tengo mi Din”, dejando bien claro que el Din de Allah es el Din en el que sólo se Le adora a Él, en el que nada se asocia con Él y que esto es lo que lo diferencia del Din de los incrédulos. Pero ¿cuál es exactamente el Din de los incrédulos y qué forma toma en el mundo de nuestros días? El hadiz del Profeta, s.a.w.s., “Kufr es una Milla, un sistema de creencia” nunca ha sido más patente que en esta época. El sistema de valores que impera en el mundo en que vivimos se denomina con frecuencia ‘tradición judeo-cristiana’ y, aunque en realidad no tiene casi nada que ver con el judaísmo o el cristianismo en cuanto religiones, puede decirse sin duda alguna que ha surgido de la civilización basada en estas dos tradiciones religiosas. De hecho tiene sus raíces en el mundo antiguo y, destruyendo siete siglos de contribución esclarecedora que había tomado sin restricción alguna del mundo de Islam, creó un Leviatán en el interior del mundo judeo-cristiano, el heredero ininterrumpido del imperio de la antigua Roma, que ahora domina en todo el planeta.

La manifestación externa más evidente de este dominio, es la deslumbrante supremacía tecnológica que se ha logrado con los avances científicos de los últimos siglos, que han afectado de forma tan crucial todos y cada uno de los aspectos relacionados con el control y la dirección de la vida humana de nuestros días. Lo que no se percibe con tanta facilidad, es que este predominio tecnológico es el resultado directo de una dilatada, y profundamente investigada, tradición filosófica que avala todo lo que ha ocurrido en el mundo moderno. Algunos de los personajes más relevantes de esta tradición son Platón, Aristóteles, Erasmo, Descartes, Hobbes, y Kant aunque, por supuesto, ha habido muchos otros pensadores de importancia entre unos y otros.

El resultado de estos dos milenios de pensamiento ha sido un entendimiento muy particular de la criatura humana que, hablando en términos generales, puede ser interpretado como un incremento de la subjetividad del individuo y un aumento de la objetividad del mundo que le rodea. Se formuló una imagen fundamental del ser humano que postulaba un dualismo básico: mente/materia, espíritu/cuerpo, sujeto/objeto, percepción interna/mundo externo. Y entre cada dualidad había una división clara y absoluta. Según esta definición, el ser humano se había convertido en una mente pensante, atrapada en un cuerpo material que contemplaba un mundo extraño de cosas separadas que estaban en el exterior.


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