Salman Al-Farisi: El compañero de Persia

Salman Al-Farisi dio un consejo crucial para la defensa de Medina cuando atacaron los Quraysh.

Salman Al-Farisi dio un consejo crucial para la defensa de Medina cuando atacaron los Quraysh.

Por: Muhammad Khalid 

Desde Persia viene nuestro héroe del que hablaremos hoy, y fue allí donde muchos otros abrazaron el Islam a lo largo de la historia. De entre ellos surgieron grandes hombres, cuya fe, conocimiento y hazañas fueron extraordinarias.

Es uno de los milagros del Islam y de su grandeza que no hay país que entre a formar parte de la tierra de Allah, sino aquel que tiene una gran influencia, haciendo florecer en su gente lo mejor de ellos. De Persia, a través del regalo del Islam, llegaron grande filósofos, juristas, astrónomos, inventores y matemáticos.


El Profeta, sallalahu ‘aleyhi wa sallam, habia profetizado la expansión imparable del noble Din del Islam, siendo esta una promesa que le había hecho Allah.

La batalla del foso

Salman Al-Farisi (el Perso) atestiguó el suceso, y estuvo muy involucrado en el mismo. Poco antes del día de Al-Khandaq (el foso), en el año cinco después de la hégira, los judíos se acercaron a Mecca en busca de los politeístas para así formar una alianza en contra del Profeta y de los musulmanes. Querían planificar un batalla decisiva para vencer a los musulmanes de Medina, y acabar con la nueva religión del Islam.

La estrategia que idearon para esa guerra consistía en que el ejército de los Quraysh y sus aliados, atacarían a los musulmanes en Medina desde fuera, mientras que los Bani Ouraidhah atacarían a los musulmanes desde dentro. De este modo esperaban tenderles una emboscada y destruirlos. Fue así, como inesperadamente un día los musulmanes descubrieron que un ejército inmenso se dirigía hacia Medina Al-Munawwara. En el Corán se describe de la siguiente manera:

Cuando os vinieron desde arriba y desde abajo y los ojos se salían de las órbitas, los corazones llegaban hasta la garganta y hacíais suposiciones sobre Allah.

Allí los creyentes fueron puestos a prueba y temblaron intensamente. (Al-Ahzab 33:10-11)

Veinticuatro mil combatientes, bajo el mando de Abu Sufyan y Uyainah Ibn Hisn marchaban en dirección a Madinah para atacarlos y conquistar la ciudad, y así acabar con la vida de Muhammad, sallalahu ‘aleyhi wa sallam, de sus compañeros, y de su religión.

Este ejército no representaba únicamente a los Quraysh, sino que habían formado una alianza con otras tribus, ya que todos tenían intereses que se sentían amenazados por el avance del Islam. Era el último, y decisivo, intento por parte de los enemigos del Mensajero de acabar con él, movidos por intereses individuales y colectivos.

Así fue como los musulmanes se encontraron en una situación precaria. El Profeta se reunió con sus compañeros en busca de consejo. Claramente se encontraban reunidos para llegar a una decisión sobre cómo defenderse y combatir, ¿pero qué posibilidades tenían frente a un ejército tan grande?

Un consejo crucial

Fue entonces cuando un hombre alto, con la melena al viento, y por el que el Profeta tenía gran amor, Salman Al-Farisi, levantó su mirada y observó la ciudad de Medina. Estaba rodeada de colinas y montañas, pero también de una parte plana, lo cual permitía un acceso fácil a los enemigos.

Salman tenía mucha experiencia en la guerra y sus estrategias, ya que habia aprendido en su país de origen, Persia, por lo que propuso al Profeta hacer algo que los árabes nunca habían hecho antes. Se trataba de excavar un foso en las partes planas que rodeaban a Medina.

Y Allah es el que sabe cuál hubiese sido la posición de los musulmanes en la batalla si no hubiesen excavado ese foso. Al verlo, los Quraysh y sus aliados, fueron sorprendidos por la desesperación. Las tropas del enemigo se quedaron en sus tiendas durante un mes, sin poder atacar Medina, hasta que una noche Allah les envió una tormenta que destruyó por completo su campamento.

Tras esto, Abu Sufyan comunicó a sus tropas que debían volver a Mecca. Estaban desalentados y frustrados.

Un trabajo en equipo

Durante la excavación del foso, Salman se unió al resto de los musulmanes en la obra. El Profeta también formaba parte en el esfuerzo colectivo. Pero sus picos no podían acabar con una roca, a pesar de la gran fuerza de Salman. En un solo golpe solía romper una piedra en pedazos, pero frente a esta no había manera.

Salman fue a ver el Profeta, para pedirle que se desviase el foso de modo que pasara por alrededor de la roca . El Profeta fue junto con Salman a ver dicha roca. Cuando la vio, pidió que se le trajera un pico, y aconsejó también a los musulmanes presentes que se alejaran para así protegerse de pedazos que podían saltar al darle a la roca. Dijo: “En el Nombre de Allah” y subió sus benditas manos que cogían firmemente el pico, y lo dejó caer sobre la roca.

La roca se rompió, produciendo una luz tremenda. Salman dijo que había visto como la luz alumbraba Medina entera. El Profeta dio un segundo golpe, y la roca se rompió aún más. En este momento, el Profeta, sallalahu ‘aleyhi wa sallam dijo en voz alta: “ Allahu Akbar, me fueron entregadas las llaves de Roma; sus palacios rojos han sido iluminado para mí, y mi nación la ha vencido”.

El Profeta dio un tercero golpe. Entonces la roca se rompió en pedazos y su luz brillante quedó a la vista de todos. El Profeta dijo que estaba viendo los palacios de Siria, de Sanaa y otros parecidos, así como todas las ciudades del mundo sobre las cuales la bandera del Islam llegaría a flotar un día. Los musulmanes gritaron con mucho entusiasmo: “¡Esto es lo que Allah y su Mensajero nos han prometido!”.

Salman fue el que propuso el proyecto del foso, y fue asociado con la roca de la cual surgieron secretos ocultos del destino.

Cuando llamó al Profeta para pedir su ayuda con la roca, se quedó a su lado, vio la luz y escuchó las buenas noticias, y vivió para ver cómo la profecía se hacía realidad.

Vio a las grandes capitales de Roma y de Persia, a los palacios de Syria, de Sanaa, de Egipto y de Iraq. Y vio la edificación de minaretes en todas partes del mundo como símbolo de la llegada del Islam.

Y es ahí sentado debajo de un árbol en su casa de Medina, donde podemos verlo contando a sus invitados las aventuras de su vida. Cómo se fue a buscar la verdad y dejó la religión de su gente en Persia para hacerse primero cristiano y luego musulmán. Cómo negó la riqueza de su padre por un camino desconocido, en búsqueda de la tranquilidad de su corazón y de su alma. Cómo acabó vendido como esclavo mientras buscaba la verdad y como conoció al Profeta y empezó a creer en él.
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Traducido con algunas modificaciones editoriales por el Equipo Editorial.

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