Por: Redacción
El respeto es un valor universal que todos deberíamos practicar sin condiciones. Sin embargo, hay quien lo impone sobre su propia persona sin considerar a los demás, reclamando un derecho que no sabe de cercanía o empatía. Porque el respeto es ausencia de explotación y si uno no es capaz de ofrecerlo, tampoco debería exigirlo.
La etimología de las palabras siempre nos enseña cosas sabias. En este caso, si ahondamos en las raíces de la palabra «respeto» nos encontramos con «respectus» que deriva a su vez de «specere» que significa volver a mirar, revisar y ante todo «tener la sabiduría para ver algo en su esencia o en su individualidad».
Sin respeto todo se pierde: el amor, la honestidad, la integridad… Pocos valores son tan esenciales como el saber respetarnos unos a otros, con nuestras diferencias y particularidades.
Como dijo Kant en una ocasión, con el respeto se desarrolla la dignidad por uno mismo y por aquellos que nos rodean.
El respeto empieza siempre por uno mismo, porque cuanto mayor es nuestro nivel de autoestima, más respetamos a los demás. Puede parecer una obviedad, lo sabemos, pero no porque las cosas sean lógicas las practicamos siempre, como ocurre en este caso. La capacidad de respetarnos de forma íntegra y auténtica supone ser capaces de desarrollar los siguientes aspectos:
1) Tener una actitud positiva hacia nosotros mismos reafirmando la valía personal y, además, sabiendo actuar en equilibrio de acuerdo a nuestros valores y necesidades.
2) El respeto por uno mismo es saber que tenemos derecho a ser felices, a defendernos frente a las injusticias a tener espacios propios y una voz para hacernos oír.
3) Es necesario también sentirnos merecedores de cada cosa que logramos, fortaleciendo nuestra autoestima y, a su vez, siendo responsables de cada triunfo de cada error cometido.
Y sobre todos esto, tenemos que tener en cuenta que el que da y el que quita, el que nos lleva al éxito o al fracaso, es Allah. Que tenemos derecho a defendernos de las injusticias, pero que en última instancia, nuestra ayuda y socorro viene de él.
Nos debemos respeto a nosotros mismos porque somos criaturas de Allah, porque el nos ha creado y conformado. No seremos capacas de respetar a los demás sino nos respatamos a nosotros mismos, y respetarnos a nosotros mismos es cumplir con aquello que Allah nos ha prescrito. El respeto último a nosotros mismos es el respeto debido a Él.
Si comprendemos e interiorizamos cada uno de estos aspectos, seremos conscientes a su vez, de que también quien está ante nosotros es merecedor de las mismas cosas. Porque quien es incapaz de respetarse a sí mismo, no sentirá nada a la hora de lastimar a los demás.
Respetar debería ser en realidad una actitud practicada desde la admiración: «yo te respeto porque admiro tu forma de ser, porque tengo cercanía hacia ti y empatizo con tu persona». Obviamente, sabemos que esto no siempre se cumple, y que muchas veces debemos hacer frente a este tipo de conductas.
Hay quien piensa que sobre su persona se coronan los mejores valores, las mejores aptitudes, y por ello, demanda un respeto casi reverencial minimizando los derechos de los demás.
Quien no se respeta a sí mismo, quien carece de iniciativa, autoestima, necesita que los demás le muestren respeto para tener poder, para alimentar el ego de sus propias carencias. Son comportamientos muy destructivos.
Respetar es por encima de todo aceptar a los demás tal y como son, siendo a su vez sensibles a sus necesidades. Si la persona carece de empatía y es incapaz de «calzarse» los zapatos de los demás, será imposible que se produzca ese acercamiento, ese acto de humildad.