Sobre los ángeles en el Islam (1)

Por: Abdelmumin Haya

Hasta la llegada del Islâm a la península arábiga, los árabes no creían en los ángeles. O mejor dicho, no sabían lo que eran. Creían en las energías sutiles que intuían poderosamente en la vida del ser humano, como fuerzas de protección y de destrucción; y a estas fuerzas las llamaban ÿinn (genios). Con la llegada del Islâm, todo el mundo sutil y poderoso del genio se divide en energías benéficas (ángeles: malâ’ika) y en energías de destrucción (no necesariamente mala): ÿinn (genios). Tengo la certeza de que en esta distinción pesó mucho la herencia bíblica de Muhammad, o lo que es lo mismo: los ángeles es parte de lo que el Profeta aprendió de los judíos. Eso no quiere decir que el desarrollo posterior de la angeología islámica no sea fascinante y original, como trataré de mostraros, sino sólo que nuestro punto de partida es el Judaísmo. El que no reconoce a su madre es bastardo por decisión propia.

Para nosotros, los malâ’ika son los portadores del amr (orden, mandato). Son los encargados de que se cumpla la voluntad de Allâh. No son exactamente “seres individuales” sino manifestaciones del imperativo de Allâh. Por eso la tradición –tanto judía como islámica– ha dicho que son “seres sin espalda”: son portadores de la orden de Allâh y por ello son continuamente creados por su Señor, incesantemente originados, para que no deje de ser ni por un instante cada mínima cosa del universo, y continuamente destruidos por su Señor.

El mundo es continuamente gracias a los ángeles. Eso no los hace necesariamente exteriores y, menos, ajenos al mundo. Voy a tratar de explicarme con una paradoja. Recuerdo cómo en cierta ocasión pregunté a uno de los sabios del Islâm que he tenido la fortuna de conocer:

– Los ángeles ¿son realidades exteriores al ser humano…? ¿o interiores a él?

– Y él me contestó: ¿Cuál es la diferencia?

Desde el Islâm, no puede entenderse qué es un ángel sin comprender primero qué es el ser humano. De hecho, en el relato de la Creación los malâ’ika – palabra árabe para referirse a los ángeles– no se mencionan hasta que el ser humano va a ser creado. Las fuentes judías han abierto el debate de por qué los ángeles no aparecen en el relato de la Creación. Lo cierto es que la primera mención de los ángeles, tanto en el Génesis como en el Corán, corresponde al momento en que el ser humano va a ser creado. Dios les comunica a los ángeles que el ser humano va a ser creado y se produce una diatriba entre ellos. En el Corán, le dicen a Allâh: “¿Por qué vas a crear lo que causa el desorden y vierte la sangre?”. A lo que Allâh contesta: “Yo sé lo que vosotros no sabéis”.

Lo cierto es que el ser humano es la Revelación del ángel. Y lo es precisamente porque es su perplejidad; el límite de su comprender y el colmo de su no-comprender. El ser humano desconcierta a los ángeles, como la Revelación desconcierta al ser humano. El ángel, no sólo no entiende por qué Allâh introduce el desorden en la Creación, sino que no entiende cómo es que luego le obligan a postrarse ante la causa de ese desorden. Con la aparición de Âdam, según el Corán, el ángel recibe una orden incomprensible de Allâh: postraos ante él. Postraos, como sólo debeis postraros ante Mí.

Es ahí donde la capacidad de comprender del malak se quiebra. Y Allâh no les explica nada: no les aclara por qué tienen que hacer ante el ser humano el suÿûd, es decir, eso que nadie en la Creación puede hacer ante otra cosa que no sea Allâh. Con la aparición del ser humano, el malak se ve obligado al suÿûd; la no postración del Shaytân es también un signo que tenemos que desvelar (el segundo kôan).

El signo que debe desvelar el ángel es su vinculación y su servicio al ser humano, ya veremos cómo a lo largo de esta conferencia. En último término, el ser humano va a ser la Revelación del ángel porque en la existencia del ser humano recibirá el ángel la comprensión de –ni más ni menos– hasta qué punto Dios no necesita de la Creación.


Fuente: Ver Islam

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