A través de una chica de la que me enamoré, encontré el camino espiritual del Islam

Por: Jeremy

Mi nombre es Jeremy y soy de Leeds. Me hice musulmán en el 2004, a la edad de 21 años, y desde entonces también me llamo Yusuf.

Fui educado en un ambiente cristiano practicante; mi madre y mi padre fueron misioneros en Uganda durante 17 años más o menos. Soy el más joven de mis hermanos y nací hacia el final de su tiempo como misioneros, pasé los dos primeros años de mi vida allí. Mi familia se mudó a Leeds poco después de que regresamos a Inglaterra. Me enviaron a la escuela de la Iglesia de Inglaterra y mis padres eran muy activos en su iglesia. Es coherente decir que fui educado en un hogar muy religioso.

Poco antes de mi adolescencia, de repente me dí cuenta de cuál es el mensaje central del cristianismo. Nos enseñaban que Jesús, a quien yo siempre había entendido como un gran hombre, también es, de alguna manera, Dios. Aunque no lo cuestioné demasiado en el momento, recuerdo haber pensado que era algo extraño y me hizo sentir un poco incómodo. Cuando llegué a mi adolescencia, comencé a experimentar la vida de una manera nueva, tomando un camino por el que, como un niño que había crecido en un entorno relativamente conservador, había asumido que no me aventuraría. Aparte de mi obsesión con el cricket, tenía un gran interés por la música y pronto me dejé llevar por el estilo de vida del músico estereotipado.

Siempre he creído en un poder divino, y de hecho siempre estaba seguro de que el universo fue creado, especialmente dado lo bien organizado que está. A pesar de esto, llegué a un punto hacia el final de mi adolescencia donde me había alejado completamente de cualquier forma de adoración formal. Al mismo tiempo, me había vuelto bastante depresivo y experimentaba graves problemas de ansiedad, lo cual era un efecto secundario del estilo de vida al que me había entregado. Mi interacción con el Divino se limitó a momentos en los que sentí, con seguridad y de forma inexplicable, que estaba a punto de morir -en ese mismo momento. Me sentía así porque estaba teniendo ataques de ansiedad -en un momento dado conté siete en un solo día. Aunque eran bastante traumáticos, ahora sé que me prepararon para lo que iba a venir más tarde y, como tal, fueron una gran bendición. Me hicieron muy consciente del tremendo poder de Dios y de la frágil naturaleza de mi vida, que Él es el que es capaz de hacerme morir, o mantenerme vivo. Me volvía a Él en estos momentos, pero la “religión” no estaba realmente en mis pensamientos.

Por ese mismo tiempo, conocí a una joven musulmana de la que me enamoré. Aunque parecía claro que ella sentía lo mismo, también dejó claro que una relación era inútil porque yo no era musulmán y que una mujer musulmana sólo podía casarse con un hombre musulmán. Sentía que esto era algo bárbaro y contra todo lo que me habían enseñado, pero al mismo tiempo me sorprendió que ella, una mujer hermosa, inteligente y articulada, encontrara esto como una posición completamente coherente.

Una vez que había superado el shock inicial, le pregunté: “¿Qué es el Islam?“. Desde ese momento iniciamos un diálogo sobre religión, política, sociología y aspectos de la cultura popular. Al principio, estas conversaciones eran sólo de interés general y yo no tenía ninguna intención de hacerme musulmán. Siempre me sorprendía su sabiduría natural, la cual ahora sé que es el resultado de haber sido educada con el Corán y las enseñanzas del Profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él. Más tarde me dieron la traducción del Corán de Yusuf Ali. Me lavaba la cara, las manos y los brazos, me limpiaba la cabeza y los oídos y me lavaba los pies, como había sido instruido (un proceso llamado wudu), antes de leerlo ada noche antes de acostarme. No solía leer mucho, pero realmente quería entenderlo por lo que es, y por lo tanto leeía una porción muy corta y trataba de reflexionar sobre el significado.

Me atrapó.

Lo que realmente me sorprendió fue, no sólo el hecho de que muchos de los personajes principales de la Biblia estuvieran en el Corán (Adán, Noé, Abraham, Moisés, Jesús), sino que yo también estaba muy claramente allí. Me explicó a mi, a mi mismo -y no me gustó todo lo que aprendí.

Esto quizás sea mejor ilustrado por un incidente que me sucedió una noche mientras estaba leyendo. Había llegado al capítulo del Corán llamado Surat al-Noor, el capítulo de la Luz. En él está el siguiente pasaje:

Allah es la luz de los cielos y la tierra. Su luz es como una hornacina en la que hay una lámpara; la lámpara está dentro de un vidrio y el vidrio es como un astro radiante. Se enciende gracias a un árbol bendito, un olivo que no es ni oriental ni occidental, cuyo aceite casi alumbra sin que lo toque el fuego. Luz sobre luz. Allah guía hacia Su luz a quien quiere. Allah llama la atención de los hombres con ejemplos y Allah conoce todas las cosas. (La luz, 24:35)

Justo cuando leí esto, fui inundado por lo que sólo puedo describir como un sentimiento de paz y felicidad, junto con un profundo conocimiento innato de que esto era de alguna manera cierto. No sabía de dónde provenía esto, aunque parecía ser tanto de fuera de mí como de dentro de mí al mismo tiempo. Lo leía una y otra vez y casi lo podía comprender pero no del todo, al mismo tiempo me parecía absolutamente cierto. Algo aturdido por esto, seguí leyendo hasta llegar a lo siguiente:

Pero las acciones de los incrédulos son como un espejismo en el desierto. Un hombre sediento piensa que es agua, pero cuando la alcanza, encuentra que no es nada, pero encuentra Alá allí. Él le pagará su cuenta en su totalidad. Alá es rápido en la cuenta. Y los que se niegan a creer, sus acciones son como un espejismo en un llano; el sediento cree que es agua hasta que al llegar a él no encuentra nada, pero sí encontrará a Allah junto a él, que le retribuirá la cuenta que le corresponda. Allah es Rápido en llevar la cuenta. O son como tinieblas en un mar profundo al que cubren olas sobre las que hay otras olas que a su vez están cubiertas por nubes. Tinieblas sobre tinieblas. Cuando saca la mano apenas la ve. A quien Allah no le da luz, no tendrá ninguna luz. (La luz, 24:39-40)

Aquí es donde me encontré de nuevo a mi mismo. Había pasado toda mi vida persiguiendo un espejismo; quería ser querido, respetado, amado -quería que la gente pensara que yo era genial. Tenía sed de contentamiento y felicidad (y aunque no me daba cuenta de ello -de Allah), y pensé que adoptar el estilo de vida que había elegido me traería eso, pero no encontré nada más que mi recompensa -y eso fue la ansiedad y la depresión. Entendí directamente que la “retribución” en la cuenta era, de hecho, inmediata. Entonces me pregunté: “¿Cómo podía saber alguien en ese momento que el fondo del océano es oscuro? No es posible bucear tan profundo, y esta era aparentemente una religión desierta”. Sin embargo, estaba seguro de que yo mismo estar en un lugar oscuro.

A partir de este momento, y como resultado de otras experiencias como ésta, empecé a sentir una verdadera conexión con el Islam y el Corán. La madre de mi amigo más tarde me compró un libro para enseñarme la forma de la oración, la cual aprendí y comencé a implementar. Rápidamente comencé a darme cuenta de los abundantes beneficios que se encuentran en las cinco oraciones diarias; encontré guía en la sumisión de todo mi ser, interior y exteriormente, a Allah, mi Creador. Me pareció que se hizo fácil dejar muchas de las cosas que había creído que necesitaba. El cerdo y el alcohol se volvieron repulsivos para mí, y realmente quería vivir una vida buena, limpia y sana. Me sentía liberado.

Me había convertido en musulmán sin darme cuenta. Todo lo que quedaba por hacer era formalizarlo diciendo las palabras de la Shahada:

Ash-hadu alla ilaha; Wa ash-hadu anna Muhammadar Rasool Allah – Doy testimonio de que no hay más dios que Allah; Y testifico que Muhammad es el Mensajero de Allah.

Hice esto el 2 de mayo de 2005. Como con cada elemento del Islam, el hacerse musulmán es muy simple, sin embargo, es una experiencia muy profunda. Hacerse en musulmán conlleva una dificultad, pero estas dificultades te ayudan a entender tu propia capacidad para hacer frente a lo que la vida te lanza y las oraciones diarias te mantienen firme a través de los tiempos difíciles y fáciles. El Islam es el regalo más grande y más precioso que me ha sido dado. En el Islam, encontré un camino espiritual profundo que une y mejora los aspectos externos e internos de mi vida y me ha dado una profunda conexión con el Profeta, paz y bendiciones sean con él, y, sobre todo, a Allah.


Fuente: http://www.leedsnewmuslims.org.uk Traducido y editado por Nuevos Musulmanes

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